*Foto de portada: María Ruiz.
Cuando Ana supo que estaba embarazada, lo primero que pensó fue que si tenía un hijo, tendría que dedicarse todos los días a que se formara como un hombre responsable, sin la mentalidad machista con la que crecieron sus propios hermanos, sus tíos y su padre.
Si tengo una hija…
Y luego imaginó un escenario aún peor: “Si tengo una hija, la voy a obligar a vivir en un país de acoso sexual cotidiano y feminicidios”. No, Ana no pensaba que fuera exagerado; escucha relatos infernales, de desapariciones, asesinatos, violadas, acoso en el Metro, y en todas las calles de la Ciudad de México. Lo escucha todos los días de boca de sus compañeras de trabajo, de su hermana, de sus primas. Historias que suenan a ficción, impensables si quiera.
Así que no. Ana pensó que no quería que su hija viviera con una punzada en el estómago, con ese apretujón de entrañas que sienten miles de mujeres todos los días de sus vidas: el miedo.
(Foto: María Ruiz)
Además, Ana supo que si tenía un bebé en ese momento de su vida, lo destinaría a una vida muy diferente a la que ella tuvo, con más carencias y sin tantos cuidados. Así que a sus 26 años, decidió abortar en enero del 2018 en una clínica de la CDMX, la única entidad del país donde la interrupción del embarazo es legal a petición de la madre.
Yo había sido, de alguna forma, afortunada. Pero no podía imaginarme qué tendrían que haber hecho miles de mexicanas más para abortar. Porque en sus estados, si lo vemos de forma fría, si abortan cuando no fueron violadas, son criminales. Violadas. ¿Te lo imaginas? Y justo en ese momento me sentí tranquila con mi decisión. Pinche país.
(Ilustración: Peligrro/ CC News)
¿Qué pasa con el aborto en México?
Ana acertó “dolorosamente” en su reflexión, pues actualmente, en México el aborto sólo es legal a petición de la madre en la CDMX, donde se aprobó el 24 de abril del 2007, sin embargo, en el resto de los estados sólo se permite en caso de violación; todos lo permiten cuando hay riesgo para la vida de la mujer excepto en el caso de Guanajuato, Guerrero y Querétaro y únicamente en Yucatán se permite si hay “factores económicos” de por medio.
Ana coincide con que cada vez se topa con más y más mujeres conscientes de que no podemos darle la espalda al aborto , porque “existe desde que existen las mujeres, surgió con el nacimiento de las mujeres mismas, así que, por decirlo de alguna forma, dejaría de existir únicamente si las mujeres no pueden concebir más”.
(Foto: María Ruiz)
El embarazo
Con su pareja de aquel entonces, Ana siempre se cuidó con pastillas anticonceptivas (las que se toman diariamente). Una semana antes de terminar su relación, atravesó momentos de estrés y una tristeza muy profunda, así que se olvidó de tomárselas dos días seguidos.
Tres días después, tuvo relaciones sexuales sin protección con su ahora exnovio. Pero nunca se imaginó que no tomarse las pastillas “sólo” dos días sería suficiente para que fallaran.
Ana supo que estaba embarazada desde las primeras semanas. Fue un presentimiento que no la dejaba ni un minuto. Para empezar, ella era “la más regular”, siempre empezaba a menstruar puntual y el calendario en el que registraba su ciclo nunca fallaba. Así que cuando pasó una semana, supo que estaba embarazada.
A la segunda semana, seguía sin bajarme y un día tuve que irme al baño del trabajo a llorar inconsolable. Ese llanto era un llanto raro, diferente, era como de una nostalgia absoluta. Entonces le llamé a quien sabía era el padre, mi exnovio, con el que había cortado apenas un mes antes.
(Foto: María Ruiz)
“El cariño no es suficiente para tener un hijo”
El exnovio de Ana le dijo que él haría lo que ella quisiera, que estaba dispuesto a regresar con ella y a tener un hijo juntos, pues se habían separado por problemas “contextuales”, no por falta de cariño.
Pero yo lo supe desde ese momento, el cariño no es suficiente para traer a alguien al mundo. En mi caso, en nuestro caso, el problema no era si nos llevábamos bien él y yo o si nos queríamos mucho o si íbamos a querer mucho a nuestro hijo. El problema era que nunca íbamos a poder darle una vida similar a la que nos habían dado nuestros papás. Además los dos ganábamos menos de 15 mil pesos.
Aunque por algunos momentos se dejó envolver por el romanticismo, por la idea de formar una familia con el que, hasta ese momento, era el hombre de su vida, la realidad era mucho menos conmovedora. Su exnovio es periodista y Ana es mujer, “dos de los grupos más perseguidos y violentados en México”.
No podía permitir traer a un hijo o hija al mundo viendo cómo está la cosa. No sólo en México, también en todo el mundo. Nos estamos terminando todo, estamos devastando todo. Y si soy sincera, aunque suene un poco egoísta, nuestras profesiones no nos iban a permitir darle la vida que se merece, ni en cuestión económica ni en cuestión de darle el tiempo necesario. Entonces pensé que estaba siendo responsable. Y así fue.
(Foto: María Ruiz)
“Es mi útero, chingada madre”
Ana fue a una clínica de la Ciudad de México, ubicada en la colonia Roma, donde le practicaron un aborto por aspiración, una pequeña cirugía que consiste en dilatar el cuello de útero para introducir en él una cánula flexible y aspirar al feto con una jeringa.
Fue muy incómodo, pero por lo que sientes antes de que te lo hagan más que por el dolor físico mismo. Cuando me pusieron la anestesia local yo estuve a punto de arrepentirme, porque créeme que el consultorio médico te pasan mil cosas por la cabeza, que sí se puede, que si le chingas sí puedes sacar a un hijo adelante.
Sin embargo, hasta la fecha Ana no se ha arrepentido en lo absoluto, porque aunque a veces le gane la nostalgia y piense en lo que pudo ser, ahora está haciendo “muchas cosas mucho más valiosas por el mundo y por el país que traer un hijo al mundo”. Ya no se siente irresponsable ni tampoco se siente triste.
Además, hoy me siento tan feliz de que haya muchísimas mujeres en las calles, con sus prendas y pañuelos verdes dando un mensaje que nunca va a dejar de ser vigente; es nuestro cuerpo, nosotras debemos decidir hoy mañana y pasado. Debemos decidir desde qué ponernos hasta con quién tener sexo. Es nuestro vientre, es mi útero, chingada madre.
(Foto: Daniel Lobato)
Como Ana, otras 4 mujeres nos contaron su testimonio, para comprender, desde sus historias, lo urgente que resulta el aborto legal, seguro y gratuito. Porque tal como ellas lo enuncian, el aborto seguirá existiendo mientras existan mujeres en este mundo. Esta fue la quinta y última parte de #YoAborto, una serie de 5 testimonios de mujeres que abortaron en México.
Encuentra las demás historias de #YoAborto aquí:
“Estaba destrozada física y moralmente”: Tania abortó con pastillas en México
“No estaba preparada para tener un hijo”: Karina abortó en México
“Pedí perdón al ser que estaba dentro de mí”: María abortó el día de su cumpleaños
“Decidí responsabilizarme por el mundo y los que vivimos en él”: Monserrat abortó en México