El peor accidente nuclear de la historia sigue teniendo víctimas. Humanos y perros siguen padeciendo las consecuencias de aquella catástrofe del 26 de abril de 1986 en Chernóbil. Pero no son sino estos últimos quienes más que la compasión aún cargan con un sinnúmero de estigmas.
El recelo con el que son tratados no es raro pues los canes siguen habitando el largo edificio donde hace 32 años se amontonaban los empleados de la central para ser desinfectados en una rigurosa revisión sanitaria después de su jornada de trabajo.
Según reportes médicos, los cachorros ya no representan un peligro para la salud de quien conviva con ellos. (Foto: AFP)
Hoy, los ladridos y los aullidos rompen la falsa calma que reina alrededor de Chernóbil. Los perros callejeros se preparan para una nueva vida en Estados Unidos gracias a la fundación estadounidense Clean Futures Fund (CFF), que lanzó un proyecto de adopción para estos aparentemente desahuciados animales.
La idea surgió en 2013, cuando el cofundador de CFF, Lucas Hixson, visitó Chernóbil por primera vez como especialista en radiación. Lo sorprendieron los perros de la zona y terminó adoptando uno el año pasado.
Se espera que en los próximos dos años se coloquen 200 perros en hogares definitivos. (Foto: AFP)
Dva, la mascota de Hixson es el segundo perro de Chernóbil adoptado, y los voluntarios del CCF esperan que otros 200 sean colocados en hogares definitivos los próximos dos años. Aunque después de las primeras convocatorias de adopción, llevan más de 300 respuestas de candidatos que quieren tener uno de los perros descendientes de las víctimas del fatal accidente.
¿Pero cómo es que los perros se quedaron vagando a la deriva en Chernóbil?
Después de la explosión, las autoridades tuvieron que evacuar a miles de personas en un radio de 30 km en torno a la central del accidente, incluso hoy un extenso territorio sigue estando prohibido para vivir de forma permanente.
Actualmente, quince perritos están ingresados en el hospital de Chernóbil para pasar exámenes médicos y comprobar su tasa de radiactividad. Si esta fuera muy alta —lo que nunca ha ocurrido con un cachorro—, ya se previó un procedimiento de descontaminación: los voluntarios lavan al animal, lo tratan con desinfectantes especiales e incluso lo rapan.
Desde la primera campaña de adopción de estos perros, se han recibido 300 solicitudes. (Foto: AFP)
Hixson asegura que “cuando el perro termina el tratamiento, está tan limpio como cualquier otro”, y entonces pasa de cuatro a seis semanas en un refugio a 50 km de la central antes de viajar a Estados Unidos, donde tienen la promesa de ser los más queridos del país; hijos pródigos de la compasión del país de las barras y las estrellas.
*Con información de AFP.
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