Para Iván Sheridan, ser detenido por un policía se ha vuelto parte de la rutina cotidiana. La última vez fue hace unos días.
Tengo que soportar revisiones policiacas cada dos semanas. Estoy acostumbrado a eso. Entiendo que lo hacen por sus prejuicios. Me ven tatuado, perforado, con mochila de estudiante y me detienen con el pretexto de que harán una revisión por mi seguridad. Yo ya sé que la intención es sacarme dinero.
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¿Cuántas veces han revisado a Iván? Se ríe. No lo sabe. “Ya las dejé de contar”. Él considera que el motivo por el que los policías de Iztapalapa (delegación donde este joven de 29 años habita) suelen tratarlo como sospechoso, es uno solo: el prejuicio por su apariencia.
Me dicen: tienes pinta de marihuano. Y pues sí: soy consumidor. Pero jamás, en todas las veces que me han detenido, me han encontrado hierba.
Lo que sí han encontrado, es la dosis diaria de los cuatro medicamentos retrovirales que lleva en una bolsa de plástico: una pastilla de Lamivudina, otra de Atazanavir, otra más de Tenofovir y una de Ritonavir.
Los polis insisten en que son drogas, incluso si les muestro mis recetas. No les importa: ellos se aferran a que saben identificar una droga. Y con ese pretexto, me han querido llevar a los separos.
Iván Sheridan es uno de los poco más de 200 miembros de entre 12 y 29 años que conforman la Red Mexicana de Jóvenes y Adolescentes Positivos (RED J+MEX), la cual vincula a jóvenes diagnosticados con VIH en todo el país.
Además de ofrecer información y apoyo, la red trabaja en conjunto para incidir en políticas públicas, de salud y educativas que erradiquen la desinformación y los prejuicios con respecto a este padecimiento.
Parte del trabajo de la red, consiste en intercambiar experiencias que permitan a los jóvenes y adolescentes positivos llevar una vida saludable, informada y sexualmente placentera. Con este propósito, hace unos días, la RED J+MEX presentó el “Manual para las Juventudes con VIH en Ciudad de México”, en cuya edición e investigación participó Iván.
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Imagen que tomó Iván después de ser liberado. los policías le confiscaron una de sus cuatro pastillas
Iván fue diagnosticado en 2007 y a partir de 2014 carga sus recetas en la mochila, adelantándose a la probabilidad de que, una vez más, los policías le realicen una revisión. A partir de su propia experiencia, recomienda a otros jóvenes que pasen por la misma situación de acoso policiaco:
Lleven consigo su penúltima receta, así como fotos de los medicamentos y sus frascos. Tengan cuidado de cómo le hablan a los polis y estudien los protocolos de actuación policial, para evitar que se quieran pasar de lanza.
Información confidencial
Fernando Abundis trata de recordar alguna situación incómoda que haya vivido en los dos últimos años, desde su diagnóstico. Por fin, el recuerdo emerge en su cerebro, y Fernando frunce la nariz.
¿Sabes qué me choca? Que me digan que soy un valiente o un guerrero…¡aaaaagh! es muy incómodo. Yo agradezco a las personas que tienen la buena intención de reconocer al otro, pero, ¿guerrero? creo que en vez de destacar la labor que realizo en la RED, se muestran condescendientes conmigo al usar esas expresiones.
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Fernando trabaja en estrategias de incidencia política para la población joven con VIH (Foto: Cultura Colectiva)
A la diestra de Fernando, se encuentra Raúl Caporal, cofundador de la RED J+MEX y autor, junto con Iván y otros cuatro jóvenes, del manual para Jóvenes con VIH. Fernando tiene 27 y Raúl, 28. El primero se desempeña como coordinador del área de incidencia política; y el segundo es coordinador de Formación e Investigación. Dice Raúl:
Me diagnosticaron a los 17 años, así que toda mi juventud y parte de la adolescencia he vivido con VIH. Llegué a la clínica porque presentaba un cuadro de inmunodeficiencia. Iba yo solo. El médico, me mandó a hacer una prueba ELISA. Cuando me dieron los resultados, me enviaron a epidemiología, donde me hicieron dar los nombres de mis parejas sexuales y sus datos de contacto.
Raúl fue una de las últimas generaciones a la que se le obligó revelar esa información. En 2010 se modificó la Norma Oficial de Salud para la prevención y control de la infección por Virus de Inmunodeficiencia Humana. A partir de ese año, el paciente tiene derecho a decidir si revela su diagnóstico, así como los datos de sus parejas. En caso de ser obligado por el médico a proporcionar esos datos, el paciente puede interponer una queja ante las Comisiones Estatales y Nacional de Derechos Humanos.
La desinformación acerca de tus derechos, te jode. Uno puede vivir sin la etiqueta del VIH. Lo que pasa, es que hay factores en la vida que te lo recuerdan: cuando una pareja te rechaza en la cama, cuando quieres formalizar una relación, o cuando de manera ilegal y sin tu conocimiento, te realizan la prueba en tu trabajo. Yo he decidido visibilizar mi diagnóstico, porque trabajo por una re-educación que permita derribar estigmas. Pero, en realidad, no es mi obligación, ni la de nadie.
Diagnóstico reservado
La decisión de dar a conocer el diagnóstico es personal y voluntaria. Por ejemplo, muy pocas personas conocen el diagnóstico de Andrea E., estudiante de 19 años y miembro de la RED J+MX quien vive con VIH desde su nacimiento.
¿Para qué tendrían que saberlo mis compañeros de la escuela. No hay motivo. Es mi información privada. Lo comento a la gente de confianza.
Lo único que cambia en una persona con VIH, es que debe tener mayor consciencia de su salud y no interrumpir su tratamiento médico, de modo que su carga viral sea indetectable. De acuerdo con el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) existe evidencia de que una persona con carga viral indetectable, no puede transmitir el virus mediante intercambio sexual.
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Después de su diagnóstico, fue obligado a dar los datos de sus parejas. Esto va contra la Norma 010 de salud. (Foto: Cultura Colectiva)
Sin embargo, Andrea comenta que aún existen prejuicios y desinformación sobre el tema. El problema, es que a veces se presentan en las mismas parejas. Andrea ha tenido dos novios. Al primero le comentó su diagnóstico.
Reaccionó muy mal. Me preguntó dónde había contraído VIH, con tono de reclamo.
Con su segunda pareja, decidió medir poco a poco si era conveniente revelar su diagnóstico. Esta es una estrategia que promueve la RED J+MX: si no te sientes seguro o en confianza, no hagas público tu diagnóstico.
En algunos contextos, el VIH deja de ser un problema cuando aprendes a callar tu diagnóstico.
Si es voluntad de la persona hablar abiertamente de su diagnóstico, puede comenzar con algunas preguntas a sus interlocutores para identificar lo que saben del tema y si mantienen prejuicios. Así, poco a poco, fue que Andrea se sintió en confianza de revelar su diagnóstico a su actual pareja.
Otras veces, el prejuicio no viene de otros, sino de uno mismo. Francisco Abundis explica:
Cuando me diagnosticaron, una trabajadora social me dijo: “no vayas a contagiar a alguien más”, como si uno fuera un agente contaminante. Ese tipo de trato deshumaniza. Uno se culpa a sí mismo por el diagnóstico. O bien, piensa que ya no podrá tener pareja o vida sexual. Eso no es verdad. Tienes que cuidar tu salud y darte la oportunidad de ir más allá de donde te lo permites.
Desde su creación en 2012 la Red Mexicana de Jóvenes y Adolescentes Positivos ha realizado diversos encuentros en varios estados del país para la discusión de políticas públicas y de salud.
También se articula con redes de jóvenes positivos que existen en casi toda Latinoamérica (a excepción de Nicaragua). A través de esta colaboración se brinda atención, asesoría y apoyo a los jóvenes para el mantenimiento de una vida saludable. Explica Raúl:
Conforme vas conociendo a otras personas con VIH, el miedo disminuye, porque conoces otras experiencias de vida. Al identificarnos, tenemos formas de organizarnos, comunicarnos y vincularnos.
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