«Mira Montse, cada uno en la vida tiene su camino y lleva su equipaje. Y dentro de este están todas las cosas que debemos cargar. Yo llevo mi equipaje igual que tú llevas el tuyo. Sería inútil tirarlo, porque… tengo que llevarlo».
Así le dijo Freddie a su amiga Montserrat Caballé en la víspera de su muerte. La ironía detrás de todo este asunto es propia de un personaje como Freddie Mercury, quien vivió sus 45 años como mejor le pareció: nunca se privó de nada, amor, excesos, fama, amigos… Lo tuvo todo a raudales, y cuando llegó la hora de pagar todas las facturas lo hizo con orgullo.
Irreverente siempre, todo lo que tenemos de su verdadera personalidad es el maravilloso espectáculo que daba en cada concierto siempre poniéndose en el papel de diva grandiosa y llena de poder. Sin embargo, quienes se llamaban a sí mismos miembros de su círculo de amigos afirman que era una persona extraordinaria dispuesta siempre a ayudar a los demás a ser felices. Una de las afortunadas fue Lady D, quien se empeñó en acompañarlo a una noche de copas y diversión y junto con Cleo Rocos ideó la forma de sacarla sin que llamara la atención; la tavistió con una chaqueta militar, una gorra y gafas oscuras para dirigirse al Royal Vauxhall Tavern, un bar gay frecuentado por el cantante.
Como siempre, su presencia robó toda la atención y la princesa Diana pudo divertirse sin ser descubierta.
Así como derramaba amor, exigía respeto, lección que él mismo le enseñó a Sid Vicious.
Era 1977 y Mercury y Queen estaban ocupados con la grabación de News of the World mientras que los Sex Pistols trabajaban en Never Mind the Bollocks, Here’s the Sex Pistols. Ambas bandas grababan en el estudio Wessex Sound Studios, por lo que se encontraron alguna vez cara a cara. Cuando estuvieron frente a frente Vicious dijo:
«Eres Freddie Mercury, ¿no? Estás llevando el ballet a las masas».
Entonces Mercury lo tomó del cuello y casi lo sacó a patadas del estudio. A partir de entonces comenzó a llamarlo “Simon Ferocious”.
Sí, Freddie Mercury es conocido por ser un hombre excéntrico, pero grabar su música junto a las extrañas mascotas de Michael Jackson fue demasiado para él.
Después de Thriller, éxito insólito de Michael Jackson, él y Mercury tramaban la grabación de un álbum juntos. Sin embargo, ya en los estudios de grabación no pudieron congeniar. Por un lado, Mercury no soportaba estar junto a la llama de Jackson ni que llevara a su mono gritón a todos lados, incluso dentro de la cabina de grabación. Por otro, Jackson no toleraba que Mercury se encontrara permanentemente en estado de drogas o que inhalara cocaína en su casa.
Ninguno de los dos cedió a las demandas del otro y el proyecto se disolvió. Pudo ser algo histórico, pero jamás lo veremos.
El amor fue una de las cosas que Mercury pudo probar, el amor del tipo apasionado, como las aventuras con sus múltiples amantes y su relación con Jim Hutton, así como el sincero y puro, el mismo que sintió por Mary Austin, un sentimiento incondicional que jamás murió.
Aunque nunca llegaron a casarse y Austin encontró otra pareja, varias de hecho, se mantenían en constante comunicación. Fue Mary la primera en enterarse de que tenía sida y a la única a la que le confesó abiertamente su bisexualidad. Nada fue un obstáculo para la relación que tendrían, algo más allá de la amistad y de la carnalidad.
A pesar de saber sobre su enfermedad desde 1987 al ver que sus antiguos amantes morían de sida y hacerse los estudios, prefirió ocultarlo para que el mundo no lo viera como un moribundo en el escenario. Pero el paso del sida dejaba huellas claras de las que la prensa y los paparazzis se alimentaban.
Fue hasta el 23 de noviembre de 1991 que, cansado de los rumores y los tabloides, Freddie Mercury decidió dar a conocer públicamente su terrible enfermedad:
«He procurado mantener oculta esta situación para proteger mi vida privada y la de quienes me rodean, pero ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo conozcan la verdad, y espero que todos se unan a mí, a mis médicos y a todos cuantos luchan por combatir esta terrible enfermedad, para luchar contra ella».
Y tan sólo 24 horas después, preso de fuertes dolores y casi en la inconsciencia, se fue de este mundo, como si lo hubiera adivinado y dispuesto todo para ese momento dejando detrás una vida pública extrovertida pero una intimidad velada, oscura y melancólica.
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