Como parte de nuestra generación, no es de sorprenderse que hayas pasado por una fase oscura; de pronto los amigos, los compañeros de la escuela y tú mismo fueron víctimas del delineador negro, los Converse sucios y la camiseta de alguna banda de rock. Era el atuendo diario allá por los preciados 16 o 17 años, cuando los piercings comenzaban a causar cierta curiosidad en nosotros y los tattoos se veían como una meta futura.
En la actualidad, unos años después, ¿sigues vistiendo como para asistir a un funeral? ¿Aún llevas argollas en la nariz, cejas y labios? Seguramente esos tenis viejos están arrinconados en el clóset o en la basura y las t-shirts de Metallica ya se despintaron por el uso. Ahora los jeans negros lucen mejor con tacones u otro calzado y el cabello extra lacio ya no es tu prioridad por las mañanas.
Sin embargo, hay un diseñador de alta costura que sigue retomando esa etapa oscura por la que los padres se preocupan. Su nombre es Rick Owens, y probablemente sea uno de los pocos diseñadores completamente irreverentes del mundo de la moda, ya que no sigue una tendencia por temporada, sino que todo el año es una buena oportunidad para vestir de negro de los pies a la cabeza y sin importar si eres hombre o mujer. La ropa es para él un punto medio entre lo femenino y lo masculino; es cuando se rompe esa línea que divide géneros.
Con 55 años de edad, una esposa casi 20 años mayor que él y una fascinación casi enfermiza por el color negro, Owens lanzó en 1994 su propia marca, distribuida por la boutique Charles Gallay, que al ver la línea oscura y poco convencional que manejaba, no dudó en tomarla y promocionarla. En aquel entonces el grunge reinaba las listas de popularidad en la música y, por consiguiente, la ropa se volvió fundamental si querías hacerle saber al mundo que amabas escuchar a Nirvana o Soundgarden.
Su estilo era provocador y se salía de la línea visual que reinaba la moda. El estilo grunge no le era suficiente y le anexó un poco de estilo gótico que terminó por configurar su marca de ropa que, al cabo de cinco cortos años, saltó a Barney’s, de donde se ganó el Premio Perry Ellis al Talento Emergente en la gala de 2002. Galardón que le sirvió para abrir su propia tienda y seguir distribuyendo sus creaciones a lo largo del mundo, ya no sólo de Estados Unidos.
Entonces, ya con una boutique en New York, el periodismo especializado comenzó a hablar maravillas del hombre oscuro que ponía de moda el negro, haciéndolo ver como un color adecuado tanto para el verano, como para el invierno, para el día, la noche; los conservadores y los libertinos. Su estilo se seguía moviendo entre lo gótico y lo sucio del grunge, aunque cada vez se notaba mucho más sofisticado y exclusivo. A decir verdad, pocas personas se atrevían a usarlo de manera correcta o que no se viera “anormal” en las calles.
Ante tal predicamento, Owens decidió tomar cartas en el asunto. Su idea era plasmar su imaginario en la moda que usas cuando vas a trabajar, con tus amigos de fiesta o cuando tienes una cita; pretendía que cada persona que lo usara se sintiera cómoda llevando algo tan oscuro, pero tan expresivo como cualquier otro color. Decidió crear alianzas que le dejaron una colección de mochilas y productos de adidas que le abrieron las puertas al público general que no pretendía llevar alta costura en sus prendas. Lo nombraron entonces como “el padrino del brutal chic” y él, alardeando del mote, decidió nombrar sus colecciones de manera sugerente y provocativa; pero no sólo eso, sino que en las pasarelas, sus modelos no desfilaban mostrando la colección, sino que montaban números espectaculares, performances atrevidos y escenas surrealistas que hasta la fecha se mantienen como parte de su estilo y forma de exhibir sus prendas.
Entre filas de guerreras peleando entre sí, modelos que cargan a otros seres humanos y hombres y mujeres andróginos caminando con ropa sin género, Owens se posicionó como uno de los mejores diseñadores actuales. Es tan respetado como criticado, pero pocas veces recibe malos comentarios; por el contrario, es admirado por todo aquel que gusta de ser único y de diferir en cuanto a las ideas de los demás; no obstante, la polémica lo sigue desde los inicios.
Dicha polémica se acrecentó cuando en 2015, luego de pocos años de haber abierto su tienda en Miami, inauguró una en Los Ángeles con un desfile otoño-invierno que desataría la furia de los más puristas ya que la colección de hombres llevaba un agujero en la parte frontal dejando ver los genitales de los modelos. Justo al concluir el “espectáculo”, los modelos desfilaron con otros modelos a cuestas a modo de mochila, ya que incluso, llevaban correas como tal.
Para él, la estética oscura que maneja es una alusión al amor; entonces, una correa no es atar, sino sostener y brindarle protección a quien se le ha puesto. Toda su línea está inspirada en el amor y en la calidez. Por muy transgresor o violento o cruel que pueda llegar a ser, siempre lo plantea desde la mínima expresión de amor. Su más reciente noticia fue que está por lanzar un libro que expone el proceso creativo detrás de sus colecciones; desde cómo se concibe la idea, hasta como la presenta en una pasarela.
En definitiva, Rick Owens es un hombre polémico, que gusta de causar controversia con sus diseños, pero también ama sentirse parte del verdadero gusto del público y que, seamos sinceros, ¿quién no ama usar un outfit completamente oscuro, cómodo y con estilo? Owens lo sabe y por ello asegura que no dejará de crear esa oscuridad que atraviesa la luz y que a decir verdad, es mucho más sobresaliente e impactante que cualquier otra tendencia, diseñador y marca en el mundo de la alta costura.
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Quizá no has notado que en el cine de Pedro Almodovar se conjugan las ideas de algunos de los diseñadores de moda mas importantes del mundo como Alexander McQueen y otros que han influído en Owens.
Fuentes
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Rick Owens
Vogue
