Nota del editor: El presente texto es responsabilidad de su autor y no precisamente refleja la postura del medio.
Es evidente que la crisis a nivel selecciones nacionales es una de las más graves que se han vivido en los últimos años. Quedar fuera de Juegos Olímpicos tanto en varonil como en femenil y sin posibilidades de participar en los Mundiales de dichas categorías después de trabajarse fuerte en cada uno de los procesos, resulta un total fracaso que devino en la destitución de Gerardo Torrado como Director de Selecciones Nacionales, dando paso a Jaime Ordiales. Sin embargo, el tema deportivo ha quedado a un costado dando paso a uno sumamente importante y que no debe quedar sin visibilidad: el acoso y abuso sexual al interior de la Selección Femenil sub 20.
Esta semana se dio a conocer que la directora técnica, Maribel Domínguez, había sido separada de su cargo en la sub 20 de manera temporal junto a su cuerpo técnico. El periodista Martín del Palacio publicó en su cuenta de Twitter que “Maribel Domínguez fue separada por acoso sexual a varias jugadoras”, dando prácticamente por sentado que la exjugadora del Barcelona habría acosado a las futbolistas de dicha selección. Un señalamiento serio que sirvió para sentenciar mediáticamente a Maribel como la responsable de dichos acosos.
Se cuestionó al periodista por varias cosas, además de señalar a Maribel como la responsable: solicitar RT para que el acoso “no suceda nunca más” (de haberlo sabido, ni guerras, ni hambrunas, ni feminicidios habría con tan solo retuitear, entendiendo que lo que quiso decir fue que se replicara la nota para que visibilizara, pero vamos, aprender a redactar no vendría nada mal) y pedir que se descargara una aplicación para leer la nota completa. Vamos, no era necesario. Visibilizar un tema terrible ocurrido en Selecciones Nacionales a cambio de descargar una app para enterarte del caso completo, no es precisamente hacer un bien sin interés alguno. Como periodistas, como profesionales de la información, tenemos una función social importante, más allá de “la exclusiva”.
El nombre de Maribel Domínguez comenzaba a ser tendencia en redes sociales, en donde todos y todas, detrás de un teléfono o un computador, lapidaban a la entrenadora como una acosadora y abusadora, sin que las autoridades de la Federación Mexicana de Futbol dieran más detalles de la situación por ser una investigación que se encuentra en proceso. Yon de Luisa, titular del organismo, en medio de la presentación de Jaime Ordiales como nuevo Director de Selecciones Nacionales, sólo atinó a decir que el 18 de julio habían recibido una solicitud de investigación y que así la habían iniciado, sin dar mayores detalles por obvias razones. El caso, uno muy, pero muy pesado, muy complicado, parecía quedar en segundo término incluso para los reporteros ahí presentes, quienes lucían más preocupados por saber qué pasa con Gerardo Martino de cara al Mundial de Qatar, que por una situación en la que se ha visto vulnerada la seguridad de las jugadoras en la sub 20. Hay prioridades, por lo que vemos.
La periodista especializada, Beatriz Pereyra, quien es también colaboradora en la revista Proceso, señaló que la solicitud que recibió la Femexfut, fue una carta de una jugadora que denunciaba acoso sexual en el seno del equipo. La petición habría sido que la FMF actuara y aplicara mano dura o de lo contrario, harían público el caso. De acuerdo a Pereyra, se destituyó a un integrante del cuerpo técnico de Maribel y, además, que otras futbolistas habrían sido abusadas toda vez que presuntamente se les pidiera sostener relaciones sexuales a cambio de permanecer en el equipo. Del Palacio reveló que el integrante cesado fue el auxiliar Roberto Melville. Al término de la conferencia de prensa, la reportera Liliana Sánchez de Hi! Sports, cuestionó sobre esto a De Luisa, quien no confirmó la información de Melville al ser una investigación en curso.
Incluso fue en la misma revista Proceso en donde se informó que el señalamiento a Maribel por parte de las jugadoras fue al no denunciar o detener a quienes cometían dichos abusos. El acoso y el abuso sexual a menores en el deporte, como bien lo enuncia Beatriz en su cuenta de Twitter, es un tema pendiente en el que los protocolos de prevención siguen siendo los menos atendidos y, de igual manera, es detestable el saber que hay silencios cómplices que hacen el mismo daño que los propios agresores.
El linchamiento mediático para con Maribel Domínguez es claro: al ser directora técnica de un equipo femenil -dejemos preferencias a un lado porque al final eso no es ni siquiera de nuestra incumbencia al ser un tema privado- se da por sentado que ella ha sido la protagonista, la ejecutora de los acosos, de los abusos, sin tener una sola prueba sobre estos hechos. Y que no se entienda como que se defiende sólo por ser mujer o por si pertenece -o no- a la comunidad LGBT: si es cómplice, si es la agresora, que pague por un delito que ya está tipificado por las autoridades mexicanas. Que con pruebas se afirme que ella o fue testigo silencioso o fue la principal agresora, pero justo así: con pruebas.
Rescato algo de lo publicado por Marion Reimers en su cuenta de Twitter a raíz de todo este conflicto: “No hace ninguna diferencia si una mujer o un hombre cometieron un acto que va en contra del reglamento o de la ley. Se tiene que investigar y sancionar. Lo preocupante es la cobertura, tanto de un lado como del otro y eso es lo que muchos se niegan a ver”. Maribel ha sido prácticamente señalada de cometer estos abusos sin una prueba alguna, dando por sentado que por su preferencia sexual -que repito, no ha sido siquiera manifestada públicamente- ella fue quien abusó o acosó a estas jugadoras. Si así fue, que se castigue conforme a la ley si también hay una denuncia legal interpuesta, que se le retire de cualquier cargo deportivo si la denuncia sólo fue ante la Femexfut, pero si no, entonces habrá mucho, mucho que analizar y reflexionar sobre la forma en que los periodistas, los medios de comunicación y el público en general abordamos temas sin tener pruebas precisas, arruinando incluso la vida de aquellos a los que les ponemos etiquetas en la frente, sin tener certeza de nada.