A diferencia del dicho «si suena como pato y camina como pato, es un pato», el plástico en el océano, aunque huele a comida, se ve como comida y suena a comida, no es comida. Pero eso no lo saben los animales marinos, que no pueden resistirse a abrir la boca cada vez que ven una bolsa o fragmento de pet flotando entre las olas.
Esta semana se dio a conocer a través de una autopsia que una ballena cachalote murió en las playas de Murcia, España, por haber ingerido 29 kilos de plástico. Y hace no mucho, en febrero, la Universidad Nacional de Irlanda publicó un estudio en el que comprobó que el 73 % de los peces del océano comió plástico.
Pero, ¿por qué los peces están comiendo plástico?
Según David Attenborough, cerca de 180 especies de animales marinos comen algo de las 12.7 millones de toneladas de plásticos que flotan en las aguas del mundo. Desde ballenas hasta albatros, mejillones, langostas y hasta el plancton y atunes comen cosas que proporcionalmente son iguales a su comida común. Es decir, son engañadas por el tamaño, pues si una partícula de plástico entra en el rango de medida de su comida, sin duda es comida.
Albatros atorado con un empaque de cerveza/refresco. (Foto: Menorcaaldía)
Una investigación del 2008 de la Revista de Biología y Ecología Marina Experimental reveló que los habitantes de aguas más profundas pueden consumir hasta 138 veces más plástico que las que están a pocos metros de la superficie por una cuestión de distribución de sedimento y de interpretación de tamaños. Su ejemplo fue el pepino marino, para quien es más fácil capturar plástico por su estilo de vida pasivo.
No es difícil imaginar que los peces con menos visibilidad confundan los pellets de plástico (pequeñas bolitas) con la hueva de pescado, o que las aves y algunos peces se sientan atraídos por los pedazos de plástico transparente (dimetil sulfuro, DMS), que básicamente recuerdan al krill, estos pequeños crustáceos transparentes parecidos a los camarones.
Las tortugas viejas confunden las bolsas de plástico con deliciosas medusas. (Foto: La red verde)
Para las tortugas también hay preferencias marcadas, según un análisis del biólogo Qamar Schuyler de la Universidad de Queensland, Australia, las tortugas viejas prefieren las bolsas porque las confunden con ricas medusas, mientras que las jóvenes le entran a todo, más si se parece a un popote o plásticos con formas redondas y de color blanco.
Y no, los animales del mar no son “tontos” y por eso comen lo que no deben, sus miles de años de evolución les dieron cualidades recolectoras y cazadoras finas, sin embargo, los plásticos, tan nuevos y parecidos a la comida, meten un factor de riesgo sin precedentes a la ecuación.
¿La solución?
Por lo pronto (ya que capitalismo, vida fácil e inconsciencia), educación y consumo responsable.
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