Dicen los expertos que el metal ha tenido varias fases definidas de manera muy particular. En los 70, Black Sabbath sentó las bases para que el género se conociera en el mundo; a finales de la década, Judas Priest y Iron Maiden le presentaron al globo la nueva ola del heavy metal británico, para después dar paso a los 80 con una bocanada de spray y mallas cortesía de Mötley Crüe.
Sin embargo, al finalizar la década de las melenas alborotadas, nació el thrash y con él, Metallica.
Para entonces, parecía que el metal no tenía más para dar, hasta que apareció en escena una banda formada por cuatro chiquillos de cabello esponjado a lo Bon Jovi, chalecos rotos estilo James Hetfield y actitud “pateatraseros”, herencia directa de Ozzy Osbourne.
Su nombre: Pantera.
El grupo contaba con cuatro álbumes previos que –si bien les ganó éxito local– no los había llevado a los oídos de los grandes escenarios. No obstante, Phil Anselmo, Dimebag Darrell, Vinnie Paul y Rex Brown, sabían que su agrupación haría mucho más que eso, pues no eran más que cuatro músicos dispuestos a hacer un poco de heavy sin pretensiones.
En ese momento, Anselmo apenas se había unido a la banda y había grabado un —desafortunado— disco con Pantera, el cual le sirvió para preparar su voz. Antes era una imitación, quizá no a propósito, de cualquier cantante glam de la época. Así que con la influencia de Hetfield y otros vocalistas thrash, Phil se sumó al cambio de la agrupación quien mezcló un poco de dicho género con la oscuridad de Sabbath, para añadir algo del dinamismo glammer y el talento de los cuatro integrantes. Así nació Cowboys From Hell.
El nombre del disco no fue puesto al azar. La agrupación provenía de Texas, claramente de ahí se deriva el mote de “vaqueros” y para darle más valor y peso al concepto le agregaron su procedencia: el infierno. En aquellos años, todos mencionaban a Satán en sus letras, le cantaban con fuerza y vibraban al ritmo de supuestos rituales infernales, pero todo era un show.
Pantera, sin seguir esa línea, intentó cambiar un poco el concepto satánico, no por gusto sino por casualidad. Si bien mencionan constantemente que el infierno es la cuna de la humanidad y que el mundo se irá a la mierda en algún momento, no hablan deliberadamente de la influencia de Lucifer en sus vidas porque no es una presencia maligna y ya. Para ellos es una forma de nombrar los males comunes del mundo como el hambre, la pobreza o la vida sin esperanza.
Así, hablando de sujetos que acuchillan a otros por la espalda a cambio de un poco de dinero, Anselmo se llenó de poder y le dio voz —literalmente— al groove metal, subgénero que ellos crearon, básicamente. Le secundó la habilidad natural de Dimebag Darrell para tocar la guitarra, misma que tuvo sus bases en Ace Frehley y Eddie Van Halen. De igual manera, se sumó a la fórmula la precisión de Vinnie Paul en la batería, quien influenció su estilo en Neil Peart de Rush y John Bonham de Led Zeppelin, combinando a la perfección con el bajeo de Rex Brown, un músico cuyas líneas siempre mantuvieron las canciones en un sólo camino.
El primer track del disco les abrió el camino al salón de los grandes, ya que poco después de lanzarlo, Rob Halford, líder de Judas Priest los invitó a ir de gira como acto de apertura sin ni siquiera haber escuchado el resto de las canciones: «”Cowboys From Hell” es magnífica. Es como un renacer para el metal, ¿escuchas la potencia de “Painkiller”? Pues Cowboys From Hell brinda esa misma sensación. Es como volver a los orígenes. No aburre, es poderosa…».
Dimebag Darrell aseguraba que sus canciones eran como un diamante en bruto, o sea, grandiosas, pero sin pulir, y era verdad. Basta con oír “Cemetery Gates” para entender el potencial de Anselmo que le sale tan natural como intenso, la voz nos recuerda a un joven Halford y la batería de Vinnie provenía de cualquier disco de Led Zeppelin.
Así de grande fue Pantera.
“Primal Concrete Sledge” es como una segunda bienvenida al nuevo estilo de los texanos quienes incluyeron un poco del glam que les dio vida, pero sin dejar de lado su objetivo nuevo que era hacer música sin pensar más allá. Entonces, el resto del tracklist se convierte en un corpulento puñado de melodías estridentes, pero que no molestan. No son sólo ruido mal montado —como solían llamarle a sus materiales previos— sino que mantienen un aire sucio, pero al mismo tiempo mucho más técnico que sentó las bases de ese metal noventero encabezado por Slipknot, Limp Bizkit y KoRn. Basta con escuchar “Psycho Holiday” y sentir la batería.
Como si no fuera suficiente, incluyeron un poco de punk, del agresivo que muta en metal poderoso en el proceso con canciones como “Domination” y “Message in Blood”, las cuales no terminan de encajar por completo con el viejo Pantera, pero que son la insignia de aquella etapa que les diera reconocimeinto mundial.
Para muchos, Cowboys From Hell es el verdadero debut de la banda, ya que a partir de entonces, el groove sería visto diferente. El doble bombo, el bajeo incesante, los riffs acelerados y la voz melodiosa se combinan de tal manera que el álbum empieza en un clímax y termina en otro pasando por varios momentos cumbres. Ante ello, Rex Brown asegura que «Vinnie y yo arreglamos todo. Phil y Dime eran más sencillos, puesto que eran grandiosos y ni siquiera les importaba. Llegaban, grababan y se iban, no había que repetir ni cambiar sus partes».
Con canciones como “Medicine Man” o “The Sleep” cautivaron hasta al metalhead más intenso pues tenían ritmos pegadizos, letras atrapantes y hasta la portada era brutal. Ahora parece bastante simple: los cuatro están parados en un viejo bar del oeste siendo sí mismos justo como sería el resto de su carrera. Vinnie Paul opinó al respecto que «cuando hicimos glam no éramos realmente nosotros, sólo queríamos que nos voltearan a ver, pero desde Cowboys From Hell ¡mierda! somos Pantera».
En efecto, desde aquel poderoso disco que mencionaba al infierno y la maldad del mundo, Pantera se volvió una banda de culto y claro, sobrevivió al new metal, al grunge y al pop para disolverse en 2003 sin probabilidades de una reunión. En especial después del asesinato de Dimebag Darrell en 2004 y claro, el reciente fallecimiento de Vinnie Paul a causa de un infarto. Así que tal vez ya no tendremos Pantera con la alineación original nunca más, pero nos queda su discografía que a partir de ese legendario álbum, revolucionó a la banda y al metal en general dándonos más producciones similares como Vulgar Display of Power y Far Beyond Driven, entre otros.
Así que «here we come, reach for your gun and you better listen well my friend, you see…»
Este artículo fue publicado por Diana Garrido el 4 de julio, 2018 y ha sido editado y actualizado
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