Si uno pone atención a los animales más tiernos del planeta, sin duda los koalas australianos aparecen en los primeros lugares. Pero esta belleza apapachona tiene una dificultad de la que casi nadie habla: han sido arrasados por enfermedades de transmisión sexual; casi a la par de los ataques de perros, la pérdida de hábitat y los atropellamientos.
La clamidia es una bacteria que infecta a hembras y machos por igual y tiene síntomas como flujo vaginal y del pene anormales y ardor al orinar. Pero a los koalas les ha afectado más allá y generalmente les provoca fuertes infecciones y dolorosas inflamaciones en el tracto urinario, que generalmente les provoca la muerte. Y cuando logran librarla y sobrevivir, es muy probable que tengan infertilidad y ceguera.
Hasta hoy, todas las vacunas han sido insuficientes para aminorar los efectos de la clamidia. Por eso, el estudio de su ADN no sólo implica saber cómo están constituidos y se mantienen sólo de eucalipto, sino una oportunidad para acercar una mejor calidad de vida a los marsupiales.
Según los expertos en la especie, en Australia quedan unos 329 mil koalas vivos y sólo tres cuartos de esa población está sana. Un número escandaloso pues representa sólo una fracción de la población que habitó a mediados del siglo XIX.
El estudio de la genética, en este caso, propone una conservación posible de la especie y sobre todo una desmitificación de la promiscuidad, porque sí, los koalas hembras tienen muchas parejas sexuales, pero el problema ya no sólo viene por el contacto coital, sino que ha evolucionado a la clamidia hereditaria, los koalas bebés la atrapan mientras se desarrollan en la bolsa de su madre y crecen con ella.
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