A finales de la década de los 90, mientras en Tijuana la música norteña y la tambora experimentaban su fusión con música electrónica para dar forma a lo que posteriormente conoceríamos como Nortec Collective; al sur de la península de Baja California se cocinaba otro proyecto llamado La Banda Bastön.
Originarios del Valle de Santo Domingo, sus creadores: Dr. Zupreeme, quien, detrás de la tornamesa, es el encargado de soltar los beats densos y mezclas sonoras; y Muelas de Gallo, el responsable de tirar versos y rimas punzocortantes sobre esta base musical, son los dos personajes que dan vida a un proyecto que ha logrado alcanzar un lugar respetable en la escena del hip hop mexicano.
Como ellos lo han descrito en algunas entrevistas: “La historia de Bastön, es una historia de amistad”. Ambos se conocieron en la secundaria, época en la que ya platicaban de formar un grupo de rap, una semilla que fue sembrada al sur de la península de Baja, pero que fue germinando a lo largo de casi veinte años en la Ciudad de México.
Se forjó entonces una relación de camaradería que quizá en ese momento no vislumbró el potencial que tenían y todo lo que aportarían a la escena nacional con su particular y curioso uso del lenguaje, que a través de sus rimas proyecta una identidad netamente mexicana.
Con sus EP Jardín de huesos (Independiente, 2002) y XVI (Homeground Entertainment, 2015), y dos LP en su historial: Todo Bien (420 Ideas, 2013) y Luces fantasma (2017), La Banda Bastön es uno de los proyectos hiphoperos nacionales consolidados en México y que Cultura Colectiva tuvo el honor de tener como invitado en sus #CCSessions.
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A menudo estigmatizada por su supuesta carencia de valor intelectual, las culturas populares en realidad responden a necesidades colectivas y representan el resultado social y artístico de circunstancias históricas. Tal vez con esa idea puedas aproximarte sin prejuicios a la movida sonidera, la tradición del barrio que cierra las calles.