Queda claro, bajo todos los focos, lentes, impresiones, expresiones, percepciones y encuestas, va ganando Andrés Manuel López Obrador.
Pero la expectativa sigue ahí. Hay partidarios de hueso colorado y detractores al filo del odio. Un candidato de izquierda que viaja en caballo de hacienda presumiendo 20 puntos de ventaja sobre su competidor más cercano, lo que le da margen para lanzar provocaciones como la amenaza de eliminar la reforma educativa o la energética, prometer amnistía a delincuentes o perdonar afrentas políticas y fraudes de la llevada y traída “mafia del poder”.
AMLO llega al segundo debate con una amplia ventaja en las encuestas. (Foto: El Universal)
Por otro lado, un candidato de derecha aliado con dos partidos de izquierda llamando al voto útil para evitar lo que presenta como un desastre populista de proporciones catastróficas. Un tercer aspirante, el oficialista, en un lejano tercer lugar que, como dicen algunos sesudos y agudos críticos, es como un chicharrón con cueritos: está bien preparado pero eso no significa que te haga bien.
Los candidatos Anaya y Meade buscan alcanzar a AMLO y ganar la presidencia. (Foto: Sin Embargo)
Tras la renuncia de la ex primera dama que ocupaba el cuarto lugar, el cuadro se completa con Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco mocha manos.
El segundo round de los tres debates será también en una universidad, la UABC en Tijuana. Propuesta: ¿no han pensado en organizar uno en una agencia del Ministerio Público?
Señalamientos y acusaciones entre los contendientes sobrarían para iniciar carpetas de investigación: los departamentos que presuntamente no habría declarado el izquierdista, incluyendo impuestos evadidos; la nave industrial del derechista que habría vendido a una empresa fantasma; los pecados por acción u omisión del oficialista cuando era secretario de Hacienda en la llamada “estafa maestra”; o las firmas falsas obtenidas por el independiente y registradas ante el INE en busca de la candidatura.
¿Qué vimos en el debate pasado? Que no hay liderazgos, que si acaso votaremos por el que consideremos el menos peor. ¿Tendremos sorpresas? ¿Ganará el puntero o como en las carreras de caballos, el que alcanza gana?
No tiremos el sistema antes de tiempo, ni nos curemos en salud o proclamemos fraude cuando todavía ni la elección sucede, pero seamos cautos. ¿Qué tanto son confiables las encuestas? Ni los políticos confían tanto en ellas.
El primer debate presidencial estuvo lleno de ataques y pocos planteamientos. (Foto: The New York Times)
Sólo recordemos que el actual puntero no las ha criticado porque sería darse un balazo en el pie, pero en ocasiones anteriores ha acuñado términos como “encuestas cuchareadas” cuando no le favorecían.
¿Qué nos dice la experiencia internacional? En 2016 cuando Estados Unidos eligió presidente, nadie daba un centavo por Donald Trump. Una recopilación de encuestas hecha por The New York Times daba a Hillary Clinton el 84 por ciento de posibilidades de triunfo, pero no fue así. El resultado ya lo conocemos y hasta lo padecemos.
Pocos meses antes, el Reino Unido decidió en un referéndum si permanecía o salía de la Unión Europea. El llamado Brexit fue votado por los ciudadanos ese 23 de junio y en los días previos las encuestadoras lanzaban resultados previsibles a diestra y siniestra: A favor de la permanencia aparecían ComRes con 54 por ciento contra 46; Evening Standard, 52 contra 48; Financial Times, 47 contra 45; Populus, 55 contra 45 y YouGov, 51 contra 49. Todas se equivocaron: los ciudadanos británicos dijeron sí al Brexit.
En México también ha pasado tan recientemente como en las elecciones para gobernador en varios estados en 2016. Ese 5 de junio se eligieron 12 gobernadores. De las 17 encuestas de salida, 6 dieron un resultado equivocado y 5 se quedaron cortas. Algunos ejemplos:
A las 8 de la noche, Parametría anunció sus resultados de los 12 estados. En 2 de ellos, Durango y Quintana Roo, proyectó con ventaja a un partido que al final no ganó. En otro caso, Tamaulipas, declaró “incierto” el resultado pero el ganador terminó obteniendo una clara ventaja de 15 puntos.
En Veracruz no pudo dar un triunfador porque consideró que el margen era estrecho, aunque quien se alzó con la victoria superó al segundo sitio por más de 95 mil votos. En Chihuahua, Oaxaca y Zacatecas reportó una ventaja cerrada pero la diferencia terminó siendo de entre 7 y 10 puntos.
Otra encuesta de salida, elaborada por el equipo del especialista Alejandro Campos, arrojó resultados de 5 estados a las 6 de la tarde. En Aguascalientes, Quintana Roo y Veracruz pronosticó como ganador al partido que finalmente perdió. En Tamaulipas dio empate cuando la ventaja en realidad fue amplia para el vencedor y solo acertó en la medición de Oaxaca.
¿Sus explicaciones sobre las fallas? Básicamente 3: la contratación de trabajadores externos ante la falta de personal propio y capacitado, la desconfianza que lleva a la gente a no responder o no hacerlo con la verdad, y la inseguridad pública en varios de los estados en disputa política.
Es cierto, a nadie le conviene liberar al tigre pero tampoco pintarle más rayas. El proceso electoral es una competencia y aun no hay nada completamente escrito.
Samuel Prieto
Periodista y productor audiovisual
http://www.samuelprieto.com
*Las columnas de opinión de CC News reflejan sólo el punto de vista del autor.