«Todos son Bob Dylan», decía el slogan de la película biográfica “I’m Not There”. «Él es todos», afirma. Tiene razón. El músico es uno de los personajes más extraños y misteriosos de la historia. El joven protestante que el mundo conocía desapareció entre la cultura popular y su lugar fue reemplazado por el hombre sin rostro; un camaleón listo para disfrazarse y tomar cualquier papel.
Sus fanáticos pudieron ver esa transición en el documental “Dont Look Back”, filmado durante su gira europea de 1965, que le sirvió para crear aún más misticismo alrededor de su persona. Sin embargo, quedó insatisfecho con el proyecto y decidió producir otro filme que llevase su imagen a planos más fantásticos, alejados por completo del poeta antifascista que el mundo creyó conocer.
Fue entonces cuando comenzó la filmación de “Eat the Document”, secuela directa de “Dont Look Back”, donde Dylan presentaba secuencias extrañas con diálogos improvisados sin sentido. El momento más importante capturado en dicha grabación fue cuando John Lennon acompañó al poeta en un viaje —en el que era, posiblemente, el mejor año de sus carreras— dentro de una limosina mientras ambos estaban llenos de droga
Era el 27 de mayo de 1966. Lennon trabajaba en “Revolver” con The Beatles y Dylan estaba a pocos días de que su obra maestra, “Blonde on Blonde”, llegara a las tiendas, álbum donde incluía una explícita burla hacia las pretensiones poéticas de John. Ambos estaban cerca de Hyde Park, Londres, cerca del hogar del músico británico, cuando decidieron tomar un viaje. En la cámara estaba D.A. Pennebaker y en el audio se encontraba Bob Neuwirth, asociado del ahora Nobel de Literatura. Ninguno de los participantes ha revelado la droga bajo la que ambos genios estaban influenciados, pero con sólo observar su diálogo ilógico, recortado, interrumpido por súbitos movimientos de cuerpo, es claro que podría ser una alta dosis de LSD. Otros afirman que era una speedball, es decir, cocaína mezclada con heroína.
La conversación no es trascendental. Los dos artistas se esfuerzan demasiado en decir frases profundas y tener conversaciones que pudiesen ser dadaístas, pero el resultado simplemente es vergonzoso. Ambos pierden la imagen que cosecharon a lo largo de los años y se asemejan a dos torpes adolescentes consumiendo drogas por primera vez. Dylan se marea y parece nervioso, probablemente por su reciente burla hacia Lennon en su canción “4th Time Around”. John, por su parte, asume la posición de héroe y comienza a calmar a Bob con frases que van desde lo amigable hasta lo violento. “Ven, ven, chico. Es sólo un filme. Tranquilízate”.
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Lennon comentó años después:
“Ambos estábamos en gafas oscuras y muy pinches drogados, con todos los fenómenos a nuestro alrededor. Estaba ansioso como la mierda… En la cinta sólo estoy parloteando y comentando todo el tiempo, como cuando alguien está muy elevado o fumado. Había estado despierto toda la noche. Éramos unos sabelotodos, es horrible. Pero era su escena, ése era mi problema. Era su film. Yo estaba en su territorio, por eso estaba demasiado nervioso”.
El autor de ‘Strawberry Fields Forever’ admitió sentirse fuera de su zona de confort. Nada se sabe sobre las ideas que tenía Dylan en ese entonces. Con Lennon habló sobre Johnny Cash, béisbol, comerciales falsos y The Mamas and the Papas. A pesar de que nadie lo ha confirmado, se encontraba en una espiral de genialidad lírica y adicción a las drogas. Algunos afirman que su comportamiento cada vez era más errático y sus grabaciones lo demostraban. Todo eso se acabaría en menos de dos meses, cuando el chico rebelde chocó su motocicleta y se olvidó por completo del rock and roll.
El viaje de ambas figuras es irrelevante para su carrera, pero marca un punto interesante en la historia de la música. Es un claro registro de las sospechosas intenciones de Dylan al poner a Lennon frente a la cámara intentando crear una obra maestra fílmica y de las tensiones que existían entre los dos. Las drogas mostraron el lado oculto de los personajes. Bob no soportaría demasiado la locura, mientras que Lennon apenas se acostumbraba a ella.
Su vida cambiaría sin aviso y su viaje quedaría guardado como uno de los peores que ha habido en la larga vida del rock and roll.