«Maybe I’m amazed at the way you love me all the time». «Quizás estoy sorprendido de la forma en la que me amas todo el tiempo». Esas palabras fueron escritas por Paul McCartney a su esposa Linda McCartney a mediados de los 70s cuando ya llevaban más de cinco años de casados y compartían escenario con la banda Wings que creó el bajista después de que terminara su época con los Beatles. Sus palabras eran honestas, él no podía creer que una mujer tan maravillosa y talentosa lo amara, pero lamentablemente la fotógrafa murió en 1998, dejándolo solo en este mundo, con un dolor que le es imposible olvidar.
Nacida en Nueva York el 24 de septiembre de 1941, Linda Eastman (como se llamaba cuando era soltera) estudió arte antes de convertirse en fotógrafa. En ese periodo, cuando tenía apenas 20 años, se casó con un hombre llamado Melville See con quien tuvo su primera hija, pero se divorció a los pocos años. A pesar de no contar con un entrenamiento sólido, pudo convertirse en la fotógrafa de la revista Town & Country, lo cual la llevó a fotografiar a los Rolling Stones y eventualmente a otros grandes artistas que se presentaban en el auditorio Fillmore East en Nueva York, y justamente por su trabajo fue que pudo conocer a los Beatles durante su visita a Estados Unidos.
Fue en el 67 cuando conoció formalmente a la banda legendaria The Beatles. Ella fue invitada a la casa de Brian Epstein (manager de la banda) cuando se festejaba el lanzamiento del disco Sgt Pepper’s Lonely Hearts Club Band, cuyas fotografías aparecen en este artículo. Eventualmente Paul la volvió a invitar a salir y comenzaron una relación. El bajista afirmó que no sólo le atrajo su físico sino su sentido de rebeldía, su inteligencia, y la manera en que parecía ser independiente. Él decía que ella era una artista así que decidió tenerla cerca.
Ella estuvo junto a Paul durante los últimos años de los Beatles, retratando sus momentos más íntimos y también estuvo junto a él cuando la banda se separó, lo cual fue un golpe duro para el artista. Su amor era tan fuerte que decidieron casarse en 1969. Paul adoptó a su primera hija y junto a Linda tuvo a otros tres hijos, Mary, Stella y James, y pasó una gran cantidad de tiempo en Escocia, donde se escondía de la vida de famoso, y prefería tener momentos familiares. La unión entre ambos era increíble.
Paul decidió invitar a Linda a su siguiente proyecto musical, enseñándole a tocar el teclado, y así fue como nació Wings, el proyecto que lo regresó al mainstream y con quienes creó algunas de las canciones más importantes de su carrera. A pesar de eso, Linda siguió dedicándole su vida a la fotografía, retratando su vida familiar, y algunos autorretratos, también enfocándose en la naturaleza. Ella fue quien convenció a Paul de convertirse en vegetariano, cambiando su perspectiva sobre el maltrato animal.
Lamentablemente, en 1995 la mujer fue diagnosticada con cáncer de mama y no pudo tratarse ya que se extendió rápidamente a su hígado. Menos de un tres años después, Linda falleció, dejando a su familia y a Paul devastados. El hombre no pudo expresarse de manera apropiada durante su funeral y sólo repitió con dolor «He perdido a mi novia». Él la seguía viendo como su novia ya que su matrimonio nunca tuvo fuertes dificultades y siempre se sintió feliz de estar junto a ella. Desde entonces en cada concierto hace un pequeño homenaje hacia ella cantando “Maybe I’m Amazed” recordando la felicidad que le dio, y el impacto que tuvo en su vida. Sin Linda, Paul no sería Paul.