Como la mayoría de los descubrimientos, este también fue accidental. Cientos de joyas de oro con incrustaciones de esmeraldas se camuflaron desde el siglo XVIII con las aguas turquesa del Caribe mexicano y gracias a un magnetómetro portátil fueron encontradas en el año 2014 por el doctor Roberto Junco Sánchez.
Este descubrimiento fue revelado recientemente por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a través de un comunicado en el que afirman que este tesoro compuesto de 321 piezas formó parte de un cargamento de joyas que nunca llegó a su destino. Además, indicaron que la mayor parte de ellas posiblemente fueron elaboradas en Oaxaca y que las incrustaciones en esmeraldas proceden de Colombia.
Las investigaciones indican que las joyas pudieron haber sido para aumentar la riqueza de los españoles, pero que tras hundirse el barco en el que eran transportadas, se esparcieron por los arrecifes que componen el Caribe mexicano. Este es un descubrimiento sin precedentes en la arqueología subacuática en nuestro país.
Entre las piezas encontradas se hallaron anillos y pulseras. (Foto: INAH)
Pero, ¿por qué esperar tanto tiempo para revelarlo?
Roberto Junco, quien también es titular de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS), realizaba un trabajo de campo cuando encontró con un magnetómetro una cuenta de oro de un rosario además de varias monedas de plata. Inicialmente, ellos iban a delimitar un pedazo de un barco hundido hace mucho tiempo, pero no se esperaban los sonidos que emitió el magnetómetro en las aguas de Yucatán.
Las autoridades del SAS regresaron un año después, en 2015, para pasar las características del arrecife a un plano y poder explorar de una mejor manera el lugar. Ahí fue cuando se dieron cuenta que lo que había sumergido en las aguas turquesas eran 321 piezas de oro, entre anillos, mondadientes, mancuernillas, relicarios, entre otras piezas.
Muchas de las piezas presentaron incrustaciones de esmeraldas. (Foto: INAH)
Fue revelado hasta este 2018 debido a que las investigaciones y el análisis de cada una de las piezas para saber su procedencia sigue en pie. El informe quedó asentado como un hallazgo de 321 piezas de oro de las cuales 83 son anillos, 15 mondadientes, 12 anillos de oro con esmeraldas, un par de hebillas, tres botones, 141 cuentas de rosario, 11 rosarios incompletos, tres broches con esmeraldas, nueve medallas, siete cruces, dos cruces con esmeraldas, cinco medallones, tres mancuernillas y dos flores entre elementos intermedios.
¿Por qué es tan importante este descubrimiento?
Desde hace 40 años no había sido encontrado algún cargamento con este tipo de joyas. El pescador Raúl Hurtado Hernández descubrió en aquel entonces unos lingotes de oro y joyería prehispánica que habían estado ocultos en un galeón español durante 400 años, en el puerto de Veracruz.
Varios medallones estaban sumergidos en los arrecifes del Caribe mexicano. (Foto: INAH)
¿A dónde va a parar este tesoro?
Lejos de sacar algún beneficio económico con ellos, Junco Sánchez indicó que «el principal interés es la información que estos materiales han proporcionado sobre ciertos aspectos de la sociedad hispana del siglo XVIII, entre ellos la intensa actividad comercial que se daba entre los virreinatos de la Corona española».
Las piezas están a la vista del público en el Museo de Arqueología Subacuática, en Campeche. Roberto Junco además indicó que el navío en donde fueron encontradas estas piezas de oro fue llamado “Ancla Macuca”, en honor a las primeras monedas que encontró con su magnetómetro.
Las piezas son exhibidas en el Museo de Arqueología Subacuática en Campeche. (Foto: INAH)
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