Los básicos de la moda nunca te matarían, ten eso por seguro. Sin embargo, las pruebas, los experimentos y las apuestas por colores y tendencias, pueden resultar un tanto peor de lo que esperabas.
La muestra más letal de la Moda nos la brindó la época victoriana cuando en 1832, en Inglaterra, una pequeña niña de tres años llamada Ann, parecía estar sufriendo algunas complicaciones que tenían origen, según sus padres, en una enfermedad que atacaba sólo a los niños. Tres semanas antes, la familia había perdido a otros tres hijos y temían que Ann, la pequeña, fuera la siguiente.
El doctor a cargo del caso se llamaba Richard Turner, quien descubrió que los hermanos de Ann habían fallecido a causa de la difteria, pero la niña, a pesar de tener los mismos síntomas, mostraba un aspecto distinto al de los enfermos por dicha causa. El médico llamó al Dr. Orton, amigo y colega suyo, para tratar de salvarla. Un mes después, Ann perdió la vida.
Así, entró en juego el Dr. Letheby, quien en su afán de darle una respuesta a la devastada familia, realizó una autopsia que arrojaba los resultados más inesperados: la culpa era el del arsénico que estaba en las pinturas del papel tapiz de la casa; más específicamente, en el tono verde scheele. Pero hurgando más a profundidad, halló arsénico en la ropa de la niña. y luego de consultar algunas boutiques y fabricantes, descubrió que, en efecto, el verde de moda era tan bello gracias a dicho veneno.
No fue sorpresa luego de que los medios, haciendo un recuento, llegaron a la conclusión de que casi 20 años atrás, una compañía de nombre Wilhelm Dye y White Lead Company, situada en Schweinfurt, Alemania, desarrolló una pintura verde mucho más brillante y atractiva que las que ya existían; era muy similar a las esmeraldas y producía un reflejo maravilloso. Las mujeres lo comenzaron a pedir en sus prendas, los artistas lo ponían en sus luces y las familias lo adoptaban como el color perfecto para su paredes.
¡Inglaterra estaba bañada en verde scheele!
Pero no era tan simple como eso. Para fabricarlo, se necesitaba de arsénico, sustancia que le daba el color tan amado y asediado, pero, evidentemente, no le brindaba los mismos beneficios a todos los que se sumaban a la tendencia. Luego de un tiempo, las personas notaron que su piel se llenaba de úlceras, de líquidos extraños y una comezón insaciable. Otros más veían cÓmo su cabello se caía a mechones y unos cuantos sufrían vómitos con sangre, así como complicaciones inmediatas en hígado y riñones.
Extrañamente, luego de varios casos como el de Ann o el de otras personas, la gente no dejaba de usar y solicitar el mortal color. De hecho, el comportamiento ante la situación resultó algo extraño; tal parecía que a nadie le importaba morir en nombre de la moda. Fue hasta 1895 que el color verde fue prohibido y regulado, aunque esto significara tener un tono menos brillante y atractivo.
Desde entonces, el verde tiene cierta connotación negativa entre los hacedores de ropa, llámense diseñadores o costureras, argumentando que es un color que da mala serte y que está vinculado a los malos augurios.
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