¿Sabías que, seguramente, aquello que pensaste como un gran invento lo haya pensado ya alguien más? ¿También sabías que las ideas pueden surgir en el mismo momento en dos países completamente diferentes, sin que los involucrados sepan o tengan contacto con la otra persona y aún así ser originales? Si esto te suena a esoterismo y te lleva a imaginar que tienes un doble perdido en alguna parte del planeta, estás un tanto equivocado.
De hecho, es sencillo comprenderlo si consideras que el mundo globalizado en el que vivimos nos hace compartir referentes culturales. Esos referentes culturales son parte de nuestro imaginario colectivo y como tales, pueden –o no– convertirse en parte de los signos indicados que algunas personas observan para, después, vislumbrar la macrotendencia que se aproxima.
Colección Gucci famosa por tomar los Dastaar (turbantes) en el Fashion Week 18 para que sus modelos, en su mayoría blancos, los usaran. No hubo ningún modelo sij, mismos que utilizan los dastar como símbolo sagrado de su religión.
Quienes se encargan de hacer un análisis de lo que ocurrirá en algunos años para predecir el comportamiento son llamados trendhunters. Pronostican cómo cambiarán los consumidores en dos años (aproximadamente) y qué es lo que pasará en ese momento. Con pequeños signos que lo indican, ellos hacen un rastreo certero de lo que podría acontecer en cuestión de marcas, consumo y referentes culturales importantes para las masas… pero esos signos que se encuentran en todo el mundo son como pequeñas luces que se prenden en un enorme firmamento: una por el Norte, dos más en Europa, otra en América Latina y cinco más en Asia. Así que, como el primer párrafo de este texto refiere, esas estrellas son eso que alguien más pensó y que es muy similar a lo que alguien más consideró en otra parte del mundo, ajenos y sin conocer en ningún sentido el proyecto del otro.
Del lado izquierdo Junya Watanabe, del lado derecho Alexander Wang.
Si lo piensas así, aquellas marcas que analizan y se basan en las macrotendencias compartirán muchos rasgos y características similares en sus diferentes colecciones; pero existe otro tipo de coincidencia que podría no parecer tan casual.
Una colaboración del diseñador Craig Green para Moncler a la izquierda, y el trabajo de Philipp Plein a la derecha.
El escritor Ángel González realizó su título La luz a ti debida en referencia (y bastante similar) al de Pedro Salinas llamado La voz a ti debida, pero sabía que lo hacía. Conocía que su obra era similar a la del poeta español y tenía un fervor empecinado en replantear un texto desde ese lugar que más que cerca, se yuxtaponía al de Salinas.
Versace a la izquierda, Burberry a la derecha.
De hecho, el escritor aseveraba, «la cuestión es que toda obra, inevitablemente, va a parecerse a otra de las miles de miles de obras que constituyen el acervo de los argumentos de la literatura, el cine, la ópera, e incluso las canciones pop. Un artista es un apropiacionista que se hace permeable a todo lo que lee, ve o escucha, y que acabará integrándolo en su propia creación […]. Los temas se copian, repito. El estilo que hace a un buen escritor es lo inimitable. Porque es personal, diferenciable. El talento no se remeda».
Ellery se ha convertido en algo así como una marca tributo que toma proporción y detalles de diseño y los transforma para hacerlos suyos: en última instancia, el beneficio de este nuevo modelo de negocio es crear tiempo; tiempo para diseñar, innovar y fabricar productos de diseño.
Pero, ¿cuándo una referencia, una cita o un homenaje se convierte en una copia de la obra de alguien más? Sin duda la inspiración es un potente motor para que –incluso “sin darse cuenta”– alguien utilice la obra de otro, las marcas también lo hacen con el arte que, bajado a las masas, se convierte en un producto de consumo más y en realidad, incluso entre diseñadores existen referencias que se citan una y mil veces hasta que simplemente parece todo una copia de lo anterior. Es una extraña paradoja de hiperconsumo contemporáneo en la que, aunque se busca lo nuevo, todo parece poco original y en lugar de eso, se convierte en uno más de todo lo que existe… ese ingrediente que todos los demás también tienen.
A pesar de haber logrado un rápido ascenso en la industria de la moda, el éxito de Style Mafia se ve opacado por las similitudes que sus prendas tienen con marcas High End o incluso con su competencia. A la izquierda un Zimmermann, diseñada por las hermanas Nicky y Simone, a la derecha un Style Mafia.
A la izquierda un diseño de Johanna Ortiz a la derecha Style Mafia.
A la izquierda un diseño de Ellery, a la derecha Style Mafia.
Lisa Marie Fernández tomó acciones legales contra Emily Ratajkowski y su marca Inamorata Swim por copiar dos de sus diseños de trajes de baño.
A la izquierda Lisa Marie Fernández, a la derecha Inamorata Swim.
La protección de los derechos de autor en la industria de la moda es mínima. Existe protección a la marca registrada, pero no al diseño o las características de la prenda, es decir, los diseñadores y las marcas pueden copiar –y ser copiados– cualquier característica de los diseños, menos la etiqueta y el logotipo. Esto es porque la indumentaria se considera “fundamentalmente utilitaria”. Así pues, la cultura de la moda se ha convertido en una cultura de reapropiación y copia.
Julien Dossena es conocido por resucitar el prèt-â-porter en Paco Rabanne; su diseño, a la izquierda, es muy parecido al de la firma de Yohji Yamamoto.
Esta característica se debe entender como un proceso fundamental de la industria. El cambio cíclico de la moda hace que esos diseños que al principio son parte de una élite, se conviertan en un producto masificado y, tal como se menciona al inicio del texto, cuando han sido considerados como parte de los indicadores del inicio de una tendencia, se transforman en referentes para quienes adoptan la tendencia rápidamente y, más tarde, en productos de masas para, finalmente, ser olvidados.
Según el texto de Hipertextual, esto se denomina obsolescencia inducida: «la industria del diseño depende del establecimiento de modas pasajeras, que permiten que los diseños se muevan hacia abajo en la cadena de consumo comenzando por los grandes diseñadores y los clientes de altos ingresos, hacia la “moda rápida” o de consumo masivo. Una vez que un diseño ha llegado a las masas, las élites dejan de quererlo: ya no cumple con su función de símbolo de estatus».
El diseño del director creativo Joseph Altuzarra a la izquierda, el de Christopher Kane a la derecha.
Toga Archives a la izquierda, Prada a la derecha.
Si no existiera este proceso, la moda no podría innovar ni debatir. La competencia se convierte en un juego entre la copia, la reapropiación y observar quién logra hacer el mejor diseño con las bases que todos tienen. Imitaciones y diseños de alta costura permiten que todos compren algún producto que encaje con lo que, según la propia industria, está de moda.
Con tres modelos diferentes de dos shows distintos, Del Pozo mostró una colección muy simular a la de Raf Simmons. Aunque no es totalmente un plagio, ambos diseños se parecen en demasía.
*Todas las imágenes pertenecen a la cuenta de Instagram Diet Prada.