Cada vez son más las especies en riesgo de desaparecer debido a nuestros actos humanos cruentos.
¿Ahora qué hicimos?
El “santuario” para chimpancés de Tacugama, en Sierra Leona (África), acogió en los últimos tres meses un número récord de siete chimpancés huérfanos, lo que muestra que en este país, la especie paga realmente un precio alto por las acciones humanas.
Créelo, esta cantidad es lo suficiente alarmante, no se necesita que cientos de chimpancés mueran en un solo día para hablar de un crisis.
Los chimpances pagan los actos que los humanos deciden. (Foto: La Silla Rota)
¿Por qué los chimpancés están muriendo?
Estos “chimpancés occidentales” (una subespecie del chimpancé común) son asesinados por los cazadores furtivos por su carne o por los agricultores como represalia por los daños que causan en las plantaciones. De esta manera es cómo se reduce su hábitat, la selva tropical de los alrededores de Freetown, que inicialmente era una zona protegida.
Estas inquietantes cifras se publicaron en el reciente informe “Planeta Vivo” del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) acompañado de datos que muestran que esta reducción se debe a una creciente urbanización y a la explotación de los bosques. Según sus cálculos, “entre 70 y 100” chimpancés murieron durante los últimos tres o cuatro meses.
La población de esta subespecie de chimpancés del oeste de África cayó un 80% entre 1990 y 2014, confirma un estudio del American Journal of Primatology. Quedarían alrededor de 5 mil 500 en Sierra Leona, es decir, un 10% de estos chimpancés aún en libertad, que ya desaparecieron en Burkina Faso, Benín, Gambia y quizá en Togo.
Entre 70 y 100 chimpancés murieron durante los últimos tres o cuatro meses. (Foto: LaInformación)
En edad de ser amamantados
“La mayoría de los pequeños tienen menos de cinco años y deberían en principio ser aún amamantados por su madre”, explicó a la AFP “Mama” Posseh Kamara, cuidadora de chimpancés desde hace 14 años.
“Sus madres fueron asesinadas por los cazadores furtivos o fueron vendidos como animales de compañía”, añadió esta mujer de 51 años mientras daba el biberón a uno de sus protegidos de cuatro meses, con otros dos subidos a su espalda y su cabeza.
Posseh Kamara, cuidadora de chimpancés. (Foto: LopScoop)
“Hemos plantado más de 4 mil árboles en el Freetown National Park (al que pertenece la reserva para chimpancés), pero las autoridades otorgaron los terrenos para la construcción de casas, como consecuencia de la falta de leyes, la corrupción o por codicia”, denunció su director, Bala Amarasekaran.
No quedará nada de los primates, serpientes, pájaros, mariposas y antílopes del parque nacional, si se continúa destruyendo el medioambiente.
Para Papanie Bai Sesay, el responsable de la ONG local Sociedad de Protección de la Naturaleza en Sierra Leona, las leyes del país, que datan de 1978, están “obsoletas” y además “las autoridades no las aplican”.
“Nuestro mayor desafío son los leñadores y los mineros que destruyen la selva con total impunidad”, confirmó un consejero científico de la reserva de Tacugama, David Momoh.
“La mayoría de los pequeños tienen menos de cinco años y deberían en principio ser aún amamantados por su madre”. Posseh Kamara
Cazadores furtivos arrepentidos
“Sierra Leona pierde una gran parte de su superficie forestal debido a la actividad humana”, menciona el representante local de la Agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Nyabenyi Tito Tipo, de visita en Tacugama.
Las autoridades de Sierra Leona proyectan plantar un millón de árboles en todo el país y establecer “tribunales de medioambiente”, explica Beran Forster, responsable de la Agencia para la Protección del Medioambiente.
Con la ayuda financiera de la embajada de Estados Unidos, también alientan a las comunidades locales a adoptar formas de agricultura menos destructoras, como el cultivo de plantas medicinales o de flores.
Los cazadores han tomado decisiones en pro de la biodiversidad. (Foto: Indianapublicmedia)
La reserva emplea además como guardias forestales a varios excazadores furtivos, agricultores o leñadores de los pueblos de alrededor.
“Era campesino y cazador, pero después de tomar conciencia de los peligros a los que sometemos a la biodiversidad, decidimos proteger nuestros bosques para las futuras generaciones”, confiesa uno de ellos, Joko Kamara.
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