¿Quién no recuerda ese gran sombrero que usaba Mary Poppins, los icónicos sombreros que portaban Flora, Fauna y Primavera en “La Bella Durmiente” o el sombrero tan característico de los Pitufos?
Hat, cappello, chapeau, der Hut, chapéu son sólo algunas traducciones para nombrar al accesorio que por siglos ha sido parte de nuestras vidas, estatus y posición social… el sombrero.
Nada es ni ha sido al azar, los egipcios usaban elementos ornamentales en sus cabezas para demostrar cierto estatus y en Grecia usaban un insignificante sombrero para cubrirse del sol cuando viajaban de una ciudad a otra.
Diversos tipos de sombreros han figurado a través del tiempo, y el cine ha sido un gran vehículo de difusión de moda y tendencias. Todos conocemos grandes historias en las que éste aparece, entre ellas “Caperucita Roja” desarrollada en la edad media. Una caperuza o capucha pegada a una capa, usada por los pobres y los monjes de la época, se convirtió en un elemento tan cotidiano que apenas nos enteramos del origen de su existencia.
Oto ejemplo, también escenificada en la edad media, es la historia de “La bella durmiente”, una princesa que fue vigilada y cuidada por tres madrinas con poderes mágicos, quienes usaban un hennin – sombrero cónico de entre 30-45 cm de alto aproximadamente, con un velo transparente que salía de la parte superior y caía sobre los hombros o en algunos casos, hasta el piso – se popularizó hasta nuestra fecha, conocido como sombrero de hada madrina.
Pero como lo conocemos en la actualidad surgiría siglos más tarde, durante el floreciente Renacimiento; accesorio que pasó de ser utilitario, a un elemento estético, marcando estatus social y económico; se fue transformando hasta convertirse en un aclamado accesorio de ricos, famosos, políticos y nobles.
Ya en el siglo XVIII con la Revolución Francesa, se le daría cierto significado simbólico a algunos sombreros como el frigio, accesorio que se adoptaría internacionalmente como símbolo de libertad.
Claro ejemplo de él se plasma en la obra de Eugène Delacroix “La liberté guidant le peuple”, y en 1958 el dibujante Peyo utilizaría como particularidad -además del color azul- en su gran creación, los pitufos.
Abraham Lincoln popularizaría en el siglo XIX la galera – sombrero de copa alta-, que formaría parte de su imagen y personalidad.
En los aclamados años 60, Jacqueline Kennedy se convertiría en la figura del glamour y del buen vestir por sus aclamados sombreros pillbox, que recorrerían el mundo contagiando a las mujeres de “alta” sociedad. El sombrero rosa que lució en la inauguración de la presidencia de su esposo, hizo que se convirtiera en figura del sueño americano.
Las pamelas fueron las reinas de los setenta, toda una explosión de color y texturas, ninguna clase social se resistió a ellas: desde los hippies hasta las princesas, pasando por actrices, cantantes y modelos, usaron este complemento de ala media.
Una de las casas de moda más fieles al sombrero en los 80, fue Chanel, tomando de los más discretos, a los extravagantes; de los sencillos a las grandes pamelas.
Recordemos el toque que este accesorio le ha dado a las mujeres de la Casa Real Inglesa, desde la Princesa Diana hasta Kate Middlenton en la actualidad.
Hay que nombrar -sin dudar- al estudiante de día y portador de la moda -coronado por un llamativo sombrero- de noche, el gran Stephen Jones, quien irrumpió en la escena de la moda londinense con sus espectaculares explosiones en las calles durante los años ochenta.
Con el paso del tiempo, figuras públicas como Boy George, Sarah Jessica Parker, Mick Jagger y personajes ficticios como el Sombrero Loco, Peter Pan, entre otros, han sido víctimas de la moda y del uso de este histórico y elegante accesorio.
Todos los días usamos objetos o prendas que han trascendido y que están llenos de anécdotas y evolución a través del tiempo, ¿qué parte de la historia te gustaría portar? ¿con qué sombrero nos podríamos sentir más identificados?
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