Los médicos australianos no se sorprendieron por el estreñimiento de tres días de este hombre de 53 años, sino por la cantidad de materia fecal que tenía en el intestino y que le provocó un fuerte dolor abdominal, náuseas, hinchazón y parálisis en las piernas por más de 24 horas.
El informe que detalla cómo una de las piernas no tenía pulso y estaba fría (como muerta) fue publicado en BMJ Case Reports la semana pasada. Lo más sorprendente es que el hombre no padecía ninguna enfermedad vascular o intestinal, es decir, que sus antecedentes médicos estaban limpios.
Radiografía del intestino. (Foto: IFLScience)
Pero no así su intestino que tenía una compactación fecal masiva y síndrome compartimental abdominal, es decir, un aumento de presión en el abdomen que dificulta la llegada de sangre a los órganos internos y provoca insuficiencias cardíacas y respiraciones o disfunciones renales.
Aunque lo que causó la parálisis se explicó como una anomalía poco vista de la presión del intestino grueso sobre la arteria ilíaca, los médicos no descartan que en los incontables casos sobre constipación que atienden todos los días se presenten nuevas fronteras de popó atorada, pues al parecer cada vez es más común que los músculos del intestino se esfuercen y padezcan de más porque estamos cagando mal.
O al menos eso dice Julia Enders, autora de un estudio sobre intestinos que reveló que sentarse en las tazas de baño comunes dificulta la evacuación, pues el cuerpo humano está diseñado para defecar en cuclillas.
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