El impacto de la moda en la cultura es más grande de lo que muchas veces pensamos. Esta práctica o, incluso, disciplina, es uno de los elementos artísticos que definen a Francia, y más específicamente la región de París. La cual es considerada capital primordial de la industria. Pero más allá de ser uno de los grandes exponentes de la moda, hay algo en su misma forma de vestir que impulsa a los extranjeros a imitar un gusto que supera a la ropa misma. El estilo de esa región no ha mutado; desde los últimos 60 años ha sido igual, con ligeras variaciones, y podemos identificarlo casi de inmediato gracias a ello.
Parte de cómo percibimos la moda francesa fue a causa de “La Nouvelle Vague” (la nueva ola), término que se refería a los cineastas de aquel país de fines de los 50 y todos los años 60. El movimiento en realidad nunca fue organizado –es decir, sólo existía como concepto– y no sólo influyó al cine, sino al diseño en general incluida la moda como uno de sus elementos principales. Transformó la vida europea y la clase que le ha distinguido por décadas.
Debido a que la estética del cine era lo más importante para directores como Truffaut, Godard o Chabrol, a todos los elementos del diseño de producción se le prestaba una atención detallada. Esto resultó en colores llamativos y ropa que contrastaba con el escenario y su historia. La mayor parte de nuestra percepción parisina, viene de esos atributos.
El estilo implementado con la ropa, el hombre misterioso fumando, la femme fatale con exceso de lápiz labial, y más adelante, una nueva actitud, definieron el imaginario francés con mayor intensidad por actrices como Ana Karina, musa de Godard. Todo ese allure viene a partir del cine y por eso identificamos dicho aspecto como afrancesado. Entonces, cuando hablamos de ese estilo en particular es una idea que está bien plantada en nuestra memoria visual. No se necesita ir a Europa para evocarlo ya que se mantiene por prendas muy sencillas y que en conjunto nos recuerdan a esa época experimental del cine. A esa era de glamur y distinción que hoy se mantiene vigente.
El auténtico je ne se quoi no es más que una idea, y de hecho, es muy probable que dentro de su clóset más de una persona tenga lo necesario para lograrlo. Así que se pueden evitar horas dentro de alguna boutique tratando de averiguar cómo quedará un atuendo porque, si se tienen los siguientes elementos, fácilmente se logrará el look Anna Karina sin salir del hogar.
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Gabardina o Chamarra de cuero
La gabardina bien podría ser el elemento primordial en la moda de ese país. Se trata de un asunto climático en primera instancia, pero aporta un estilo y elegancia que nos recuerda inmediatamente a la región. De otro lado del espectro, uno más moderno, la chamarra de cuero la reemplaza, ya que, al igual que la gabardina, no se interpone con el resto de la vestimenta e incluso le aporta un nivel más de porte.
Blusa de seda
Es imposible que una mujer no tenga una blusa de seda entre sus básicos del guardarropa, y aunque sean de distintos cortes, eso no es un problema. Es una prenda perfecta en cualquier combinación que vaya con falda o pantalón. Y como, por lo general, se adquieren “lisas”, da un sentido simplificado del atuendo, mientras que, al añadir una al outfit con print, hace que resalte en caso de usar prendas negras, que también son esenciales cuando se busca denotar elegancia. Aunque comúnmente se utiliza un corte ajustado, los sueltos toman más fuerza, ya que se ve más libre y cómodo.
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Vestido negro o Falda tipo A
Como se mencionó en el punto anterior, el negro denota elegancia, que lo que comúnmente se busca para el look francés. Tener un vestido negro en el closet es necesario para cualquier ocasión que lo requiera. La aparente infinidad de cortes se ajusta al gusto de cada quien y al momento de utilizarlo. Por otra parte, las faldas tipo A han tomado fama los últimos años, y también nos recuerdan al cine de Godard, especialmente a finales de los 60.
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Skinny jeans o Pantalón de cuero
En los años iniciales de este estilo percibido, los pantalones anchos o las faldas eran lo principal. Pero con el cambio de moda y la adaptación pauatina, los skinny –así sean jeans o de cuero– resaltan la figura. Dependiendo de la ocasión el color puede combinar perfecto con abrigos y blusas holgadas.
Mascada de seda
Otra de esas prendas que se usaron en exceso durante la nueva ola francesa. Si se busca ese estilo de chica francesa es necesario integrar un elemento definitivo y ésta es la opción. Podría parecer cliché –y lo es– ya que se puede encontrar en el clóset al menos uno antiguo, pero afortunadamente, eso es parte del encanto. Si se combina adecuadamente, es la adición ideal para, al menos, hacer referencia a la capital de la moda por medio de una prenda fácil, sencilla y que, en caso de no tenerse entre tanta ropa, se puede encontrar rápidamente.
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Botines o Flats
Como última prenda que define a la moda francesa, hay dos opciones para el calzado. Al menos de la tradicional. Los botines son el lado elegante y pueden ser de tacón bajo o medio, dependiendo el gusto. Si se busca algo más simple, los flats, de forma sutil, logran el outfit francés que no es difícil de conseguir.
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El cine, como forma cultural de expresión, no sólo sintetizó una generación durante “La Nouvelle Vague”, sino que también definió cómo el mundo percibiría a los franceses desde sus propios países. El tema romántico, la seriedad, las mujeres y la moda también moldearon al territorio como lo conocemos actualmente. El estilo de “chica francesa” no envejece, evoluciona con pequeños detalles.
