Texto escrito por: @nenamounstro
“El mundo se divide en dos: entre los que son personas y los que son personajes. Si tuviéramos que definir la vida y obra de este enfant terrible sería: David Lynch es el epicentro del universo en su forma alterada, deformada, oscura y pragmática. También podríamos definirlo como un oasis en medio de tantas emulaciones, reciclajes y demás tomaduras de pelo.
A las personas se les entiende, a los personajes se les deja ser y si alguien ha sido ese, es David Lynch”.
Dicen que sólo los gatos tienen siete vidas, pero con una sola no alcanza para ser y hacer todo lo que Lynch ha logrado. Se debería tener la misma cantidad de vidas que él para entender cada uno de los universos en los que este pintor/director/fotógrafo/músico/empresario/filántropo se mueve. Vive manipulando y creando historias, personajes, imágenes y música a su antojo. Es el Rey Midas del culto, y los más fandomes crearon la corriente llamada “Lynchian” .Todo lo que toca lo convierte en belleza perturbadora; tiene un ticket de ida a lo siniestro y uno de regreso a la oscuridad. Duerme con la perversión y despierta con lo supernatural. No hay que intentar meterse en la cabeza de este genio, pues se puede salir bastante frustrado, sólo hay que dejarlo ser, y el resto, dejar estar.
La incomodidad al hablar de los significados
Si algo caracteriza a Lynch es su espesura, su pastosidad y la textura combinada con una belleza indescriptible. La belleza del terror visible, la oscuridad de lo posible y la creación de atmósferas donde manipula el estado de ánimo como le convenga. Lo hace en imágenes y, también, sabe transmitirlo en sonidos, lo que hace vulnerables ante la propia imaginación, pues puede llevar a los lugares más oscuros de la mente.
Lynch ha tomado el camino más extraño para hacer arte. Hace música de la misma manera en que hace cine, sólo porque sí, porque le nace y tiene algo que decir. Es por eso que desde hace diez años no hace ninguna película, ya que por el momento no ha encontrado la idea, o bien, la inspiración o la necesidad de decir algo. Sin embargo encontró una vía de escape; encontró otra manera de decir lo que necesita: con sonidos.
Que todo sea abstracto y las cosas se sientan
Lynch no ha estado despegado de la música en ningún momento, de una u otra manera se ha colado a ese universo como director, fotógrafo y colaborador de algunas bandas. Trabajó con Michael Jackson. Dirigió el Unstaged de Duran Duran (un concierto transmitido en vivo por Internet). Con Danger Mouse and Sparklehorse realizó un proyecto en el cual se incluía su trabajo fotográfico y Danger Mouse ponía la música. Tiene un dueto con Karen O y otro con Lykke Li (incluido en su más reciente material de una belleza sorprendente). Recientemente, en el último video de Nine Inch Nails, Came back haunted, se incluye la etiqueta:
Precaución: puede producir epilepsia. No es la primera vez que Reznor trabaja con el director, ya lo habían hecho para el soundtrack de la película Lost Highway. Y claro que el video es perturbador, pero ¿qué se podía esperar de este dúo que fue hecho en el cielo del rock gótico?
Se llama a sí mismo un “no músico que es músico”. Es un autómata y empírico de la música y las letras. Por autómata se entiende que Lynch es una máquina con determinados movimientos que le permiten realizar ciertas acciones, que imita las figuras y las formas de un ser con vida. Y por empírico, David lo hace como talento nato.
Soñar en color negro
El universo musical de Lynch está tan bien diseñado que para éste construyó un estudio dentro de su casa, el famoso Asimmetrical Studio, cuya finalidad era que allí mismo se hiciera la música de sus películas. Con esto demuestra que todos llevan un poco de control-freaks por dentro. Está equipado con la más alta tecnología y lleno de amigos. Cuando toma su guitarra eléctrica es sólo para pasar el rato.
Es un “crasher” de extraños riffs de guitarra los cuales no puede volver a repetir de la misma manera ya que no los escribe, sólo los piensa y ejecuta. Salpica la música con notas espeluznantes (en el buen sentido) y ecos de un rock and roll muy salvaje, muy primario. Me voy a permitir tomar prestado el término que el jefe de información de esta revista inventó para catalogar su música: Trip-Blues. O bien, como los demás le dicen: “Modern-Blues” pero no, me quedo con el primero, es mucho más acertado. Imaginemos que Muddy Watters conoció a Massive Attack e hicieron un disco. O que un día Unkle y B.B. King se sentaron a echar un palomazo. Ésta es la combinación perfecta, una alteración más a su caótico entorno.
Con Big Dean Hurley en la consola y jameando en la batería y los teclados, él con la guitarra que alguna vez Ben Harper le regaló y su hijo de 21 años –que también participa en el disco- hicieron un disco completamente impredecible y fuera de todas reglas musicales. No lo imaginemos, sucedió y está el proyecto que se convirtió en disco A Big Dream.
Éste es el segundo álbum formal del director, el primero fue Crazy Clown Time en el 2011, y no se tardó nada en tomarle el gusto a hacer música. Aunque eso de ensayar para tocar ante un público no es para él. David hace música para procrastinar mientras por esa mente brillante y torcida se le ocurre algo para hacer una película. Dese ya, The Big Dream me parece una obra de arte en su forma más salvaje.
Entre más grande el conocimiento, más grande es el temor
Si alguien conoce el lado más oscuro y temerario de la naturaleza humana ese es Lynch y su música pudo haber existido en cualquier momento de la historia. Si viviéramos en la época de las cavernas, él hubiera puesto huesos de mamut, rocas y palos y hubiera hecho exactamente lo mismo que hizo con esto. Por que la música que él hace es más instintiva que racional. No es un músico dedicado ni estudiado, es un personaje que deja sacar su amor por el sonido de la forma que su experimentación le permite. Parece que la trajera encima todo el tiempo.
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Su música la podemos catalogar como: tensa, ansiosa, espacial, sombría, atmosférica, , nocturna, hipnótica, enigmática y todo menos aburrida, todo menos predecible. Lynch tuvo ideas se enamoró de ellas y nos permite ser sus vouyeristas. No esperemos verlo en las listas de Billboard, ni que su disco alcance las mejores críticas, es música para oídos siniestros y almas con ciertos grados de terror.
El don de Lynch no es hacer que lo mundano parezca surreal, es hacer que lo surreal parezca mundano. Por una vez, dejémonos ser.