Mientras la celebración deportiva de los Juegos Olímpicos de Invierno (JOI) celebrados en Corea del Sur, apacigua la escalada diplomática entre el norte y el sur de la península; el deporte funge quizá involuntariamente, como un mediador en los conflictos políticos no sólo en este caso, ya que existe un largo historial al respecto.
La ambivalencia en la diplomacia deportiva, devela sutilmente las estrategias que contienen los intereses geopolíticos de las grandes potencias globales; desde la adopción del discurso de unificación (como el presente caso entre las dos Coreas), hasta el destape público de las ambiciones de los Estado-nación.
El comité de unidad de las dos Coreas, primer acercamiento diplomático. (Foto: AFP)
Desde la época original del Olimpismo en la antigua Grecia, las ciudades-Estado adoptaban una postura de paz o neutralidad, aún si algunas de las ciudades de la península helénica estaban en guerra. En tiempos contemporáneos, y desde principios de la década del 2000, el vector diplomático promueve la paz y resalta las inquietudes políticas en sectores sociales de determinado país. Pero, ¿cómo surge este papel de mediador diplomático adoptado por el olimpismo?
La “tregua de honor” a través del deporte
El barón Pierre de Coubertin es considerado en Francia como el padre del pacifismo olímpico moderno, a raíz de su discurso en la conferencia de Soborna (1892), donde comparó los desarrollos tecnológicos e industriales de la época con el deporte. «La unidad deportiva ha hecho más que cualquier otra convención diplomática o tratado para contagiar la paz», dijo.
En 1896 se convirtió en el primer presidente del actual Comité Olímpico Internacional (COI) utilizándolo como una institución de unificación de los pueblos.
Pierre de Coubertin, padre de la diplomacia deportiva. (Foto: Tought.Co)
El COI como mecanismo de unidad internacional, refleja también el principio de neutralidad de Coubertin, donde no son los países, sino los atletas y las ciudades sedes, los protagonistas. La primera gran prueba de pacifismo para el COI fue durante la Primera Guerra Mundial, donde la sede administrativa olímpica en Suiza, sirvió de foro diplomático para las potencias europeas en conflicto, como una especie de parlamento internacional.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el COI continuó con la labor diplomática de Coubertin después de que ofreció inmunidad diplomática a los deportista de color durante la celebración de los Juegos Olímpicos en Berlín 1936, cuando Hitler pretendía demostrar al mundo la superioridad aria en el deporte.
Sucesos que marcaron los Juegos Olímpicos
Durante la Guerra Fría, la política cubrió la pureza deportiva de las olimpiadas en la manta de la intolerancia y las diferencias ideológicas típicas de aquella época. El más devastador de los sucesos fue la masacre de Múnich en 1972 cuando un ataque terrorista perpetrado por el comando palestino “Septiembre Negro” secuestró y tomó como rehenes a miembros de la delegación israelí en la villa olímpica para después asesinarlos.
La postura del COI se inclinó por su esencia diplomática dando continuidad al evento un día después de la tragedia argumentando que ningún ataque terrorista podía condicionar la celebración deportiva y que la unidad de los pueblos es más fuerte que el fanatismo de una minoría.
Un terrorista palestino se asoma en un balcón de la villa olímpica. (Foto: ABC)
La confrontación entre EUA y la URSS relacionada a las olimpiadas, se agudizó en 1980 cuando la delegación estadounidense protestó en Moscú por la invasión de las fuerzas soviéticas en Afganistán. «Esta maniobra fue ideada un año anterior a esos juegos olímpicos, donde el gobierno estadounidense pretendía oponerse a la ocupación soviética a través del deporte. La respuesta se dio en Los Ángeles 1984 por la intervención estadounidense en las revoluciones de Centroamérica», dijo el historiador francés Jerome Gygax a Le Figaro.
«Para que un boicot con pretensiones políticas tenga efecto, es indispensable la influencia global del país en cuestión, así como el bloque de aliados que maneje. Es por eso que durante la Guerra Fría los boicots fueron efectivos», dijo la investigadora del instituto IRIS Carole Gómez.
Hechos contrarios a los intentos de boicot en Beijin 2008 y Sochi 2014 donde el COI logró mediar sin dificultades las diferencias de los países involucrados.
¿Juegos Olímpicos como voz de los marginados?
Los deportistas de países en desarrollo y que provienen de ciertos sectores sociales oprimidos usan el escenario olímpico para hacer oír su voz. Durante los juegos de 1956 los deportistas de Irak, Egipto y Líbano denunciaron la intervención política y militar de Reino Unido, Francia e Israel en sus países.
Lo mismo ocurrió en 1964 cuando Indonesia y la propia Corea del Sur cancelaron su participación en protesta por la negativa del COI en que países en desarrollo propusieran su candidatura para organizar el evento. No fue cuatro años después cuando el primer país en desarrollo organizó las olimpiadas en México 1968.
Atletas afroamericanos alzan el puño en protesta contra el odio racial de EUA. (Foto: SIPSE.com)
Sin embargo, los juegos se vieron opacados por la represión del gobierno mexicano contra el movimiento estudiantil tras perpetrar una masacre contra docenas de universitarios en la Ciudad de México, hecho que brindó una enorme impopularidad del exterior a la figura presidencial en México.
A ello se unió la protesta de los atletas afroamericanos durante la ceremonia de premiación donde alzaron el puño con un guante negro en la explanada del Olímpico Universitario mientras se entonaba el himno de su país, todo para reclamar la desigualdad racial en EUA.
La hermana de Kin Jong-un y la diplomacia
La unión del equipo femenil de hockey de las dos Coreas no sólo denota cierta reconciliación a través del deporte, también la presencia de Kim Kung-un, hermana del dictador norcoreano, refleja la apertura diplomática de la aislada Norcorea con el sur, lo que para muchos analistas es un gesto de acercamiento significativo nunca antes visto en años.
Kim Kung-un estrecha la mano de Moon-Jae, presidente de Corea del Sur, durante inauguración de los JOI. (Foto: La Vanguardia)
«El deporte no resuelve las diferencias políticas, pero sí ayuda a revivir el diálogo, aunque se trate de una escalada con tintes nucleares como la que viven Pyongyang y Washington», señaló Gómez quien destacó que el deporte logró que ambas Coreas alzaran el teléfono para dialogar, algo que no ocurría desde hace tres años.
Sin embargo, advirtió que esta apertura debe observarse con precaución ya que sería un error ver este acercamiento como el fin del problema diplomático. Un ejemplo: los nazis, quienes en las olimpiadas de Berlín mandaron un mensaje al mundo de apertura política. El resto, es historia.
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