«De 6 mil acosos sexuales no reportados en las fuerzas armadas, sólo 238 han sido sancionadas. ¿Qué otra cosa esperaban, si mezclaron a los hombres con las mujeres? Genios» Esta sentencia misógina pertenece a Donald Trump, el magnate estadounidense que hace unos meses llegó —para terrible sorpresa del mundo— a la presidencia del país del norte.
Con enorme incredulidad, millones de personas estaban frente al televisor mirando los noticieros esperando que se tratara de una mala broma. Pero no. Donald Trump ascendió en las estadísticas y ganó la presidencia de los Estados Unidos.
Los días siguientes a las elecciones, Estados Unidos estaba hecho un caos. Decenas de protestas se alzaron desde distintos estados; desde Washington hasta Los Ángeles, millones de personas se reunían de manera recurrente, para expresar todo su desprecio hacia el nuevo gobernante. Sus discursos racistas, machistas y xenofóbicos han desatado el odio de casi todo el mundo contra él.
El odio llama al odio y Trump se ha ganado demasiado. Tanto así que el pasado 24 de febrero, se llevó a cabo la convocatoria mundial para “atar” a Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos. El método: una ceremonia de brujería.
Los organizadores de Mass Spell to Bind Donald, crearon una página en Facebook, que reunió más de 13 mil seguidores. Desde la plataforma, se publicaron las instrucciones para unirse al ritual. Sólo se necesitaban:
+ Una fotografía desagradable del rubio presidente
+ Una carta “torre” o carta “Dios” del tarot
+ Una vela blanca
+ Una vela naranja
+ Un cenicero
+ Encendedor o cerillos
+ Una taza con agua
+ Una taza con sal
+ Una pluma
Los organizadores explicaron que la metodología podía ser flexible y que los participantes podrían adecuarla a sus prácticas propias. Sin embargo, para que el hechizo fuera efectivo, todos tenían que realizar el rito a la misma hora.
«Se realizará a medianoche en cada luna creciente menguante hasta que se retire de la oficina», se lee en el comunicado.
El éxito de esta convocatoria fue abismal, tanto así que llegó hasta los oídos de Lana del Rey, quien, desde su cuenta de Twitter, relanzó la invitación. Si bien la cantante nunca se refirió explícitamente al ritual, las fechas que publicó, concordaron por completo con las del evento.
De inmediato, cientos de especulaciones comenzaron a surgir sobre la figura de la cantante. El extraño símbolo hecho con su mano, su mirada intrigante, el fondo rojo detrás y su vestido negro comenzaron a ser materia de discusión.
Ante los rumores, Del Rey decidió poner fin y confesó en una entrevista pera NME:
«Sí, lo hice. ¿Por qué no? Mira, yo hago muchas cosas. Estoy de acuerdo con Yoko Ono y con John Lennon y la creencia de que hay un poder en la vibración del pensamiento. Tus pensamientos son cosas muy poderosas y se convierten en palabras y las palabras se convierten en acciones y las acciones llevan a cargas físicas. Realmente creo que las palabras son una de las últimas formas de magia y yo soy un poco mística en el fondo».
Antes de apagar las conclusiones sobre la cantante, esto suscitó cientos de teorías sobre su comportamiento, tanto así que hubieron quienes comenzaron a decir que la cantante practicaba brujería. Incluso, análisis profundos sobre sus cambios de imagen. Y es que, comparado con el 2001, en Born to Die, donde se ve a una chica desenfadada y dulce, en Lust for Life, su última producción, se ve a una mujer mucho más siniestra.
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“Videogames” (2011)
Sí, es obvia la transformación pero, ¿es esto suficiente para suponer que Lana del Rey tenga nexos con la brujería? Creemos que no. Además, los cambios siempre ocurren, sobretodo en las figuras públicas.
Para muy pocas —en comparación con la mayoría— personas en el mundo, la llegada de Donald Trump al poder fue una noticia que se tomara como grata. Todo el mundo odia al magnate y el hecho de, literalmente, no poder hacer nada contra ello, es algo que no sólo frustra, sino que despierta las medidas más desesperadas por cambiar la situación.
Por eso, es sumamente comprensible que, como medida irónica, Lana haya convocado de esta manera a un ritual esotérico. Al fin, el intento se hace.
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