Diego Enrique Osorno, además de ser felicitado por obtener un Premio Ariel por el cortometraje La Muñeca Tetona, platicó sobre los límites del periodismo, la autocensura y sus vivencias como cronista en el mundo del periodismo durante el Mica 2018 (Mercado e Industria del Cine y el Audiovisual).
Para Osorno, las grandes decisiones políticas se toman en espacios “informales”, como cafés, salas de casas, restaurantes, tal como se ve en la fotografía más emblemática de su cinta, donde aparecen varios personajes del mundo de la cultura, como Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis junto al expresidente Carlos Salinas de Gortari… y claro, la “muñeca tetona”.
Periodista y activista Iván Restrepo, el periodista Benjamín Wong Castañeda, la escritora Elena Poniatowska, la actriz y escritora Margo Su, el periodista e historiador Héctor Aguilar Camín, el cronista Carlos Monsiváis, el periodista Miguel Ángel Granados Chapa, el escritor y premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez y el periodista León García Soler.
Según Diego, las historias de las personas desamparadas, los pobres, marginados por la sociedad, son (y serán) temas que le interesan, aunque siempre existe el reto de caer en el cliché: “Es más difícil hablar sobre las personas en el poder, sin llegar a la alabanza”.
Las redes sociales
Ambos periodistas coinciden que si bien la privacidad es algo que se debe respetar y no pasar del límite que la ética personal y periodística te impone, con las redes sociales la vida privada de los individuos ya está expuesta, pues es la misma persona quien publica lo que va a comer, los lugares en donde está y hasta las reuniones con la familia.
En tono de broma, dicen que las redes sociales les está quitando el trabajo a los periodistas, pues estas son las que tienen la primicia y no ellos. En esencia, en esta era, la vida privada de una persona está al alcance de un clic.
Alberto Salcedo Ramos, a la izquierda de la foto, platica su experiencia como cronista en el MICA 2018. (Foto: Gerardo Venegas)
Los periodistas somos espectadores, en primera fila, del teatro de la vida
Alberto Salcedo Ramos, uno de los más grandes cronistas que ha dado Latinoamérica, no considera que la entrevista sea la única forma de aproximarse a un personaje. Él, por ejemplo, es un desconfiado por naturaleza, sobretodo cuando se trata de las palabras de sus entrevistados. En definitiva, le gusta más mirar que escuchar.
No me interesa lo que las personas presumen que dicen que hacen. Si uno se dedica a oír lo que dicen, se convierte en un periodista del entrecomillado. Me interesa ver a la gente en acción, saber qué hacen, cómo lo hacen, cómo mueven las manos.
Le gusta buscar las historias que transforman, que cambian a las personas, no las que dejan todo igual. El tiempo causa heridas, huellas que hacen cambiar a una persona, eso es lo que le interesa contar, sin penetrar más allá de la privacidad y ética que su profesión le impone.
La historia del ídolo de su infancia y antihéroe en su etapa adulta, el boxeador Kid Pambelé le llevó a escribir el reportaje El Oro y la Oscuridad: La vida Gloriosa y trágica de Kid Pambelé, que narra, literalmente, su gloria y posterior decadencia.
“Nadie es tan bueno como cree su mamá, ni tan malo como lo piensa su peor enemigo”, dice Salcedo. Cuando un periodista escribe debe tener un balance entre lo que te dice la persona y el comportamiento que tiene con su entorno, recomienda Salcedo.
La autocensura algunas veces es buena, cuando el riesgo es muy grande para el periodista y sus fuentes. (Foto: Pixabay)
La autocensura
El periodista debe proteger a fuentes incluso de sí mismas, expuso Diego Osorno. En casos extremos, como el narcotráfico ha cometido errores y eso tiene consecuencias directas tanto para el periodista como para los involucrados en la historia.
Mencionó que un buen periodista debe siempre realizar un análisis de riesgo, sobre el trabajo que está por publicar. En una ocasión no lo hizo y la consecuencia fue que su teléfono fue intervenido, recibió constantes amenazas, amigos de él tuvieron que abandonar el país. Es una experiencia que le genera un mal recuerdo.
Alberto es directo con sus palabras, menciona que para él, se debe trazar un límite entre la vida privada de la persona y lo que se va a publicar. No todo lo que el periodista ve debe ser expuesto, pues también se debe respetar la intimidad del entrevistado.
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