El estilo de la mujer francesa es fantasía, es caricia para los ojos. ¿En qué consiste su naturalidad, su manejo simple pero compleja estructuración? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Esa silueta que puede pasar de lo etéreo a lo metálico es un sueño que se conforma de amor y terribilidad; el look francés –mas no estrictamente el parisino– es enigma constante en el fashion global. La moda en el cuerpo femenino de ese viejo mundo construye todos los días una filosofía única, permeable, pero siempre fiel a sí misma. ¿Devota a qué? A un principio básico para entender medianamente qué es lo que hacen de diferente las francesas con respecto al resto del mundo: fundamentarse en lo invisible, lo inmaterial, en oposición a lo evidente.
Un liguero del que nadie sabe se encuentra por debajo de la ropa, sólo la dama involucrada está consciente de ello, un perfume que lo cubre todo en la habitación donde ella se encuentra, una suave tela que roza su entrepierna al caminar por un jardín, un delicado moño que descansa entre sus senos, una novela romántica que no para de narrarse en su cabeza. Todo eso se extiende con hilos transparentes desde su interior hacia las prendas que le cubren, creaciones textiles y estéticas que, con esa materia prima, no requieren de lo estrambótico para gobernar el espacio.
¿Qué es eso que consolida a las chicas francesas como íconos eternos de la moda?
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Se olvidan de la perfección
Encuentran fuerza en las pequeñas fallas, ya sea en su cuerpo o en sus prendas; no temen convertir ese pequeño lunar, ese mechón blanco de cabello o esas pobladas cejas en una marca distintiva de quienes son. De igual manera en su look, para qué temerle a una prenda deshilachada si pueden romper el aire con sus movimientos.
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Saben que menos es más
Algo sello pero propio es una clave. Puede ser un pequeño bolso, un fular de color sólido, unas botas que escondan algún remache vintage. Todo funciona siempre y cuando se rija con los términos de la sutileza y la identidad.
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Aman caminar
Andar por un parque, deslizarse en medio de la multitud por una vía frenéticamente transitada o ir despacio por un gran salón son distintos rostros del arte de ser francesa. No importa qué es lo que vistan, saben andarlo y convertirlo en su segunda piel.
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Crean recuerdos
Ya sea con un movimiento o con la fragancia que les acompaña, una mirada en suma con una esencia se convierte en memoria para ellas. Al disfrutar un macarrón, al perderse entre la gente, al besar la mejilla de un viejo amigo, los ojos perfumados de una chica, sus muñecas aromáticas son armas del estilo.
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No miden sus tiempos
Porque todo minuto, cualquier segundo, es de su propiedad. La puntualidad es una virtud, pero en ellas el reloj es sólo un accesorio que les recuerda que no importa la hora, deben llegar a cualquier lugar y asombrar a todos los presentes.
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Siempre tienen los pies sobre la tierra
¿Tacones? Por supuesto que sí; para una gala o un día muy especial, toda mujer necesita unos zapatos altos que demuestren su elegancia y porte. Sólo que las chicas francesas se caracterizan por algo menos complicado en el día a día: flats sofisticados, casuales y llenos de gracia.
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Saben de proporción
Como expertas en la ciencia exacta, estas chicas mezclan texturas y tamaños como nadie en el mundo. Un gran abrigo se acompaña mejor de unos jeans entallados, ese chongo voluminoso en la cabeza va a la perfección con unos lentes tipo wayfarer y un delicado vestido arquitectónico y sin pliegues.
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Son amantes del detalle
No para encontrar la perfección –como ya dijimos antes–, sino para adherir la fuerza o la exquisitez a lo que llevan; por eso prefieren un sutil reloj de pulso en vez de uno ostentoso, a veces largos y escandalosos pendientes, un refinado anillo con algunas piedras en vez de una roca exuberante montada en cientos de quilates, incrustaciones deliciosas en el cuello de una blusa, etcétera.
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Si prestamos nuestra mirada a lo que hace una chica francesa para ser una diosa de la moda, que en realidad tendría que ser entendida como una divinidad del estilo, nos daremos cuenta que es más una cuestión de estilo que de atuendo. Es esa naturalidad en su persona, el desenfado de sentarse incluso sobre la acera y tener una sonrisa burbujeante, ese detenerse a comprar un ramo de flores y ensuciarse un poco sin perder la mirada penetrante, cautiva, algunos destellos que podemos rescatar de su luz infinita para ser siempre ellas, magnánimas. ¿Qué cosas podríamos aprender del ser francés sin haber nacido así? Para leer más sobre éste y otros estilos, dirígete a 10 objetos que se convirtieron en parte de un look a la moda y Detalles que las mujeres exitosas siempre incluyen en su look.