Fallecieron 11 personas.
Eric Harris y Dylan Klebold llegaron al estacionamiento de la Escuela Secundaria de Columbine enfundados en gabardinas negras y cargando un arsenal de bombas, cuchillos y armas de fuego en el interior de la cajuela de sus respectivos carros. Lucían serios y excitados ante la idea que rondaba sus cabezas desde hacía un año. El día en que pasarían a la gloria había llegado. Prepararon las armas, cruzaron algunas palabras y se dirigieron a paso tranquilo hacia los jardines de la escuela, donde una buena cantidad de alumnos ya estaba paseando en busca del almuerzo.
La primera en recibir la descarga de los asesinos aquel 20 de abril de 1999 fue la alumna Rachel Scott, de 17 años, impactada en la cabeza, torso y pierna mientras almorzaba con su compañero Richard Castaldo. Eran las 11:19 de la mañana de un día soleado en Columbine, Colorado. Todo presagiaba que aquella jornada sería como cualquier otra, pero Eric Harris y Dylan Klebold estaban poniendo en marcha la masacre más grande de la que se tenga memoria en una escuela secundaria en los Estados Unidos.
Fotografías de los muertos en el tiroteo, incluyendo a los asesinos (última fila, lado derecho)
Ambos adolescentes quitaron la vida de 12 estudiantes y un profesor. Además, lesionaron a otras 24 personas y tres más resultaron heridas al intentar escapar de la escuela. Eric Harris y Dylan Klebold no eran del tipo de estudiantes que se caracterizaban por su popularidad sino todo lo contrario, en especial Harris, cuya personalidad oscura y taciturna le hacían un tipo raro a ojos de los demás.
El caos reinó durante horas enteras en el interior y los alrededores de la Escuela Secundaria de Columbine. Estudiantes, profesores, padres de familia e incluso la policía misma no atinaban a saber qué hacer exactamente. No fue sino hasta el momento en que los perpetradores del tiroteo se suicidaron en la biblioteca del recinto (donde cometieron la mayoría de los asesinatos), cuando la tormenta se detuvo.
Los asesinos cometieron suicidio
Dylan Klebold y Eric Harris, autores de los tiroteos de Columbine
Le llamaron “Operación NBK” (Natural Born Killers), al igual que la película del mismo nombre dirigida por Oliver Stone, donde una pareja de asesinos rechazados por la sociedad se dedican a matar inocentes a su paso. Dylan y Eric eran fanáticos de ella. Ambos se sentían de alguna manera ajenos a su entorno. Ambos sentían una especie de odio contra el mundo y sus normas. Ambos estuvieron de acuerdo en cometer un crimen de proporciones épicas que le diera la vuelta al mundo.
¿Pero… qué tiene que ver Marilyn Manson con esto?
En busca de respuestas a la tragedia que conmovió a los Estados Unidos, diversos sectores sociales, familiares, religiosos y políticos comenzaron a buscar culpables de la Masacre de Columbine. A nadie le importó que Eric Harris y Dylan Klebold hubieran resguardado durante un año en sus propias habitaciones armas de fuego, cuchillos y bombas sin que sus padres se dieran cuenta; nadie cuestionó las débiles reglamentaciones en uso de armas de fuego del país; nadie se preguntó acerca de los medicamentos que Eric Harris ingería para los trastornos depresivos que padecía, y mucho menos hablaron acerca de los bombardeos que los Estados Unidos ejecutaron ese mismo día en Kosovo.
No, en vez de ello esos sectores conservadores de ultraderecha se volcaron en la música, los videojuegos, los dibujos animados, las películas violentas, Satán o en el rockero Marilyn Manson como los culpables de ello. Saltó la información de que los asesinos llevaban camisetas de este último en el momento del tiroteo, lo cual resultó ser falso.
Culpar a un tipo de aspecto extravagante que se cortaba el cuerpo y deshojaba Biblias en sus conciertos, o que se distinguía por ser un crítico feroz de la política y religión de su país, era más fácil que indagar en la educación familiar y escolar de un país bélico por naturaleza donde el uso de armas se normaliza.
Manson se convirtió, en cuestión de días, en el blanco de ataques feroces que lo culpaban de ser el responsable de los muertos de Columbine, casi a la par de Eric Harris y Dylan Klebold. Como si no fueran suficientes las protestas afuera de sus conciertos de parte de grupos religiosos que lo atacaban de pervertir a la juventud estadounidense, Brian Warner tuvo que soportar una campaña de desprestigio que lo sumió en un pozo muy hondo.
Tras los crímenes, Manson se vio obligado a cancelar las siguientes cinco fechas del tour que llevaba a cabo por los Estados Unidos en señal de respeto a los caídos. Se convirtió en el enemigo número uno del estado de Colorado y de todos los cobardes que prefirieron culpar a la cultura pop antes de indagar en la historia bélica de su país y sus falsos valores patrióticos y familiares. Dos días después de la masacre un grupo de senadores envió una carta al presidente de Interscope Records, distribuidora de la música de Manson, pidiendo que todos los discos del artista se retiraran de circulación. «Honestamente, el suceso de Columbine destruyó toda mi carrera en ese momento», dijo Manson tiempo después al diario The Guardian sobre lo ocurrido en Colorado.
Un disco que retrató su afectación ante los hechos
En 2000, Marilyn Manson editó su disco Holy Wood, nacido de la rabia en contra de un sistema que buscaba ponerlo como principal responsable de la depravación física y espiritual de los jóvenes estadounidenses. Sin duda fruto de los acontecimientos en la Escuela Secundaria de Columbine y la implicación que le achacaron en los mismos, Manson escribió el tema “The Nobodies” dedicado a las víctimas de los tiroteos.
El cantante tardó en sacudirse de encima el odio del sector más conservador de Colorado: en 2001 Manson formaba parte del cartel del Ozzfest, el cual llegaría a dicho estado dentro de su tour por los Estados Unidos. Los organizadores tuvieron que pelear contra diversas adversidades para conseguir que el rockero pudiera presentarse. Incluso llegó a recibir cientos de llamadas telefónicas con amenazas de muerte si se atrevía a salir a escena.
Michael Moore, uno de los cineastas y críticos más severos de la política estadounidense, entrevistó al cantante para su documental Bowling for Columbine (2002). Tres años después de lo ocurrido, Manson hace una interesante reflexión de su ‘papel’ en los hechos y las causas de ello:
La sombra de Columbine siguió pesando sobre el rockero a varios años de distancia: su producción de 2012 Born Villain aún hace referencia al hecho que marcó su vida profesional y personal. «Cuando se trata de cosas como Columbine, hubiera sido diferente si a ellos [Harris y Klebold] realmente les hubiera gustado mi música, pero creo que ha habido más culpa acreditada a mí que a cualquier persona en la historia de la música», dijo Manson a, portal NME. «Debería haber algún tipo de Grammy para eso».
Tal vez ya no tiene el impacto visual e ideológico de hace varios años, aun así Manson es hoy es una de las figuras más populares del firmamento del rock a nivel internacional cuyas palabras aún tienen un peso específico entre sus audiencia y detractores. Sigue llenando arenas y causando controversia por su extravagante manera de actuar. Artistas como él siempre serán causa de crítica por atreverse a cuestionarlo todo, incluyendo la política de su nación, los valores familiares y la mentalidad contradictoria de algunos sectores religiosos.
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