Con una de esas bellezas que no sabes si admiras porque te gusta demasiado o porque resulta algo extraña, incluso spooky para tus predilecciones, Emma Roberts es un ser que cae entre lo divino y lo caótico. Así sucede con otra chica del mismo nombre –Watson–, quien también porta una sonrisa fuera de lo común, que da la impresión incluso de ser un tanto masculina y que con el cabello corto podría pasar por un chico andrógino; no sabemos si la veneramos porque es inaudita o porque debería recibir un premio de perfección. Ambas Emmas, muy bien asentadas en la cultura popular y sembradas en el imaginario de todo millennial son especímenes de hermosura que –a unos más que a otros– encantan al mundo entero. Por lo menos lo tienen hablando de ellas.
Algo que en escasas ocasiones se da es la situación de que los demás mortales en el planeta recordemos sus estaturas. Roberts con 1.57 y Watson con 1.65 metros. No son diminutas, por supuesto, de hecho cuentan con un tamaño bastante normal y promedio para las mujeres en el globo, pero es de extrañar que dos mujeres tan famosas y a quienes la admiración de los medios les han sumado kilómetros de altura –porque, claro, los dioses del espectáculo son enormes–, sean en realidad de una fisonomía bastante regular.
Pero, ¿a quién le importa? Si tanto prevalecen en nuestra memoria y tan buena impresión han dado a nuestras fantasías es porque algo muy bien están haciendo, es obvio. Desde sus actuaciones y la elección de sus papeles, hasta la imagen que proyectan en editoriales, videos, entrevistas, red carpets, shows y fiestas. En ese último punto, por ejemplo, cabe destacar el gran esfuerzo que han hecho por aprovechar su estatura, tomarla a su favor y no ponerse en riesgo por la misma.
Consideraciones que deberíamos tomar en cuenta al elegir nuestro guardarropa si es que, igual que ellas, no se supera el metro con 70 centímetros sobre el nivel del suelo.
Por mencionar algunos…
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No usar pantalones pescadores, pues acortan las piernas y hacen lucir al cuerpo como un comprimido de carne. Adiós a los capri.
Lo mismo ocurre con los jeans a la cadera; además de que ya no se ven tan atractivos como antes, éstos alargan el torso y acortan las extremidades. Un error para este tipo de cuerpo.
Para el uso de botas sucede una curiosa ley de los extremos; o se usan unas despampanantes ankle boots o se opta por unas atrevidas knee boots. Nada intermedio. De lo contrario, la pantorrilla se encoge y el cuerpo entero lo padece.
Elimina de tu armario toda prenda que sea holgada u oversize. Éstas sólo consiguen que te veas como un pequeño gnomo que se vistió con lo que apenas pudo encontrar en la casa de unos humanos.
Usar demasiados contrastes en tu outfit también puede ser peligroso; no abuses del colorblicking ni de piezas estridentes que abarquen mucho de tu cuerpo. Apuesta por lo monocromático.
Tira a la basura, cuanto antes, toda camisa o abrigo que sean de cuello cerrado y redondo. No te favorecen bajo ninguna circunstancia.
Igual con las faldas que llegan a la mitad de la pantorrilla; o muy corta o muy larga, pero no estropees así tu figura.
Olvídate de los cinturones gruesos o de las hebillas exageradas; ellos no hacen más que cortar tu silueta.
Por último, destruye los bolsos y artículos de joyería que sean enormes. Puede que parezca que cargas las piedras de la realeza o que planeas en algún momento esconderte dentro de tu handbag.
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En general, éstas son las prendas que una chica de poca estatura jamás debería usar; claro que cada quien puede usar lo que mejor le parezca y cuanto más le guste, sabemos que al final del día importa más la actitud que una serie de reglas presuntamente inamovibles. Sin embargo, nunca está de más conocer qué es lo que puede beneficiar o poner en riesgo nuestra figura.
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