Romper guitarras, arrojar televisores por las ventanas o destruir habitaciones de hotel forman parte de algunas de las actividades predilectas de muchos músicos, quienes no están satisfechos con la adrenalina del concierto y buscan otras maneras de saciar su instinto salvaje. The Who fue una de las bandas pioneras en la destrucción de instrumentos sobre el escenario; Pete Townshend acababa con su guitarra a sendos golpes sobre la tarima, mientras Keith Moon sometía a golpes y patadas a su batería.
Moon no sólo es considerado uno de los bateristas más sublimes en la historia el rock, sino también uno de los personajes más salvajes que hayan existido en la industria musical. Tan loco y veloz en su modo de vivir que murió a los 32 años. En vida formó parte de una de las bandas más importantes en la historia del rock n’ roll y participó en fiestas, conciertos y borracheras memorables, en las que se divirtió como pocas personas lo han hecho. Era un trasnochador, un ser que necesitaba del un salvajismo festivo y las risas cuando no estaba tocando la batería con la furia que lo caracterizó. Su vida entera se cuenta por medio de irreverentes y drásticas anécdotas que demuestran que Moon no sólo se conformaba con vivir, sino que quería hacerlo al límite de todo.
Siempre loco, siempre adicto a la fiesta, Keith Moon vivió al límite cada momento.
En su cumpleaños 21, mientras The Who se encontraban en medio de una gira por los Estados Unidos apoyando a los Herman’s Hermits en Flint, Michigan, año 1967, ocurrió una de las anécdotas más célebres de la banda y su carismático baterista. Tras los destrozos habituales encima del escenario, The Who terminó su actuación y de ahí partieron hacia el Holiday Inn, donde se estaban hospedando para celebrar el cumpleaños 21 de Keith Moon.
Keith Moon preparando su festejo a las afueras del Holiday Inn de Flint, Michigan.
El desorden comenzó con una pequeña broma entre Moon y el bajista de los Herman’s Hermits, Karl Green, cuando se arrojaron un poco de pastel al rostro. Eso originó una guerra campal de merengue y chantillí entre todos los presentes, que sólo paró cuando el gerente del hotel les advirtió que no podían hacer eso. «Es mi fiesta, es mi cumpleaños, no puedes entrar aquí diciendo que no puedo hacer esto o lo otro», le gritaría el festejado.
Tal vez molesto por la advertencia, Moon –seguramente ya con alcohol en la sangre, como era habitual en él- corrió hacia un estacionamiento situado en una especie de colina, donde estaba media docena de lujosos autos estacionados, entre ellos un Rolls-Royce. Se metió en él, lo encendió y comenzó a descender por la pendiente. Moon no estaba en facultad de controlar el auto y fue a estrellarse y después sumergirse en la piscina del hotel. El propio músico relata de la siguiente manera su experiencia:
«Así que ahí estaba yo, sentado en el asiento del conductor, bajo el agua. Ésta estaba entrando a través de los agujeros de los pedales en el piso y a chorros a través de las ventanas. En un sorprendente momento de lógica, dije: “Bueno, no puedo abrir las puertas hasta que la presión sea la misma”. Es increíble cómo me acordé de esas cosas de mi clase de física. Así que estaba sentado allí, pensando en mi situación, viendo el agua arrastrarse hasta mi nariz. Cuando hubo suficiente aire en la parte superior del coche para tomar un trago, me llené los pulmones, abrí la puerta y subí a la parte superior de la piscina. Así que volví a la fiesta, chorreando agua».
Karl Green y Keith Moon llevaban una relación que se basaba en gran medida en las bromas pesadas. Cuando Keith regresó a la fiesta, tiró de los pantalones de Green hasta romperle una parte de los mismos. El bajista no se quedó atrás e hizo lo mismo a su amigo, sólo que Moon se quedó absolutamente sin nada que le cubriera la parte inferior. Su pene saltaba a la vista y el baterista no hacía nada por esconderlo. En ese momento la policía arribó al lugar y se lanzó a detenerlo por alterar el orden público. Los relatos y los recuerdos de los involucrados sobre aquella noche resultan contradictorios. Es lógico si se toma en cuenta que hubo mucho alcohol y anfetaminas circulando de mano en mano.
Fiesta de Keith Moon.
El guitarrista de la banda, Pete Townshend, recordaría parte de lo ocurrido aquella noche en su autobiografía: «Para cuando llegué a la sala de la fiesta, la tarta estaba por el suelo, las paredes y la cara de Keith. En la piscina, un auto se balanceaba precariamente, mitad dentro, mitad fuera. Más tarde, oí que Keith había soltado el freno y el coche había empezado a avanzar. Cuando intentaba llevar a Keith de vuelta a su habitación (para entonces ya estaba furioso), se le acercó un hombre joven a pedirle un autógrafo, y Keith le lanzó una lámpara que le golpeó en la cabeza. Después, Keith se las arregló para romperse un diente y se libró de ser arrestado porque estaba escondido en el dentista».
Keith Moon y Pete Townshend.
En cambio, el vocalista de la banda, Roger Daltrey, confesaría: «Lo tengo borroso, pero recuerdo el coche en la piscina. Y el caos. Y llevar corriendo a Keith al dentista tras ser arrestado porque había perdido un diente… Pero después leí en la biografía que eso nunca ocurrió, así que quizá yo estaba viviendo la vida de otra persona, no lo sé».
Chris Stamp y Kit Lambert, representantes de la banda, terminaron pagando la multa del hotel, la cual ascendía a 50 mil dólares. El gerente del Holiday Inn llamó a las demás cadenas para ordenar que se le prohibiera la entrada a una banda inglesa escandalosa, salvaje y violenta llamada The Who.
Meses después, Moon recordaría parte de lo ocurrido: «Cuando tienes mucho dinero y haces el tipo de cosas que yo hago, la gente se ríe y te dice que eres excéntrico… lo cual es una educada forma de decir que estás jodidamente loco. Bien, posiblemente lo esté. No, ¡qué cojones! ¡Estoy como una regadera!».
La libertad y la seguridad que ofrece el hecho de tener el mundo a sus pies les confiere la idea a las estrellas del rock de que los límites no existen. Keith Moon supo muy bien lo que significó vivir los excesos en todo su esplendor: «Pero vivo mi vida a mi manera, hago todo lo que me gusta sin pensar en lo que digan los demás. Afortunadamente estoy en una posición financiera en la que puedo permitírmelo».
¡Larga vida a Keith Moon y The Who!
Otras curiosidades de la fiesta:
-Moon no cumplía 21 años, sino 20, sin embargo decidió sumarse un año para que la ley de los Estados Unidos le permitiera comprar y beber alcohol.
-El pastel de cumpleaños era de cinco niveles y fue enviado por el sello discográfico Decca y la marca de baterías Premier.
-Algunas fuentes afirman que el carro era un Rolls-Royce mientras que otras dicen que se trató de un Lincoln Continental.
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Los relatos del rock n’ roll son verdaderos espejos de todo lo decadente y brillante que la sociedad tiene. Por eso es que vale la pena revisar los momentos en la historia que nos han hecho pensar que el rock ha muerto porque han ido a la par de otros sucesos mundiales que han sido vitales para la historia. En este contexto también puede ser una hermosa pero dolorosa experiencia saberlo todo sobre las 3 parejas que nos recuerdan que el rock, las drogas y el amor destruyen.