Sampaio es un apellido al que debemos seguir muy de cerca y su rostro es uno de los más fotografiados en la actualidad. ¿Por qué?
Cada que pensamos en belleza, estilo y perfección humana nos hemos enseñado, con el paso de los años, a dirigir la mirada hacia las modelos. Y no a cualquiera, por supuesto, sino a aquéllas que han sido dotadas de hermosura para su construcción personal de idolatría. Con la herencia y los vestigios del prêt-à-porter en los años 50, hemos visto, durante las últimas décadas, una mezcla de voluptuosidad y estándar estético que rompe con los cánones de la silueta casi imposible que se nos ha impuesto; hoy gozamos de la imagen de una mujer más cercana a la figura “real” y a la exquisitez de sus rasgos.
Recordemos ese momento en el que la industria de la moda nos regaló la aparición de súper modelos semejantes a diosas, esos rostros que definieron los años 90 en una década urgente de bellezas. Sin embargo, es hoy cuando se levanta de entre todas las personalidades femeninas del medio la presencia absoluta de Sara Sampaio, una joven portuguesa que, en contra de lo que siempre habíamos pensado de la alta costura o la pasarela de prestigio –sitios donde las grandes caderas, senos y labios exuberantes eran elementos físicos mayoritariamente prohibidos–, se adueña de las marcas de lujo y la vida glamorosa más allá de ser un “ángel” para Victoria’s Secret, aún valiéndose de sus atributos carnales.
Sampaio es una chica que nació en las costas de Porto; creció como cualquier chica en el mundo, con aspiraciones, sueños, angustias y preocupaciones, pero sobre todo, ansias por encontrar su lugar en la Tierra. ¿El único problema? Quién se arriesgaría a fijar su mirada en una adolescente que no provenía de la Europa caracterizada por la moda. Fue así como entendió que debía apoderarse de los espacios y de su cuerpo mejor de lo que sus antecesoras en el modelaje lo habían hecho. Un concurso de peinados para Pantene a sus 16 años abrió una puerta que, afortunadamente, no se ha cerrado para la belleza más perfecta de Lisboa.
Las portadas de Sara no se han detenido tampoco; Vogue, Harper’s Bazaar y GQ repiten desde hace años la presencia de esta chica que no le tiene miedo a mostrarse natural y espontánea como sólo ella puede ser. Pero no todo es mostrar su dionisíaca figura y levantar los ánimos en fotos de playa. El hecho de que figuras femeninas como Sampaio aparezcan en los desfiles de Jean Paul Gaultier o Miu Miu, por mencionar algunos, también empoderan la belleza femenina, natural y salvaje.
Pensemos en su aparición durante la pasarela de Balmain; firma que se caracteriza por romper eternamente con los esquemas y cimbrar los pilares del conformismo. Cuando el mundo entero la vio allá arriba, supimos que un nuevo ícono nacía y, con él, nuevos acercamientos a la vida cotidiana; rasgo que supo aprovechar sensiblemente Olivier Rousteing en ella, director creativo de la marca y responsable de los horizontes mundanos de ésta.
Al mismo tiempo de modelar para Calzedonia y las portadas más representativas de Maxim o Sports Illustrated, la top model sabe que es un ícono total de erotismo y un ser humano que utiliza, según sus propias palabras, la desnudez como una herramienta de fortaleza para demostrar que las características de lo sensual no están peleadas con un trabajo de mayor seriedad. Como aquéllos que ha realizado de la mano de Armani, Elie Saab y Blumarine, entre otros.
Este reconocimiento a la mujer segura y plena la ha traído directamente a México, país que la corona como el rostro ideal del Fashion Fest organizado por las tiendas Liverpool; una firma que aprovecha al máximo esa personalidad burbujeante y joven de Sara como el sello perfecto para el estilo que tanto lucha la empresa por diversificar. La imagen femenina que difunde esta campaña y la mezcla de diversión con un gusto sofisticado, no podría tener otro perfil más que el de esta chica.