Don Mario González dice que él vive fuera del tiempo. Que, a veces, no sabe si es sábado, si es lunes o si es jueves. Se olvida de llevar la cuenta de los días que transcurren sin que él regrese a su casa en Tlaxcala o vea a sus hijas.
Mario González, originario de Tlaxcala, es uno de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos, (Foto: Tatiana Maillard)
Hilda Hernández, su esposa, está sentada a su lado, en el sillón de una pequeña sala en el centro PRODH. Su cabeza asiente, con los ojos fijos hacia el frente, cuando escucha a Mario relatar eso que le ocurre con respecto al tiempo, porque también le sucede a ella.
Entre sus manos, Hilda sostiene la fotografía amplificada de César Manuel González Hernández, uno de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa desaparecidos entre la noche del 26 de septiembre y la madrugada del 27 en una acción que, de acuerdo con las evidencias recabadas por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), contó con la participación de policías federales, estatales, municipales y del Ejército.
Don Mario no concibe que ya hayan pasado cuatro años desde entonces.
Todos los días son el mismo día, que se repite una y otra vez, desde la desaparición de nuestros hijos. En su búsqueda, no miramos hacia atrás, sino hacia el frente: planeamos qué se tiene que hacer, a dónde hay que acudir, con quién hay que hablar… y, con ese ritmo, no nos damos cuenta que el tiempo pasa. A veces nos preguntamos entre nosotros: “Oye, ¿sabes qué día es hoy?”.
A escasos días de que termine la administración de Enrique Peña Nieto, la resolución del Caso Iguala se mantiene como uno de los más graves pendientes de este sexenio.
Jesús Murillo Karam fue el autor del concepto de la verdad histórica. (Foto: e-consulta)
La conclusión de la Procuraduría General de la República, misma que fuera defendida por el ex procurador Jesús Murillo Karam como una “verdad histórica” y que aseguraba que los estudiantes habían sido incinerados en el basurero de Cocula, fue cuestionada y refutada por organismos internacionales, como el GIEI, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) y la Corte interamericana de Derechos Humanos (CIDH); debido a las inconsistencias, las irregularidades, las violaciones a los Derechos Humanos y la falta de evidencia científica con la que se llevó a cabo la investigación.
Aunado a esto, los tres sujetos que confesaron haber recibido y ejecutado a los estudiantes, y cuya declaración fue base para las conclusiones de la Procuraduría General de la República (PGR), fueron puestos en libertad el 26 de octubre por falta de elementos.
Y ni don Mario ni Doña Hilda conciben que, a pesar de todo, el sexenio que ya agoniza mantuviera firme, hasta final, su defensa de la investigación de la Procuraduría General de la República.
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La versión oficial
En agosto de este año, Enrique Peña Nieto compartió en su cuenta de Twitter un video donde abordaba la desaparición forzada de los estudiantes. Después de calificar el trabajo de la PGR como una investigación “profunda y amplia” y de asegurar la investigación se abrió a “una” Comisión Interamericana de Derechos Humanos, expresó:
La investigación ahí está. Evidentemente, ante la negativa y el rechazo de los padres de familia por aceptar los alcances de la investigación realizada por la PGR, en donde había evidencias claras y contundentes de que, muy lamentablemente habían sido incinerados por un grupo delincuencial.
La versión de los padres:
Con la voz ronca, furiosa, Mario no oculta su molestia. Rechaza la verdad histórica, y “los alcances” de la investigación realizada por la PGR:
Aferrarse a la mentira lastima a las víctimas. Esta necedad da coraje, porque es irresponsable. Los padres sabemos que hay exámenes periciales y científicos que refutan la versión de que nuestros hijos fueron incinerados en el basurero de Cocula. Pero mucha gente no. Y lo que dice el presidente, la gente lo cree.
Doña Hilda, a diferencia de su esposo, muestra que tiene una tranquilidad amarga:
Me indigna que el presidente asegure que los padres no aceptamos la versión fabricada de la PGR por nuestro dolor. ¿Cómo se le ocurre? No la aceptamos porque no tiene ningún sustento.
Hilda Hernández sostiene la foto de su hijo, el normalista César Manuel González Hernández. (Foto: Tatiana Maillard)
Este 26 de noviembre, Mario e Hilda estuvieron presentes en la manifestación que los familiares de los 43 estudiantes realizaron en la Ciudad de México para conmemorar los 50 meses de la desaparición forzada de sus hijos. Esta es la última protesta que ocurre en este sexenio, el cual llega a su fin sin que se haya sentenciado a una sola persona por el caso de Iguala.
A partir del próximo mes, la exigencia de los padres se dirigirá al gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador.
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La confianza no es un cheque en blanco
Dos días antes de que se cumplieran cuatro años de la desaparición forzada de los estudiantes; el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, se reunió con los padres de los 43 en el Museo de la Memoria y la Tolerancia de la Ciudad de México.
Ahí se pactaron tres puntos: la creación de una Comisión de la Verdad y la Justicia en torno al caso, la publicación de un decreto que asegure la cooperación de la administración pública federal en la investigación y en la búsqueda del paradero de los jóvenes y la asistencia técnica de instancias internacionales de los Derechos Humanos.
Mes con mes, los padres de los 43 realizan acciones para exigir verdad y justicia (Foto: Tatiana Maillard)
En aquel momento, algunos padres manifestaron su confianza en el acuerdo. Hoy, doña Hilda y Don Mario muestran mesura. Él recuerda que, en la primera reunión que tuvieron en Los Pinos con Peña Nieto, sintió algo de confianza cuando este afirmó que iban a encontrar a los muchachos. Luego, ocurrió la “verdad histórica” y el dicho del presidente, invitando a los padres a superar el episodio y, pues…
Yo no concebía que un presidente, que es el encargado de mandar sobre las dependencias para que se imparta justicia, le diga a las víctimas: “ya supérenlo”. Ahora, se nos abre una esperanza grandísima: a lo mejor en el próximo sexenio habrá más voluntad política. pero tener confianza en ellos, no. No la hay. nuestra confianza ya no es un cheque en blanco, se la tiene que ganar.
Los logros:
Cuando el tiempo todavía fluía y se podía medir, la vida de Mario e Hilda era otra. No hay punto de comparación entre esos años que vivieron en Tlaxcala y lo que es su realidad cotidiana, desde la desaparición de su hijo César Manuel.
Mi esposa y yo vivíamos en una burbuja, donde nada más importaba asegurar el bienestar de nuestra familia. En cuatro años, hemos estado en cada rincón del país, tomando conciencia de todos los casos de muertos, desaparecidos y desplazados. Nos dimos cuenta que teníamos que aprender a leer cosas con las que no estábamos familiarizado: informes, leyes, terminologías, porque si no, no tienes fundamentos para replicar a los representantes del Estado.
Los padres advierten que su confianza no es un cheque en blanco para el próximo gobierno (Foto: Tatiana Maillard)
El aprendizaje de Hilda, según sus palabras, ha ido por otros caminos:
Me he dado cuenta de que en este país hay desaparecidos. Eso yo no lo veía antes. He aprendido a ser dura. El coraje que tengo, se convierte en rabia. he aprendido a no dejar de insistir para que aparezcan.
Ambos concuerdan que el principal logro de los padres de los 43, es haber evitado que el caso se diera por cerrado.
No tuvimos un solo pinche avance en la investigación. No se siguieron las recomendaciones del GIEI. No encontramos a nuestros hijos. Y sin embargo, no permitimos que el caso cayera en el olvido. Peleamos para que no se le diera carpetazo.
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