Sin música, la vida sería un error.
F. Nietzsche
Sí, la música a la que tanto le debemos y sin la que no podemos vivir, también genera efectos negativos en nuestro cerebro. Si no lo crees, reproduce este video mientras lees el siguiente artículo:
La música es una de las expresiones artísticas que penetran poderosamente en nuestro cerebro. Así que, cuando alguien dice que no le gusta escuchar música, ¿estará completamente consciente de lo que está asegurando?
La forma en que la percibimos hace posible realizar actividades simultáneas a la captación auditiva bajo el influjo de la melodía, la letra o el ritmo, generando un sinfín de reacciones y estados que tienen efectos tan diversos en nuestro cerebro como los que causan el alcohol, el amor o las drogas y van desde mejorar la concentración, hasta poner en riesgo tu vida.
Reconocida científicamente por la amplia gama de efectos positivos que es capaz de producir en nosotros, como ayudar a la imaginación, mejorar drásticamente la capacidad de memoria, regular la presión sanguínea según el ritmo que escuches, activar grupos de músculos antes de una actividad física y mejorar tu rendimiento, la música también provoca notables efectos negativos. ¿Quieres saber cuales son los más importantes?
Estos son 10 hechos comprobados científicamente por los que escuchar música afecta a tu cerebro:
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La música distorsionada genera tensión y ansiedad
Escuchar canciones que involucren un cambio repentino en el ritmo y los sonidos, además de distorsiones, provoca un estado de sensaciones negativas como tensión y alerta. La explicación, según investigadores de la Universidad de California, está en que esas transiciones se relacionan a nivel cerebral con los sonidos que emite un animal cuando está en peligro, lo que genera que el cerebro se prepare para un riesgo potencial. El estudio trata de explicar las reacciones y el profundo recuerdo de un grupo de personas que vieron a Jimmy Hendrix interpretar el himno de los Estados Unidos en aquella histórica presentación en Woodstock, en 1969.
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Tus canciones favoritas te hacen conducir peor
Según un estudio elaborado en 2013, escuchar tu música favorita mientras manejas genera un estado de excitación cerebral que te hace tomar más riesgos y peores decisiones tras el volante. Se le pidió a distintas personas que condujeran durante un trayecto corto, primero con música clásica y posteriormente con sus canciones favoritas. Los resultados mostraron que las personas multiplicaron casi al doble los errores al conducir por la misma ruta con su música favorita que con música clásica.
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El volumen alto puede traer complicaciones auditivas
A partir de la existencia de los dispositivos portátiles para escuchar música, la tendencia a experimentar problemas auditivos en adultos jóvenes se ha elevado exponencialmente. El escuchar música a través de audífonos a un nivel muy alto, así como la exposición prolongada a una intensidad de más de 100 decibeles (un concierto de rock o estar cerca de una bocina en un bar) genera problemas auditivos que van desde la aparición de la sensación de un zumbido temporal en los oídos cuando nada lo produce (Tinnitus) hasta la pérdida de la audición.
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Las canciones tristes afectan tu salud mental
La música con letras tristes y arreglos que la potencian, puede generar en nosotros un estado depresivo y de ansiedad generalizada. Estas canciones activan la corteza cerebral prefrontal, zona asociada con las emociones, y escucharla en exceso puede provocar un efecto a largo plazo que ocasiona que nos sintamos tristes o deprimidos.
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La música aumenta la ingesta de alcohol
Un estudio demostró la correlación que existe entre el volumen en que se escucha la música y la velocidad con la que ingerimos alcohol: mientras la música es más baja, el tiempo medio en tomar un trago se reduce, sin embargo, cuando el volumen de la música es más fuerte, a tal grado de no poder entablar una conversación sin gritar, la velocidad en la que se consume una bebida aumenta dramáticamente; esto se relaciona directamente con el nivel de excitación y la imposibilidad de relacionarse en ese momento con otra persona, lo que nos hace enfocarnos únicamente en nuestra bebida.
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La música altera tu percepción del tiempo
Concentrarse enteramente en los estímulos auditivos cuando se escucha música genera un déficit de atención sobre las demás cosas a nuestro alrededor, entre ellas la forma en la que percibimos el paso del tiempo. Al privilegiar al sentido del oído sobre los demás, es común que perdamos la noción del momento en el que realizamos alguna actividad, ignorando completamente cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que nos lo preguntamos.
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Escuchar un sólo género inhibe tu creatividad
Cuando escuchamos solamente música de un género durante un largo periodo de tiempo, nuestro cerebro se acostumbra a percibir la misma estructura canción tras canción, lo que genera dificultad para generar nuevas conexiones neuronales. De forma contraria, cuando escuchamos distintos géneros alternando entre cada uno, el cerebro asocia las diferentes estructuras musicales y letras, y explota nuestra creatividad sonora.
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La música pop reduce tu vocabulario y apreciación artística
Según un estudio de la Universidad Heriot-Watt en 2008, escuchar música pop reduce notablemente tanto la apreciación artística como la riqueza del vocabulario. De un total de 36 mil personas, aquellas que ubicaron al pop como su primer opción musical demostraron menor asombro e incluso aburrimiento ante otras expresiones artísticas complejas, prefiriendo la simplicidad y un nivel de expresión verbal más austero que el resto de participantes.
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La repetición inconsciente de una canción produce un gusto artificial por ella
Comúnmente, creemos que una canción se escucha en todas partes porque es popular, cuando en realidad es al revés: una canción se hace popular porque se reproduce por todas partes. Y ese súbito aumento de reproducciones muchas veces se debe a la estrategia de un sello discográfico para popularizar un sencillo determinado. El cerebro genera conexiones empáticas a través de la exposición constante a patrones (que van desde palabras, formas, imágenes y hasta personas), y desarrolla un gusto por algo simplemente porque le parece familiar. Ésa es la razón por la que la primera vez que escuchas un nuevo sencillo de alguna banda no te parece tan bueno, sin embargo, mientras más veces lo escuchas, tu cerebro se familiariza con él hasta que termina por agradarte.
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La exposición prolongada provoca el síndrome del gusano musical
Todos hemos pasado por la desesperante situación del “gusano musical”, esa insufrible canción que suena por todos lados y escuchaste sin querer por la mañana. Horas después, la canción da vueltas y vueltas por tu cabeza y no te puedes deshacer de ella hasta que te das cuenta de que llevas todo el día tarareándola. Los ritmos más simples y melódicos, junto con una letra repetitiva, son la combinación perfecta para caer en el terrible “gusano musical” que se nos mete al oído y no dejamos de repetir. Ésta es, por mucho, la mejor forma de terminar por odiar una canción.
El poder de la música es indudable: un par de canciones son capaces de transportarnos a un sitio completamente distinto, de ser un medio de expresión y rebeldía, de generar la transformación de una nación, de hacernos sentir cosas indescriptibles con palabras, o bien, simplemente de hacernos sonreír.
Así que si pasas las próximas horas tarareando sin sentido “work, work, work, work, work, work” y se te viene a la mente este artículo, comprobarás por ti mismo que no todo en la música es positivo para nuestro cerebro.
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Fuente:
Metro UK
Science Direct
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