Los trabajos de conservación de las especies están resultando estériles. En por lo menos las últimas tres décadas hemos visto, inútiles, cómo las musarañas, los peces espátula, las tortugas gigantes y los leopardos nublados de formosa, por nombrar algunos, desaparecieron sin más reacción que una levantada de hombros.
La resignación de minutos se esfuma ante la ola de otros animales y formas de vida sobre las que no existe esperanza de supervivencia.
Pero también vale no confundirse, pues hay intervenciones humanas con diferentes estrategias que ayudan a soportar el golpe de la extinción de especies, incluso en circunstancias tan lamentables como el caso de la vaquita marina, por ejemplo, que se prevé que esté extinta antes de que termine la década, pues en 2016 se contaron sólo 30 ejemplares.
La marsopa mexicana se redujo considerablemente por la demanda china de totoaba, pez cuyo kilo de buche cuesta más que la cocaína y que en su pesca, el daño colateral fue la vaquita. (Foto: Minden Pictures)
Pero más allá de las especies de titulares, hay distintas especies que se encuentran en estado crítico de existencia, algunas incluso con menos de 100 ejemplares. Los ejemplos más desastrosos son el rinoceronte de Sumatra (100 ejemplares), el rinoceronte negro (5 mil ejemplares), el leopardo de Amur (30 en reserva de Siberia), los elefantes del bosque y los orangutanes de Borneo (69 mil).
Así lo confirmó en una lista la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés), que además de grandes animales, enlista a plantas, aves, anfibios, mamíferos y vida marina en siete categorías que funcionan a modo de semáforo para identificar a las especies de menor preocupación, las vulnerables, las que están en peligro, hasta llegar a las extintas.
Actualmente existen más de 5 mil 583 especies en peligro crítico, de las que 26 fueron consideradas así tan sólo el año pasado, después de haber estado en categorías de menor preocupación.
Aunque las mediciones en general son aproximaciones, pues es complejo saber el número exacto de ciertas especies con los métodos de conteo que incluyen rastreadores GPS, cámaras, censos, excretas y marcas, el panorama no es mejor; muchas especies se están extinguiendo.
Del leopardo de Amur quedan de entre 30 y 34 en una reserva de Siberia.
¿Cómo se define un proceso de extinción?
Las especies que están abandonadas o en condiciones complejas de los ciclos reproductivos son las más vulnerables, pues las largas temporadas de espera para que nazca nuevos miembros hacen todo más difícil.
Incluso se puede considerar a una especie con 500 ejemplares en condiciones adversas, en mayor peligro que una que tiene 300 en hábitats controlados, en los que la mano humana ayuda a su recuperación poblacional o se regenera de manera constante.
Sí, también es cierto que cada año se descubren nuevas especies, pero eso no aumenta las que ya existen, ni dan aliento a la pérdida acelerada de vida silvestre en general.
Es triste y de poner atención, pues el impacto ambiental que causa la ausencia de una sola especie recae directamente en todos los habitantes del planeta. Nadie se salva por una razón muy simple: todos los ciclos naturales están conectados.
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