Mi educación en el rock es empírica; sé de lo que escucho. Mi primer maestro fue la televisión, en específico MTV que en ese entonces —a principios del 2000— aún transmitía música. En ese medio presencié el nacimiento de Gorillaz y Franz Ferdinand, así como el alucinante video de ‘Fell in Love with a Girl’ una joya del “White Blood Cells”. Durante un par de años me nutrí de todo el rock alternativo en inglés (que yo recuerdo aún no se usaba el término indie de manera cotidiana) hasta que el azar me puso enfrente una canción que me hipnotizó.
El tema se llama ‘Estático’ y pertenece a la banda regiomontana Zurdok. No sé qué terminó por seducirme, si la voz nasal de Chetes y su coro como alargado o el solo de guitarra con un wah pronunciado. La cuestión fue que me encantó y tuve que hurgar en aquel mundo inexplorado para mí. Una vez abierta la puerta me fui de lleno con Jumbo, Plastilina Mosh y Molotov.
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Más adelante, mi exnovia comenzó a ilustrarme con los clásicos y no tan clásicos del rock. Conocí Caifanes, Fobia, Ely Guerra y la Gusana Ciega. A mis 15 años todo era nuevo. Las canciones eran totalmente diferentes a las gringadas a las que estaba acostumbrado escuchar, pero eran igual de buenas o mejor. Atribuyó mi fanatismo intenso a la identificación de las letras porque no es lo mismo tararear un coro pegajoso, pero ausente de significado, a cantar un tema completo y sufrirlo con el primer amor.
Fue por los años 2006 o 2007 cuando me centré en los grupos “nuevos” del rock mexicano. En esa etapa conocí a Quiero Club, Austin Tv, División Minúscula y a todas esas bandas con nombres de una sola palabra: Pastilla, Niña, Eufemia, Bengala, Canseco y la lista sigue. El hecho es que todos estos grupos fueron el soundtrack de mi adolescencia, una de las mejores etapas de mi —corta— vida, así que les tomé un cariño inacabable.
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Muchas bandas de aquella época ya no existen y sólo queda el recuerdo del mp3 perdido en el mar de datos de la computadora. Por fortuna, hay otras que siguieron trabajando e incluso este año estrenaron material. De esto va el listado, de aquellos grupos que escuchaba hace 10 años y que creía muertos, pero me doy cuenta con alegría que siguen más vivos que nunca.
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Titán
La banda sintetizada de México. La primera canción que escuché fue ‘Odisea 2001’, la cual sólo pude calificar como futurista. Debido a la naturaleza del grupo creí que dejó de existir desde hace mucho tiempo y de pronto dan una magnífica sorpresa con el nuevo disco “Dama”.
Hace una década los escuchaba para emborracharme, hoy lo volveré a hacer pero con un sonido más oscuro, justo como lo necesito.
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Niña
En esa búsqueda interminable de nuevas canciones encontré un tema con el nombre ‘Chubaca tiene un secreto’. Lo primero que hice fue reírme y pensé que se trataba de un juego, pero apenas inició la letra y quedé enganchado. En ese momento encontré una de mis canciones favoritas en español.
Niña lleva más de 10 años en la escena. Se toman su tiempo para estrenar álbum, pero cuando lo hacen un fanático como yo encuentra satisfacción. En realidad nunca pensé que estaban muertos, sólo que ya se habían tarado. Su buena noticia de este año se llama “Versus”.
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Canseco
Canseco llegó en el momento perfecto, cuando padecía los altibajos del intenso amor quinceañero. Tenía la canción perfecta para cada momento. Ya sea que estuviera de romántico y reproducía ‘Tú estás más’ o me ponía a llorar en silencio con ‘Todavía te alcanzo a ver’.
Por mucho tiempo no supe mucho de ellos, pero hoy descubro su nuevo sencillo ‘Me salvaré’ y agradezco que estén de vuelta —si alguna vez se fueron—.
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Elli Noise
En aquella etapa de punk rock Elli Noise reventó varias veces mis bocinas. Gracias a ellos superé una ruptura amorosa y seguí adelante con mi vida. Les debo mucho y aunque no los seguí de cerca, canciones como ‘Aire frío’ y ‘No estacionarse’ aún está en los tracks con más reproducciones de iTunes.
Estuvieron de vacaciones cinco años, pero acaban de regresar con energías renovadas y el disco “Duerme Dulce duerme”, cuya distorsión y sentimiento lírico vuelven a cautivar a todos los intensos románticos del mundo.
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División Minúscula
El riff de ‘Sismo’ hizo que aprendiera a tocar la guitarra; lo malogré. Desde entonces me limité a escuchar la pulcra producción de ‘Defecto perfecto’. Después llegó “Sirenas” y la magia continuó con ‘Las luces de esta ciudad’.
Después del álbum “División”, el grupo se tomó un descanso de cuatro años para regresar con ‘Secretos’ y celebrar los 15 años desde que se estrenó su primer material.
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Monocordio
De Monocordio aprendí que sólo se necesita una guitarra para conquistar a un amor. Eso y saber tocar ‘Me haces existir’ o ‘Siempre te busqué’, los temas más enternecedores de “El primer rayo del sol”.
Han pasado diez años desde ese momento y los temas siguen cargados de magia. El proyecto de Fernando Rivera se mantuvo activo todo este tiempo y este año estrenó “Pájaros y cuchillos”, demostrando que está más vivo que nunca.
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San Pascualito Rey
El sonido de San Pascualito es complejo. Parece rock y al mismo tiempo utiliza elementos de la música folclórica mexicana. De ahí que su sonido sea descrito como “dark guapachoso”, “mariachi-eléctrico” o “sonido grupero-melancólico-espacial-tropicoso”.
Ellos tienen el soundtrack perfecto para un doloroso adiós. Pasan por todas las etapas de las rupturas añadiéndole un dulce toque siniestro. La historia continúa con su nuevo álbum “En la oscuridad”.
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