En las montañas caucásicas del sur de Georgia, en la región entre Europa del Este y Medio Oriente, un grupo de arqueólogos dirigidos por Patrick McGoverns del Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania, descubrieron los fragmentos de una vasija de cerámica con residuos de vino hecho con uva euroasiática, la más común de Europa.
Este hallazgo es la evidencia más temprana hoy en día con respecto a la producción de vino, una de las bebidas más antiguas hechas por el hombre. Ante esto, el equipo de McGovers cree que dicha región pudo ser el asentamiento de los primeros productores de vino.
«Los restos de barro datan del 6 mil a.C. por lo que el vino hallado en su interior se trata de una cosecha de poco más de 8 mil años, según el arqueólogo molecular del Museo de Pensilvania, escribió McGovern en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias.
Asentamiento donde fue descubierto el vino. (Foto: NYT)
Los dos descubrimientos más antiguos sobre el origen del alcohol que había dado en Irán databa entre 600 y mil años de antigüedad, y en China se localizó una bebida fermentada con base de arroz que se remonta al año 7 mil a.C. La bebida china estaba hecha con miel, espino blanco, hierbas, uvas silvestres y arroz, muy diferente a los vinos de Occidente.
Siempre hubo una gran incógnita respecto al origen de las bebidas fermentadas, sin embargo, el hallazgo en Georgia coincide con la cultura alcohólica que se tiene en los pueblos caucásicos y que se refleja en sus fiestas regionales que datan desde la Edad de Bronce, el Periodo Clásico y el Grecorromano hasta la Edad Media.
«El vino georgiano es el más tradicional y antiguo en los países del extinto imperio Zarista, la Unión Soviética, hasta nuestros días», explicó McGovers.
Jarra neolítica de vino. (Foto: NYT)
De acuerdo con el hallazgo de la vasija y la investigación histórica del grupo de arqueólogos, se determinó que los grupos humanos de la Edad de Piedra del este europeo almacenaba sus vinos en tarros de hasta 300 litros, con un tamaño suficiente para llenar unas 400 botellas para después enterrarlas bajo tierra y mantenerlas frescas e iniciar el proceso de fermentación. Práctica que aún se lleva acabo hoy en día.
En cuanto a los restos de vino, se detectaron rastros de pólen de uva antigua, almidón de uva, residuos de moscas de fruta pertenecientes al neolíticas, por lo que no se pudo saber si era vino blanco o tinto.
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