«Qué bonita vulva», le dijo un niño a Maryam cuando iba a bordo del transporte público. Así comenzó el día de esta mujer de 24 años que se dirigía a su trabajo en Afganistán. Minutos después un hombre la golpeó en los glúteos y, más tarde, un hombre le preguntó cuánto cobraba mientras esperaba un autobús que la llevara a su destino.
Al llegar a la redacción del diario en donde se desempeña como periodista, Maryam pensó que el acoso había terminado, pero al abrir su cuenta de Facebook se percató que no sería así. «Eres fea, Maryam, todos lo dicen, pero creo que eres virgen, así que cuando estés lista para tener sexo, dime y me dará gusto…». Este mensaje le esperaba en su bandeja de mensajes.
Las mujeres afganas prefieren no denunciar o hacerlo de manera anónima. (Foto: Altavoz)
Denunciar no es posible para las mujeres afganas. Los abusadores se encargan, de alguna manera, de hacer que ellas o sus familiares paguen por haberlos denunciado. En otros casos, la misma justicia les pide sexo a cambio de proceder con sus denuncias. Tal parece que en Afganistán, denunciar a los abusadores es más peligroso que el abuso mismo.
«La mayoría de mis amigas guardan silencio», declaró a medios locales Maryam Mehtar. «Creen que si hablan todos las culparán a ellas. Y tienen razón». Y es que son vistas con pésima reputación no sólo por la opinión pública, sino también por sus propias familias. Zubaida, quien era policía, tuvo que renunciar a su trabajo después de ser manoseada por un superior. Su propia familia podría asesinarla con tal de limpiar su honor, así que prefirió renunciar antes que denunciar.
Muchas de las mujeres de Afganistán son maltratadas físicamente por sus parientes cuando se dan cuenta que denunciaron la violación. (Foto: Blazing Cat Fur)
«En Afganistán somos tanto la víctima como el delincuente», indicó Zubaida al New York Times. «Ni siquiera le puedo decir a mi propia familia que renuncié por acoso sexual». Cuando deciden denunciar, saben que su vida familiar podría tener fin.
El abuso consiste en muchas ocasiones en mensajes ofensivos a través de las cuentas de Facebook o Twitter, muchos de los cuales incluyen también fotografías obscenas. «Eres una puta y has tenido sexo con muchos hombres», fue otro de los mensajes que recibió Mehtar en Facebook pero ahora de parte de un escritor. Su nombre: Jalil Junbish.
Cuando fue contactado por Facebook Messenger para aclarar el abuso, indicó que sí había enviado esos mensajes y que la periodista tenía la culpa por «ser tan puta». El riesgo de denuncia sigue corriéndose mientras las autoridades también estén coludidas con los abusadores y, en el peor de los casos, actúen como los mismos abusadores.
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