Miles de personas manifestaban en Francia este sábado, en la undécima jornada de protestas antigubernamentales de los “chalecos amarillos”, que mantienen el pulso en las calles pese a la aparición de fricciones internas sobre su futuro político.
Pese a que el movimiento que nació en las redes sociales hace dos meses ha perdido fuelle, los “chalecos amarillos” mantenían la presión en París y en varias ciudades de provincia contra el presidente Emmanuel Macron, que se enfrenta a la peor crisis desde que llegó al poder en 2017.
Hacia las 14H00 (13H00 GMT), el ministerio del Interior contabilizó 22.000 manifestantes en todo el país, frente a 27.000 la semana pasada.
En París, estallaron escaramuzas entre manifestantes y policías en la céntrica plaza de la Bastilla, punto de encuentro de tres cortejos que congregaron a unos 2.500 manifestantes, constaron periodistas de la AFP.
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Este sábado 26 de enero, “los chalecos amarillos” vuelven por undécima vez a las calles en medio de disensos sobre las estrategias a seguir. (Foto: Alain JOCARD / AFP)
Las fuerzas de seguridad emplearon gases lacrimógenos y un cañón de agua para dispersar a los manifestantes que lanzaban piedras y destrozaban mobiliario urbano. Al menos 22 manifestantes fueron detenidos en la capital, según cifras comunicadas por la policía.
“Queremos un aumento de los sueldos y no nos detendremos hasta que lo hayamos obtenido”, explicó Bechir Mahroug, que participa en su undécima manifestación consecutiva porque hasta ahora “nada ha cambiado”.
“Vamos a regresar todos los fines de semana”, aseguró este electricista parisino de 42 años para quien la lista presentada por algunos “chalecos amarillos” para concurrir en las elecciones europeas de mayo no es más que una “distracción”.
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Mientras una facción aboga por una “noche amarilla” en París, otros líderes optan por dedicar el “Acto 11” de manifestaciones a los territorios franceses de ultramar. (Foto: Alain JOCARD / AFP)
El anuncio el miércoles de la creación de una lista de “chalecos amarillos” bautizada Reunión de Iniciativa Ciudadana (RIC), cuyo objetivo es “transformar la cólera en un proyecto político humano”, ha creado una fractura dentro del movimiento contestatario.
Marc, un jubilado de 64 años que reside en un suburbio parisino, vino a protestar porque el giro político que está tomando el movimiento “le da miedo”. “Nos estamos dispersando, deberíamos habernos quedado unidos”, señaló decepcionado.
Este movimiento “no debe ser político” coincidió Gilbert Claro, un manifestante de 42 años, que afirmó que un “núcleo duro está dispuesto a seguir luchando”.
*Con información de AFP.
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