Soy mi propia dueña, tú querías desaparecerme, borrar mi nombre,
pero aquí estoy… mi luz brilla cada vez más fuerte.
–Lila Downs
Cuando una mujer tomó relevancia en tierras mexicanas, todos la acusaron de traicionera, digna del castigo y desmembramiento de su identidad: la Malinche, le nombraban. A partir de ese momento, toda la historia de este país ha marcado de “malinchistas” a aquellos que juegan sucio o enaltecen los extranjerismos por encima de las bellas lenguas casi perdidas del pueblo indígena.
Sin embargo, al mismo tiempo que los mexicanos dicen golpear el ego de todos los que defienden lo extranjero por encima de lo mexicano con la palabra “malinchista”, también –quizá– somos culpables de caer en la seducción de la cultura pop de otro país; enajenándonos con una serie de televisión que representa los arquetipos americanos, al tiempo que los elogiamos y los hacemos parte de nuestra vida. Ahí, en medio de la identidad y la contradicción nos conducimos pensando en una sola pregunta… ¿Qué vale más, defender nuestras raíces o sumergirnos en un mundo globalizado?
Ese enigma forma parte en cada uno de los escenarios de la vida: trabajo, entretenimiento, ideología e incluso, nuestro lenguaje, pero también existe un rubro donde todo se pierde por los manojos de una industria: la música. En ésta, un artista puede defender los ritmos que la definen por encima de la ganancia, mostrar con arte un significado más allá de sonidos y acordes o seguir los consejos de un productor que promete llevarlos a la fama fácil y rápido. Lo primero lo tienen pocas personas en este mundo y una de ellas es Lila Downs.
La artista mexicana presentó su nuevo álbum “Salón, lágrimas y deseo” el pasado 26 de mayo y ha cumplido con dos cosas: mantener su identidad y regalarle al mundo la esencia mexicana que hace falta esparcir por el mundo.
Aquella ideología la ha mantenido como un ícono y emblema de toda Latinoamérica, jugando incluso con varias corrientes musicales que nunca hubiéramos podido imaginar en un solo proyecto desde jazz, blues y soul hasta la cumbia, rock y rap, toda una mezcla de ritmos, pero también de sonidos que el propio mexicano ha escuchado desde que era un niño, jugando en la calle o simplemente escuchando lo que otros –sus padres– habían puesto en un estéreo o en la radio.
Con ello, logra revivir algunas canciones de José Alfredo Jiménez, Agustín Lara, Álvaro Carrillo o Martín Urieta, emblemas fieles de la calle, los problemas, despechos, amores, decepciones y alegrías que sólo alguien de este país comprendería.
Así, junto a la música ha logrado enaltecer la cultura y al mismo tiempo defender el empoderamiento de la mujer en un país donde se registra al año un promedio de seis mujeres asesinadas diariamente. Allí, en ese escenario se aleja de la musicalidad y su entretenimiento para que éste juegue de otra manera: promoviendo la equidad de género.
El sencillo “Peligrosa” habla de una mujer intrépida y hermosa quien, en busca del amor, no está segura de poder alcanzar el romance. Esa fina sensación de estar enamorada y entregarlo todo, ese miedo al amor que en algún momento causa ansiedad y desasosiego. También es la viva imagen de una persona inmersa en un contexto que a fuego lento la va extinguiendo en una llama de acoso, una de la que tiene que salir victoriosa y fuerte.
Con la participación de artistas como: Diego El Cigala, Carla Morrison, Mon Laferte y Andrés Calamaro, este álbum se convierte en un juego de sensaciones que debes experimentar por lo menos una vez en tu vida. Un disco que evoca sentimientos y que fungió como inspiración artística para ilustrar las paredes de la Ciudad de México en un hermoso mural:
Además, como cada año, Lila Downs ofrecerá un magno concierto en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México el próximo 5 de noviembre, algo que seguro sacará lagrimas, risas, cánticos, baile; una noche que será mexicana… digna de enaltecer las raíces y romper con el llamado “malinchismo” que en ocasiones se convierte en el cáncer de la sociedad mexicana. Un evento hecho para ti, tu infancia y todo lo que te hace sonreír.
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