Podría parecer que en la cotidianidad no se requiere ser un artista para vestirse cada día, pero en realidad lo hacemos como una expresión inconsciente, convirtiéndonos en un collage de experiencias, colores y estados de ánimo. Somos un cúmulo de comunicación visual caminando por la calle, porque el cuerpo es el medio que utilizamos para exteriorizar nuestro interior; nos presentamos ante el mundo causando una impresión a través de la moda y los accesorios que actúan de manera equivalente al óleo sobre un lienzo.
Todos somos personajes de la puesta en escena de la realidad, aunque hay algunas personalidades que destacan entre el reparto de la vida por ser excéntricos y extremadamente revolucionarios, uno de ellos fue Salvador Dalí, quien convertía la rutina diaria en un performance surrealista, perdiéndose entre los límites de la cordura y lo sublime de la belleza. Él llamaba la atención en cualquier lugar que visitaba, hay testimonios que lo describían como una presencia fuera de lo común, con su pañuelo en el cuello, la camisa desfajada, vistiendo un traje con chaleco, y el toque místico que le otorgaba su bastón negro con mango de plata. Sin olvidarnos de su excepcional bigote como recordatorio evidente de su genialidad.
El genio Salvador Dalí conquistó el cine, la escultura, el performance, la publicidad y la pintura, siempre portando el surrealismo como estandarte de sus múltiples facetas. Como homenaje a su onírica trayectoria multidisciplinaria, la Galería Mayoral en Barcelona presentó: Salvador Dalí. Maestro en metamorfosis, una muestra que expusó 31 obras, destacando 6 diseños de moda que creó en 1965 acompañados por collages, acuarelas y notas en sanguina, carboncillo y tinta china.
Como parte de sus múltiples facetas creativas, Salvador Dalí desarrolló un interés en el diseño de moda, sin dejar de lado el espectro del inconsciente y los sueños que le perseguían en toda su labor artística. La moda en Dalí era un vehículo de la expresión artística, un soporte de ideas que generaba un disfrute emocional y estético.
Su concepción de la moda era sublime y revolucionaria, y como en todo aspecto de su creación, Gala, fue la musa de la mirada surrealista y su máxima inspiración, pues diseñó para ella vestidos de acuerdo a su personalidad elegante y sobria. Dalí veía a la mujer como un objeto desmontable que se puede ensamblar a partir del maquillaje, accesorios, ropa y perfumes potenciando su sensualidad. Bajo este concepto, desarrolló una línea de perfumería inspirada en curvas orgánicas, carnosos labios y la silueta femenina que acompaña los rostros de la fantasía hecha mujer.
Los bocetos de diseño de moda hechos por Dalí van más allá de telas y colores, como su diseño “Yellow astronaut- clerical” inspirado en la idea de que “los vestidos más bellos son los litúrgicos, de todas religiones” y que al mezclar la liturgia con la astronaútica se conoce la fortuna en su concepción más auténtica. Otro de sus bocetos es la pieza “Extra flat”, un biquini prohibido por el propio artista a aquellas mujeres que no tienen pecho abundante y exigió para su uso tres pelos púbicos obligatorios.
Continuó incursionando en el mundo de la moda al diseñar la portada de “Vogue”, la revista con mayor autoridad sobre el estilo, pues en la época en la que trabajó con la publicación, ésta aún no usaba fotografías de modelos en las portadas.
Dalí se relacionó con íconos de la industria de la moda como Elsa Schiaparelli, con quien colaboró en el diseño de un vestido langosta en 1937 y el famoso “sombrero zapato”, que juega su existencia con el método paranoico- crítico de Dalí, de acuerdo con el cual un zapato ya no es un zapato sino un sombrero que alguna vez tuvo la forma de un zapato. Otro amigo diseñador de Dalí fue Christian Dior, quien le dedicó el vestido con cajones para ocultar los secretos del inconsciente.
Su herencia no desaparece y en la actualidad su estética surrealista sigue inspirando a diseñadores y colecciones, como Agatha Ruiz dela Prada, que ha sido cautivada por su exotismo y simbolismo; y el dúo mexicano Malafacha, conocidos por su estilo urbano arriesgado e innovador.
Salvador Dalí anticipó tendencias de moda actuales como la espalda descubierta, el crop top y el conjunto de playa de dos piezas.
Así, Salvador Dalí instauró el surrealismo en la moda al apostar por la libertad creativa en las prendas de vestir, rompiendo los límites en las imágenes que queremos proyectar al resto del mundo a través de nuestra presencia en él. Como toda actividad humana, en el diseño de moda surreal debe reinar el aspecto irracional y las pasiones sensuales, imaginarias, y los impulsos revelados en nuestros más profundos sueños. Nada es excéntrico, nada es imposible, es una creación pura de la mente plasmada en telas de colores.
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