Desde los seis años, una pequeña fue abusada sexualmente por su tío. Al cumplir los diez, la menor resultó embarazada, producto de una de tantas violaciones. Al conocerse el caso y llevarse hasta las autoridades correspondientes, un juez decidió a favor del aborto de la niña, algo que no gustó no sólo a conservadores que se manifestaron a las afueras del hospital en donde se interrumpiría el embarazo de la víctima.
Los médicos de esa clínica también se negaron a practicar el aborto pese a la decisión del juez. La niña junto con su abuela, quien tiene la custodia de la menor, tuvieron que viajar cerca de mil 500 kilómetros para que pudieran interrumpir el embarazo. Hoy se ha dado a conocer lo que tuvo que pasar la menor para que este aborto fuera ejecutado con éxito.
‘No lo hagas’, así fue el acoso de médicos y conservadores contra la niña
El calvario que tuvo que vivir la niña para abortar tras el abuso de su tío, fue calificado como increíble por muchos de los grupos que apoyaron a la menor y a su abuela en la búsqueda de una clínica que pudiera interrumpir el embarazo.
En todo Espírito Santo, localidad brasileña en donde vive la niña, ningún hospital quiso practicarle el aborto aludiendo “cuestiones técnicas” por lo que un colectivo de mujeres se ofreció para conseguir que la niña y su abuela viajaran a Recife para que ahí se le pudiera hacer la intervención quirúrgica.
Luego de mil 500 kilómetros y seis horas de carretera, tanto la niña como su abuela llegaron al aeropuerto de Recife, en donde los esperaba un auto que las llevó directamente al hospital, en donde de nueva cuenta la pequeña se enfrentó al acoso de un médico y una enfermera quienes le decían ‘no lo hagas’. La decisión ya estaba tomada.
Se difundió la dirección del hospital donde estaría la niña
Grupos religiosos y activistas sociales en contra del aborto, difundieron en redes sociales tanto la dirección del hospital en donde se haría el aborto, hasta el nombre de la niña, algo que está prohibido por parte del Estatuto del Niño y del Adolescente.
Mientras la pequeña esperaba a que la ingresaran en el quirófano, tuvo que escuchar los gritos de los conservadores, dirigidos hacia el director del hospital: “¡Asesino, asesino!”. Y no fue algo que tuviera que escuchar una vez. Desde que se dio a conocer su embarazo, la menor recibió la visita de evangélicos que le recomendaban no abortar pues “era un pecado”.
Después del largo camino, uno que vivió desde los seis años, el embarazo logró interrumpirse pese al acoso de conservadores y grupos religiosos. La niña regresará a casa, esperando que la violencia en su contra por decidir abortar tras una violación, termine de una vez por todas.
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Foto de portada: Unsplash.
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