Día a día se suman leyendas a la historia de la música, tan extensa, intrincada y compleja como un sistema indescifrable de anécdotas, figuras importantes y momentos específicos que cambiaron el rumbo de la cultura universal. Algunas pasan desapercibidas y tal vez por eso a veces es tan difícil entender cómo han ido formándose los movimientos y los nuevos sonidos. Sólo basta con darle un vistazo a los acontecimientos para entender el contexto de lo que viene a continuación.
El pasado lunes 13 de marzo las noticias musicales en la red reseñaron la muerte de John Lever, baterista de The Chameleons, una de esas míticas bandas de los años 80 que la gente necesita volver a escuchar. Al igual que cuando fallece alguna persona a la que admiras o por la que sientes respeto, a sus fanánticos —entre los que este humilde servidor se incluye— los invadió un genuino sentimiento de pesar. Al escuchar a la banda antes mencionada la sensación se duplicó.
Para muchos, The Chameleons ha sido integrante esencial de su vida y varias de sus canciones probablemente les recuerdan momentos importantes de su juventud y adolescencia. Son esos contactos “no personales” los que hacen gran parte de lo que eres y de lo que no. Esas amistades que no se basan en palabras ni bromas sino en una conexión, una conexión que podría llamarse espiritual. Respecto a The Chameleons, es muy posible que ni entre sus fans sientan lo mismo en cada canción. La nostálgica y brillante “PS. Goodbye”, por ejemplo, es un himno de la diversidad de significados que puede tener en este preciso momento, cuando Lever ya no sostiene las baquetas.
Podría pensarse que The Chameleons había sido víctima de un mal momento al quedarse rezagados en popularidad frente a bandas como U2 o Echo and the Bunnymen, pero conforme se fue desenvolviendo la historia, se hizo evidente que no era así. A los integrantes de la banda originaria de Mánchester siempre les ha gustado permanecer bajo el agua, escondidos en las fronteras del culto, felices con su leal público. A los mancunianos no les tocó hacerla con millones de personas a diferencia de los de Dublín liderados por Bono. Su sonido hermoso, melancólico y doloroso no está diseñado para las grandes masas que llenan estadios (aunque uno lo pueda dudar al escuchar ciertas canciones).
The Chameleons se formó como un collage. El fundador Mark Burgess (voz y bajo) tocaba con Clichés, Dave Fielding (guitarra y teclado) y Reg Smithies (guitarra) en los Years, y John Lever, quien solía tocar la batería como si fuera zurdo de piernas y diestro con los brazos, pues se colocaba el bombo a la izquierda y acompañaba sobre todo con la mano derecha, tocaba en The Politicians. Con The Chameleons, Lever participó en sus siete álbumes de estudio y seis en vivo, además de compilatorios de rarezas que fueron difundidas a discreción.
Este texto es un agradecimiento a John Lever y un homenaje a su aporte a la música, a la cultura y al arte. Que donde quiera que esté, se encuentre en paz.
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The Chameleons, coherentes con su estilo desparpajado y sin grandilocuencias, cautivaron al público en varias partes del mundo, incluida México.