Mr. Brownstone era un absoluto hijo de puta con los integrantes de Guns n’ Roses. Se ensañó con ellos y les causó inenarrables males mentales y físicos que los llevaron a la ruina moral en más de una ocasión. ¿Quién demonios era ese señor que, a pesar de todo, hizo que la banda le compusiera una de sus canciones más emblemáticas? Bien, en realidad es la manera en que se referían a la heroína, una de las drogas más letales y con más presencia en el mundo del rock, una auténtica bomba de tiempo que llevó a esta banda a pasar varios de sus peores momentos tanto a nivel colectivo como individual. Su guitarrista, Slash, durante varios años batalló contra ella y el alcohol, demonios que son capaces de destruir el alma del adicto.
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Salir vivo de una adicción a esta fatídica sustancia no es algo fácil. Pocos viven para narrar la manera en que cayeron y, sobre todo, cómo salieron adelante. No sólo Slash estuvo a punto de ser condenado a conocer el otro mundo a temprana edad. Monstruos sagrados como el también guitarrista Keith Richards, quien no necesita presentación alguna, y la exdiva del rock, Courtney Love, son casos de almas que estuvieron a punto de caer el fondo de un abismo. Si alguien está capacitado para hablar acerca de lo que significa regresar a la vida tras conocer los calabozos de la heroína, son estas tres personalidades del mundo del rock que comparten sus testimonios…
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Slash, el que fue capaz de derrotar a sus demonios
Incluso antes de que Slash conociera la fama con Guns n’ Roses, a finales de los 80 y durante la primera mitad de los 90, era ya un adicto al alcohol y las drogas. Un verdadero sobreviviente de las calles que hoy luce con más peso, pero tan entero como cuando se dio a conocer al mundo. Las adicciones le han cobrado factura, pero es tan fuerte que casi se podría afirmar que es un tipo preparado para ellas. Llegó un momento en que bebía a diario de manera espontánea, casi como si estuviera ingiriendo agua. Con el paso de los años su salud se vio afectada, a tal grado que tuvo que comenzar a usar un marcapasos y someterse a diversas rehabilitaciones.
Todo guerrero debe parar para no morir. Slash lo hizo cuando se convirtió en padre de familia: «Me lo pusieron cuando estuve a punto de morir hace unos años. El médico no creyó que iba a ser capaz de cambiar mis malos hábitos y me lo puso como prevención», afirma en entrevista para El País. El melenudo guitarrista siempre ha ofrecido declaraciones como la siguiente a modo de consejos para quienes le han preguntado acerca de su pasada adicción a la heroína: «Bueno, ya no hago el tipo de cosas que solía hacer… Mantener determinado estilo de vida es imposible. Procuro cuidarme», dijo para 20 Minutos.
Slash sabe que dejar las drogas fue la mejor decisión que pudo haber tomado en su vida, pues los beneficios que ha obtenido son palpables: «Estoy en perfecta forma, pero es realmente asombroso que siga por aquí. Eso me lo tomo como un presagio, vi que no iba a irme así que sacaré lo mejor de esto. Ya no me levanto y me hago un cocktail. No tengo muchos vicios con los que tenga que lidiar. Era un esclavo de mi adicción y tuve que encargarme de eso primero y eso ya no lo tengo. Me deja más tiempo para ser productivo».
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Keith Richards, el que fue capaz de seguir rodando como una piedra de acero
Su risa cínica cuando está encima de un escenario o cuando está en medio de una entrevista, hace de Richards un tipo genial. Aparte de su gran talento para tocar la guitarra, es un ejemplo de que la inmortalidad (al menos musical y escénica) es posible. Richards es el paradigma rockero por excelencia: exitoso, mujeriego, miembro de la banda más importante del negocio y sobreviviente absoluto al consumo desmedido de alcohol, tabaco y heroína. En su biografía Vida escribió: «Para el 99,9 % de la gente, Keith Richards era solo un hombre con un cigarro en una mano y una botella de Jack Daniel’s en la otra, maldiciendo el hecho de que la licorería ya haya cerrado».
Después de muchos años de sufrir sobredosis que lo dejaban tirado en los camerinos de la banda o en los pasillos de los hoteles y cuando su salud comenzó a deteriorarse, Richards se dio cuenta que el momento de parar había llegado y tomó cartas en el asunto: «Yo creo que me aburrí de las drogas. ¿Sabe?, hay un límite en la cantidad que puedes tomar. Comprendí que si no cortaba ese experimento por lo sano, no habría más Stones. Y para mí eso sería imperdonable. Así que paré. No es tan difícil». El consejo de Richards es que el cuerpo mismo es el que decide cuándo es suficiente y hay que saber darle lectura. Lamentablemente no todos pueden llegar a esa decisión a tiempo. Quizás sólo una piedra rodante lo puede hacer.
Richards es el tipo de personas que tras excederse sabe el tiempo oportuno para frenarse, una cualidad que un mínimo de drogadictos y alcohólicos es capaz de alcanzar. Su filosofía es: «Odio toda esta idea de la rehabilitación, sólo hay que decir: “OK, estoy bebiendo demasiado, voy a bajarle”». Cuando existe algo o alguien a quien amas en la vida, es más sencillo salir de esa carretera de adicciones. Para Keith, la música y su familia fueron los pilares que lo ayudaron a salir de esa piscina de sustancias ilegales. A sus 71 años es un músico que lo ha dado todo, ahora disfruta de sus hijos y nietos. Sigue fumando un porro en las mañanas pero ya no vive bajo la sombra de la heroína.
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Courtney Love, la que fue capaz de revertir el resentimiento por la vida en salvación
Por muchos años, antes de conocer a Kurt Cobain, durante su matrimonio con él y años después de haber enviudado, Love iba por la vida con su rostro de junkie casi a diario. Se le podía ver de esa manera en conciertos, entrevistas o en alfombras rojas. Incluso se sabe que durante el embarazo en el que esperaba la llegada de su hija Frances Bean Cobain, la exlíder de Hole ingirió heroína: «Me drogué una vez y luego me detuve. Sabía que mi hija iba a estar bien». Cabe aclarar que, según ha dicho Courtney, lo hizo antes de saber que estaba embarazada. De hecho, inmediatamente después de enterarse sobre su estado, decidió internarse en un centro de rehabilitación.
Para la mayoría de los periodistas y amantes de la música, Love es una mujer desequilibrada, mentirosa, conflictiva, violenta y odiosa. Es el prototipo de rockstar sensible que busca con ahínco el peligro, ya que carece de rumbo en la vida. Todo ello le ha permitido ganarse una fama no sólo por ser la viuda de una de las estrellas más grandes de la música, sino por su drástica personalidad que la llevó a enfrentarse con la prensa e incluso fanáticos de Hole y Nirvana.
La primera vez que Love probó la heroína fue a los 16 años. A partir de ese entonces comenzó una espiral en descenso que la llevó hasta el estrellato y a una completa decadencia de las drogas. Después de años de conflicto consigo misma, Courtney ha sabido lidiar con sus problemas: «He podido dejar de usarla cuando la necesito. Como dije, cuando era una estrella de cine, no tomaba ninguna droga en absoluto. Pero el hecho es que los hombres siempre la tienen mucho más fácil sobre sus problemas que las mujeres. Basta con mirar a Keith Richards. Ese tipo ha consumido más drogas en su vida de lo que jamás podría imaginar. Pero él se celebra como este superviviente cool, mientras que yo estoy calificada como una desvergonzada».
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El clásico lema de sexo, drogas y rock n’ roll ha sido impuesto por estas tres personalidades a lo largo de su vida caótica. Ellos le han dado a la música episodios gloriosos y al mismo tiempo sumamente oscuros, que merecen ser recordados como aquellas parejas que nos enseñan que el rock, las drogas y el amor destruyen.