Karl Lagerfeld es uno de los pocos diseñadores que tuvo la visión necesaria para heredar el trono de Coco Chanel. Él sabe perfectamente que la elegancia es una cualidad innata que va más allá del costo, el diseño y el color de las prendas. Es un don que se coloca por encima de la estética del cuerpo humano sin importar la clase social a la que pertenezca el individuo, pues la elegancia se construye desde lo más básico.
El Kaiser, como también es llamado debido a su origen alemán, un día comentó: “No existe una regla sobre lo que es inspirador y cómo puede afectarme. Para mí lo que funciona es observar todo y luego olvidarte de ello y rehacerlo a tu modo”. En esta simple frase se puede condensar todo su pensamiento respecto al arte y la moda. En primer lugar, no hay reglas que indiquen el camino a seguir, las personas que se acatan a ellas sólo limitan su acto creativo. Lo que sigue es observarlo todo y no quedarse con nada, porque lo que necesitas hacer para trascender se encuentra en la más profunda y genuina interpretación que le des al mundo.
Por estas sencillas ideas, Lagerfeld es considerado una de las personas más originales y elegantes en el mundo de la moda, lo que demuestra que cualquier persona puede llegar a alcanzar la gloria estética porque lo que importa no es la marca de la prenda, sino la actitud refina de cómo la portas. Todos tenemos el don innato de la elegancia, sólo hay que romper con los límites.
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Lentes oscuros
La historia de los lentes de sol inicia 12 mil años atrás, cuando las primeras civilizaciones que vivían en los polos árticos fabricaban estos primitivos artefactos con huesos o madera para evitar que el intenso reflejo de la luz en la nieve los dejara ciegos. Fue hasta el siglo XVII cuando los lentes comienzan a ser considerados como símbolo de intelectualidad y sabiduría.
La moda estalló en los años 60, cuando las gafas de sol se convirtieron en un accesorio chic y al alcance de todos. Es muy probable que en la cultura popular se estandarizara como símbolo de elegancia con la cinta “Breakfast at Tiffany’s” (1961), donde se observan los inolvidables lentes tipo cat-eye.
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Zapatillas altas
Desde la antigua cultura egipcia ya aparecían ilustraciones en donde se representaban a hombres y mujeres sobre zapatos elevados. Un poco más adelante en la historia, dibujos de Leonardo Da Vinci también ilustraban el uso de este tipo de zapatos, aunque eran utilizados como accesorio para mejorar el acto de montar a caballo.
Fue hasta el siglo XVI cuando se consolidó como una prenda de alta costura. Durante la boda entre Enrique II de Francia y Catalina de Médici, ella lució zapatos de tacón alto como el complemento perfecto para el look de una reina elegante y distinguida
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Faldas y vestidos
Desde los inicios de la humanidad tanto hombres como mujeres han hecho uso de esta prenda para protegerse contra el frío y las inclemencias del clima. Se trataba tan sólo de un recuadro de tela agujerado por la parte de en medio por el cual se insertaba en el cuerpo y se sujetaba con una cuerda en la cintura alta o hasta el pecho. Los egipcios, por ejemplo, crearon los plisados, y los hombres la llevaban arriba de la rodilla, mientras que las mujeres la llevaban hasta el tobillo, ajustada al talle y con tirantes.
En la década de los 50, el glamour explotó y la falda se confeccionó amplia y con mucho vuelo. Se llevaba en todo tipo de colores, acinturada y de largo variado, entre la rodilla y el tobillo. Algunas otras eran más entalladas y sumamente femeninas. Durante los años sesenta surgió un tipo de falda jamás antes visto y que perdura hasta la actualidad: la minifalda. Fue creada por la británica Mary Quant, inspirada en los automóviles “Mini”. Se caracterizaba por tener un largo que llegaba arriba de la rodilla, algo sumamente escandaloso para la época. Este largo no sólo representaba una moda, sino una forma de expresar la liberación femenina de aquellos tiempos.
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Sacos
Fue en Inglaterra del siglo XV cuando las togas y otras prendas más largas se acortaron y se transformaron en chaquetas abiertas por delante en cuyas mangas se solían bordar los escudos familiares u otros símbolos civiles. Avanzado ya el siglo XVII, la corte de Luis XIV comenzó a tener una gran preocupación por la moda. La chaqueta del traje empezó a ajustarse a la cintura y a dejar la parte de las caderas más amplia.
Al principio los sacos y chaquetas sólo las ocupaban los hombres, pero con el inicio de las grandes guerras del siglo pasado, la necesidad de prendas más prácticas que decorativas obligó a darle un giro al guardarropa de todas la mujeres. Con esto se formalizó el uso de un traje de falda y chaqueta. Con el tiempo la moda volvió a buscar la belleza en este tipo de ropa hasta que la llevó a a confeccionarse con toda la elegancia que significa hoy en día portar un saco.
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Mascadas
A lo largo de la historia, las mascadas han sido utilizadas en las zonas de climas fríos para proteger el cuello y los hombros de las bajas temperaturas. Hubert de Givenchy decía que en el peinado se puede apreciar si una mujer domina con maestría las posibilidades de su look, y la mascada es un gran aliado en esta batalla. Su musa, Audrey Hepburn, solía llevarlas dobladas en forma de triángulo, acompañadas por gafas de sol y atadas debajo de la barbilla. Un estilo que le aportaba un aire sofisticado y relajado.
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Collares
Desde la Edad de Piedra, es decir, cerca de 40 mil años atrás, se creó y se tomó con seriedad el uso de este accesorio. Los collares eran hechos de piedras, huesos y conchas marinas, así como con dientes de animales. Pero fue con el descubrimiento del oro, plata y otra variedad de metales que se volvió símbolo de elegancia y distinción.
En la Edad Media, las mujeres pusieron de moda la gargantilla de tela ajustada al cuello, en la que se cosía un hilo de pequeñas perlas. Para el siglo XV, la moda era lucir un collar sobre el escote y no sobre el vestido, como había sido anteriormente. Hoy en día son una pieza indispensable para toda mujer elegante que busca mostrar su fineza con el brillo de las piedras preciosas.
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Anillos
La utilización del anillo se remonta hasta la época de los egipcios, incas y de los romanos. En dichas culturas se acostumbraba ponerles grabados de dioses o emperadores que servían para demostrar el poder de quien los llevaba, y sólo sacerdotes, emperadores o cónsules eran dignos de tal privilegio.
Los anillos de oro blanco son muy populares no sólo por su belleza, sino también por su significado. Se utilizan sobre todo como un signo de la frescura del amor, el respeto y la atención a la amante de alguien. Una mezcla de pureza, sencillez y sofisticación. Este tipo de oro se puede conseguir mediante la combinación de oro puro con un metal o más, tales como plata, platino, níquel, o paladio.
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Aretes
En la antigüedad, en pueblos como Grecia, Arabia, Egipto y algunos anglosajones, los aretes eran usados exclusivamente por los hombres. En Grecia portarlos denotaba educación y convertía a los jóvenes griegos en ciudadanos. Ahora los aretes se convirtieron en elementos imprescindibles que no pueden faltar en el armario de una mujer, pues además de finalizar el arreglo, ten en cuenta que según la historia, usar aretes significa poder y autoridad.
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Sombreros
El origen del sombrero es muy antiguo y su uso y forma se han ido transformando a lo largo del tiempo. Uno de los primeros registros que se tienen de este accesorio, es en las pinturas de las tumbas tebanas del siglo XVI a.C., en el que los egipcios aparecen con distintivos ornamentos en sus cabezas. Desde la antigüedad y hasta ahora, el sombrero se ha transformado en un signo que denota elegancia y porte.
A finales del siglo XX y principios del XXI, el sombrero sufrió un pequeño bajón en su utilización. No en el sentido de la protección ante el sol en verano o ante el frío en invierno, pero sí en el sentido del aspecto estético, en su función como complemento decorativo. Esto ha cambiado poco a poco y el uso del sombrero vuelve a verse como fue pensado en su creación: aporta personalidad, embellece y brinda elegancia
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Bolsos
Las bolsas comenzaron a denotar clase desde el siglo XIV. Al inicio se hicieron populares unos pequeños bolsos de cuero que se cerraban mediante un cordón y se ajustaban a la cintura. Los hombres los utilizaban sencillos, para llevar dinero, mientras que las mujeres hacían gala de bolsas decoradas y bordadas con delicadeza. La cantidad de adornos en la bolsa determinaba el estatus social de quien la llevaba.
Según la directora de cine Isabel Coixet, un bolso de 500 euros puede dar seguridad a las mujeres aunque vayan totalmente desaliñadas: “Te proporciona tal seguridad que te encuentras fantástica y piensas que vas a entrar en Tiffany’s y te van a extender la alfombra roja. Son cosas muy básicas, incluso tontas, pero con un bolso de Zara, lo siento, no es lo mismo. Un bolso es una defensa”
Recuerda que la elegancia te puede llevar al éxito, no dudes en aprovecharla.
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