Tras las grandes prohibiciones de 1914 sobre la cocaína y lo opiáceos, debieron pasar casi 50 años para que las drogas tomaran la puesta en escena de la vida social democrática americana. La necesidad de erradicar las drogas generó una bomba de tiempo que explotaría años más tarde en los años 60. Los métodos experimentales psicodélicos orillaron a la música clásica a reorganizar sus ideas en dirección del minimalismo, tras varios años de desarrollo de complejas técnicas como el serialismo, serialismo integral, e incluso las nuevas formulaciones de Karlheinz Stockhausen, John Cage y Pierre Boulez habían abandonado la espiritualidad de la música, aquella que reflejan las obras de Mahler, Beethoven o Brahms, las cuales buscaban exaltar las características exquisitas del humano, en una perspectiva un poco más religiosa y espiritual. Y tal vez no era su principal propósito. Inclusive cabe la posibilidad de que fueron víctima del entorno católico que dominó a Occidente hasta la Segunda Guerra Mundial.
La idea de un músico científico maravilló a todos los compositores de la segunda escuela de Viena. Experimentos atonales vistieron a la cultura musical, pero la llenaron de objetividad. La teoría musical era exquisita en comparación con la ejecución. La música se había revolucionado dentro del entorno clásico, hasta la llegada de La Monte Thornton Young, quien decidió tomar el camino de la libertad moderna y experimentar con drogas, ideas cosechadas por autores como Aldous Houxley y Walter Benajmin, que lograron dar un culto intelectual al uso de sustancias psicoactivas.
Young tuvo una educación bastante compleja: comenzó sus clases con Leonardo Stein (asistente de Schoenberg) y ahí empezó a rendirle culto a Anton Webern, al poco tiempo pasó a tomar clases con Stockhausen y recibir la influencia de Jhon Cage. Entre tanto ajetreo cultural, Young logró exprimir su consciencia para llevar a cabo su máxima creación: “el tono largo”, que es parecido a ver nacer a una flor cadáver. Son necesarios grandes lapsos de tiempo y espacio para ver florecer la belleza de la pieza.
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Tras varios años de una educación formal en la música, Thornton decidió buscar a las vanguardias que sujetaban las banderas de libertad americana en Nueva York. Tras su llegada al nuevo espacio musical de la gran urbe, el compositor se encontró con Yoko Ono, quien lo introdujo en la innovación creativa de los psicoactivos en el arte.
El arte espiritual y libre había poseído a casi todas las artes menos a los nuevos compositores clásicos, pero Young haría la diferencia entre las escuelas de Viena y la música moderna, por lo que se transformó en una especie de neo-hippie en busca de un espacio psicodélico para la música clásica. Principalmente Young se vio influenciado por el uso de la mescalina, aunque no era lo único que consumía. Sin embargo, años más tarde declaró que tarde o temprano hubiera encontrado la esencia de su música sin la necesidad de usar drogas.
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El tono largo y el uso constante de la mescalina extrajo de la mente de Young lo que él llamó “teatro de la música interna”, lo que dio paso a The Four Dreams of China, su gran obra, que libera notas de fa y la por periodos pronunciados. Por último, Young optó por abandonar el formalismo escrito que marcó una cruz imborrable en la compositores de las últimas cinco décadas. La libre forma y expresión que dejó Young en los anales de la música permitieron inspirar a lo que sería la gran fusión de las instituciones musicales clásicas con la cultura pop, que se reflejaría más tarde entre bandas como The Velevet Underground.
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Young había superado los límites de lo escrito en las partituras. Sus presentaciones musicales ya no tenían cabida en un pentagrama. El lenguaje musical había sido superado y la interpretación física del sonido era algo que podíamos oír pero no escribir. Algo similar se manifestaría en una música del futuro o mejor conocida como krautrock.