En la tranquila isla de São Miguel, localizada en el puerto de Rabo de Peixe, costa norte de Portugal, un misterioso velero Sun Kiss de 14 metros de eslora, que transportaba unos 505 mil 840 kilos de cocaína con una pureza que alcanzaba el 80 por ciento y con un valor en el mercado narcótico de 40 millones de euros, naufragó en junio de 2001.
Según las teorías de las autoridades, en aquel verano de 2001 el océano se puso violento, así que los transportistas acuáticos de la droga tuvieron que abandonar la embarcación por los graves daños que sufrió el mástil, lo que impidió continuar el viaje. Así fue como llegó el pequeño barco forrado de la mejor cocaína de Europa a una isla donde nunca pasaba nada en la vida de sus 7 mil habitantes.
La isla de São Miguel aún no se recupera de la adicción a las drogas. (Foto: Diario España)
Así, toda la costa de la isla quedó teñida de blanco, como si hubiera caído una nevada en pleno verano portugués. En un santiamén se corrió la voz y todos los habitantes fueron al norte de la isla por el tesoro de farlopa. Desde niños hasta señoras con tubos en el pelo se abalanzaron por la mercancía.
Las autoridades sólo pudieron confiscar 400 kilos en un operativo tardío ya que la población, ignorante y castigada por la escasez, la pobreza y el aburrimiento, cambiaría el estilo de vida de Rabo de Peixe para siempre.
La cocaína, que era un producto de lujo para las clases medias-altas, se convirtió en una salida económica para un puerto empobrecido, que al mismo tiempo comenzó a consumirla. La novedad cocainómana comenzó a venderse como pan caliente en las calles del puerto, donde en vasos pequeños a tope del polvo mágico se vendía por 20 euros, nadie conocía el precio ni el valor real de la droga.
La policía portuguesa sólo pudo decomisar 400 kilos. (Foto: minuto 30)
«Fueron semanas de caos, pánico y anarquía absoluta», explicó a El País Nuno Mendes, periodista y corresponsal del diario lisbonés Publico que cubrió el acontecimiento.
Se empezaron a contabilizar en promedio 20 muertes por semana y decenas de ingresos a hospitales por intoxicación en las tres semanas posteriores al desembarco. «Nunca hubo datos reales, las contabilizaciones las hicieron los médicos de los hospitales y puede que sean deficientes», dijo Nuno.
El único detenido por la policía involucrado en el caso fue un siciliano, llamado Antoni Quinzi, quien después de su arresto escapó para volver a ser detenido con dos kilos de cocaína y un pasaporte falso, se comprobó con las investigaciones de la policía portuguesa que estaba involucrado en el encallamiento de la coca.
Hoy en día los habitantes de la isla siguen padeciendo una fuerte adicción a la coca. (Foto: clínica Lincoln)
16 años después del naufragio que destruyó la tranquilidad de Rabo de Peixe, el servicio móvil de las autoridades sanitarias portuguesas recorre la isla de São Miguel cada semana para repartir metadona entre los drogadictos sobrevivientes que desde 2001 no pudieron recuperar su sobriedad.
«La pureza de la cocaína produjo un efecto devastador, el subidón de droga en esa isla fue tan bestial que la gente empezó a consumir heroína para poder dormir y bajarse el pasón de coca», así resume la situación actual de São Miguel, Suzete Frías, directora del sanatorio de la Ponta Delgada que cuida y vigila los estragos que dejó aquel fatídico junio de 2001.