Si estás leyendo esto seguramente sabes del cochinero que tenemos en todo el planeta. Lo más probable es que estés informado sobre el nivel de contaminación al que hemos llegado por nuestra afición a los cubiertos desechables, las botellas de agua y las bolsas de plástico. Bueno, te tengo dos noticias: una buena y una mala.
La mala primero. El plástico ha entrado a la cadena alimentaria. Sí, hemos producido tal cantidad de basura y esta se ha fragmentado tanto que ahora podemos encontrarla en organismos que los humanos consumimos como alimento.
La basura nos ha invadido y aún así, seguimos consumiéndola. (Foto: Recreo Viral)
Científicos del Instituto Alfred Wegener de Alemania se fueron al Ártico a ver si encontraban contaminantes en un paraje tan remoto. En todas las muestras que sacaron del hielo marino hallaron plástico, hasta 12 mil pedazos de este por litro. Trozos diminutos de empaques, poliéster y hasta cigarros estaban por todos lados, lo que sugiere que «el plástico ya es ubicuo en todas las aguas superficiales de los océanos del planeta».
Dichos microplásticos, indetectables a simple vista, al parecer se están convirtiendo en el nuevo condimento de tus platillos favoritos. Un reporte hecho para la Organización Marítima Internacional de la ONU por científicos estadounidenses encontró microplásticos alojados en los tejidos de pescados y moluscos que se vendían en el súper. Tenían desde fibras sintéticas de ropa hasta pedazos de neumático.
Contrario a las ballenas y aves reventadas por comer tapas de botellas y bolsas, estos animales parecen sanos. Y aunque aún es pronto para decir qué efectos tienen en la salud de la gente, el plástico que es capaz de alojarse en tus órganos a mí me suena medio cancerígeno. Esos tacos de camarón y agua de horchata con popote ya no se antojan tanto, ¿verdad?
Los humanos seguimos consumiendo plásticos a pesar de la contaminación. (Foto: RT)
El problema no sólo está en el mar. Un estudio similar encontró que la tierra de múltiples ecosistemas de Suiza, incluidas sus prístinas montañas, tienen rastros de microplásticos. El 90 por ciento de las muestras dio positivo. Incluso el agua potable de Nueva York, Francia y el Reino Unido tiene altos niveles de contaminación.
Mientras hay gente que sigue pidiendo doble bolsa en el súper sin saber que se la va a acabar comiendo, hay otros que intentan limpiar nuestro desastre.
Ahora va la buena. Este año se pone en marcha el proyecto The Ocean Cleanup. Creado por Boyan Slat, un holandés de 23 años, es un sistema que busca limpiar el Great Pacific Garbage Patch, una concentración gigante de plástico en medio del océano Pacífico. Con una serie de torres flotantes y boyas, pretende usar las corrientes marinas para limpiar el 50 por ciento del desperdicio en sólo 5 años.
Además hay tendencias positivas en todo el mundo. En varias ciudades de Europa están apareciendo supermercados que no utilizan plástico; Cancún quiere ser la primera ciudad mexicana libre de plástico desechable; Kenia, mi nuevo país favorito, acaba de implementar una ley que pena con 40 mil dólares o hasta 4 años de prisión a quien use, compre o fabrique bolsas de plástico.
Eso suena bien. Sin embargo, la producción de plástico, que entre 1950 y 2017 se calculaba en 8 mil 300 millones de toneladas, se estima que llegue a 34 mil millones en 2050. Eso sin mencionar que los microplásticos que ya están en el ambiente seguirán ahí varios cientos o miles de años más.
Así que entrémosle con ganas a las cosas que nos encantan, como las botellitas de PET y el ceviche de pescado. Al fin, en unos cuantos años ya casi van a ser lo mismo.
Por: Alex Ruelas
*Las columnas de opinión de CC News reflejan sólo el punto de vista del autor.