A lo largo de los siglos, el ser humano ha buscado explicar a través de sus sentidos las emociones, procurando siempre expresarlas de la manera más pura y auténtica. Fue así como encontró en los sonidos un lenguaje preciso para llevar a cabo su búsqueda. Desde improvisaciones hasta una orquesta completa, desarrolló el arte musical, el que ha acompañado desde siempre a la historia de la humanidad. Inventamos música de guerra, de paz, de amor, de tristeza y de felicidad. También hay música de esclavitud y música de libertad, a ésta última es a la que llamamos jazz.
El jazz es uno de los legados más ricos que dejó a su paso el mestizaje y la conquista del continente americano. Sus dos principales raíces son la música africana y la música europea, derivado de la llegada de los esclavos africanos a los cultivos y minas a Estados Unidos, y de la música tradicional europea. En los cultivos de algodón, a los esclavos se les prohibía hablar mientras trabajaban, entonces usaban mensajes encriptados en melodías pegajosas para que el comunicado llegara lejos de voz en voz.
Antes de llamarse jazz, este género musical pasó por un proceso de creación que dejó a su paso diferentes ritmos y géneros. El primer destello fue el spiritual y el Gospel. Nació cuando los esclavos tuvieron los primeros acercamientos a la religión cristiana y encontraron una salida de su exhaustiva realidad, marcada por maltratos, abusos y explotación.
La música aligeró las cosas y se convirtió en la ventana que dejó entrar la luz de la esperanza de la libertad. La palabra Gospel viene de “God spell”, que significa la palabra de Dios. El Gospel creció junto con el blues, una progresión simple pero desgarradora que ya se escuchaba por las calles y plantaciones, y que no llevaba en su lamento cantos religiosos, sino temas cotidianos y nostálgicos; como su nombre lo indica, blues es tristeza. El blues es un género que cuenta con una estructura musical muy básica: doce compases repetitivos, alterado por las conocidas “blue notes”, que son alteraciones de la escala musical en la tercera y séptima nota, creando así la escala blues.
Después de años de incansable sufrimiento y lucha, en 1865, la liberación de los esclavos dio pie a un novedoso y extrañamente alegre ritmo denominado: Ragtime, el que era tocado en pianolas y que invitaba a los espectadores a bailar y festejar su libertad. Las voces y sollozos perdidos en cultivos lejanos se convirtieron en gritos de victoria y cantos de festividad en la ciudad.
Estos estilos florecieron en la ciudad de Nueva Orleans, una ciudad muy distinta a las demás de Estados Unidos, pues fue hogar de aristócratas franceses y españoles, y la convivencia multicultural dio una mayor cabida al arte y a la tolerancia. Nueva Orleans era, en esa época, una ciudad llena de vida: contaba con innumerables bares, reuniones, músicos y artistas callejeros. Incluso la muerte era un buen motivo para hacer algo de música, cuando se llevaba el cuerpo al cementerio, se le acompañaba con tonadas lúgubres y desoladas, pero al volver del camposanto la gente bailaba la alegría de estar vivos. Esta música de calle, con instrumentos clásicos y no clásicos portátiles, se llamó Dixieland.
Debido a la falta de educación musical que existía entre la gente del pueblo, los hombre libres descubrieron un método mucho más sencillo y expresivo que leer una partitura: la improvisación. Así fue como nació lo que hoy conocemos como jazz, el rey de lo único, de lo efímero, de lo que existe por segundos y desaparece para siempre. Se expandió rápidamente por el resto del país, principalmente en Chicago y Nueva York, pero el gobierno no tardó en reprobarlo e intentar apaciguar cada manifestación de soltura y espontaneidad.
Debido a la desaprobación de las autoridades de este atrevido género musical, el jazz se vio orillado a refugiarse en burdeles y clubes nocturnos, y comenzó a ser relacionado con lo bajo, lo deplorable, lo sexual y lo pervertido.
Poco a poco, junto con la adaptación e inclusión de los afroamericanos a la sociedad estadounidense, ganó campo no sólo entre aquellos de raza oscura, sino también entre la comunidad latina y los blancos que sabían apreciar lo bueno. El jazz pasó de ser la bandera de lo ruin a ser un género identificado como música culta y refinada gracias al alto nivel de ejecución musical que alcanzaron grandes músicos de la época como: Dizzy Gillespie, Duke Ellington, Louis Armstrong, Count Basie, Ella Fitzgerald, y muchos otros, quienes se ganaron el respeto del público y algunos de ellos alcanzaron gran fama internacional.
Posteriormente, el jazz tomó formas más sofisticadas y con fondo de protesta social, o simplemente con un nivel de composición mucho mayor, lo que provocó el nacimiento del Be-bop, creado por los grandes maestros Dizzy Gillespie y Charlie Parker. A partir de la creación de este caótico género, en 1947, otros músicos inventaron el Hard Bop, Free Jazz.
Hoy contamos con un sinfín de variedades de este maravilloso legado. Toda la música popular del momento tiene cierta influencia del jazz, como el funk, reggae, rock, R&B, jazz cubano y latino, la bossa nova, la rumba flamenca, e incluso la creación de la salsa se la debemos al jazz. Pero de eso hablaremos en otra ocasión.