¿Qué es lo que somos comparados con la magnitud del Universo?
Somos partículas infinitesimales que viajan en un esferoide compuesto por rocas y oxígeno; diminutos mundos autocontenidos que fabrican armas de destrucción masiva para atacar a su enemigo interno, el miedo; seres simbólicos que buscan inmortalizarse en el arte y la ciencia…
En verdad, somos nada ante la vastedad del Universo observable. No obstante, estoy seguro de que nuestra imaginación desborda los límites de esa nada aparente. Tan es así que podemos viajar distancias enormes cuando cerramos los ojos y los sonidos nos tocan. Es en esos momentos cuando la música nos ilumina y se convierte en una estrella, en una revelación más alta que ninguna filosofía (Beethoven).
Ahora me pregunto, ¿Si los planetas, ahí donde están, tienen una dinámica natural, algo similar a un latido de vida, será posible escucharlos?
Las películas de ciencia ficción comúnmente son criticadas por hacer sonar explosiones en el espacio, cuando en este medio “vacío” es imposible la propagación del sonido. Sin embargo, no están totalmente erradas, pues la NASA comprobó que, efectivamente, es posible escuchar la “música” de los planetas.
¿Pero cómo es posible?
Las ondas electromagnéticas que viajan por el espacio son similares a las que constituyen a la música (y en general a cualquier vibración o sonido), sólo que éstas no requieren de un medio como el aire para propagarse, y comúnmente se presentan en frecuencias muy altas. Por ello, la NASA se dedicó a recolectar la interacción electromagnética del espacio a través de sus sondas Voyager para posteriormente procesar dicha información de tal manera que pudiese ser escuchada por los seres humanos.
A continuación te mostramos una lista del sonido de los planetas con una breve descripción de los mismos, pero si aún tienes curiosidad acerca del proceso que se siguió para recopilar el sonido del Universo, puedes ver el siguiente video:
Mercurio, el mensajero alado
Mercurio ruge como si debajo de su corteza viviese un monstruo planetario. Su interior rocoso se expande, respira y se contrae a un ritmo vertiginoso.
Los Romanos lo llamaron “Mercurio, el mensajero alado” porque su ciclo de traslación es el más breve del sistema solar. De acuerdo a su mitología, a los dioses del Olimpo no les gustaba esperar, por lo que el mensajero debía ser el más rápido.
Venus, el portador de la paz
El canto de Venus nos recuerda a la diosa romana de la belleza y el amor. Su timbre rosado es seductor, rememora el canto supremo de un espíritu divino.
La actividad cósmica de este planeta, el más caliente del sistema solar, se convierte en un timbre inconmensurable que apacigua incluso a los seres vivos más violentos.
La madre Tierra
¿Desde cuándo no guardamos silencio para escuchar la voz de la madre Tierra? ¿Acaso las grandes urbes nos ensordecen y sepultan su belleza armónica bajo el pavimento?
El campo electromagnético de la Tierra, sumado a las ondas de radio que rebotan en la atmósfera da origen al sonido que escuchamos, es un bello recuerdo de la actividad de todos los seres vivos que la componen. El latir de la Tierra, es simplemente maravilloso.
Marte, el hermano
Con esta grabación podemos empezar a entrenarnos psicológicamente para nuestra llegada al planeta rojo en unas cuantas décadas. Porque dadas las circunstancias es probable que en el futuro se convierta en nuestro segundo, pues las investigaciones astronómicas sugieren que Marte compartió parte de su ciclo geológico con la Tierra. Esto quiere decir que es posible terraformar Marte.
Entonces, si al parecer son planetas hermanos, ¿acaso tendrán la misma voz?
La vida nos ha enseñado que por más semejantes que seamos, siempre nos apartará un universo de complejidades. Marte no es la excepción, él habla por sí mismo.
Jupiter, padre planetario
El planeta más masivo del sistema solar dirige una orquesta electroacústica de 67 satélites que oscilan para entonar una compleja sinfonía espectral.
Mientras te deleitas con el concierto, la gran mancha roja nos observa, como Júpiter, el padre de los dioses del Olimpo.
Saturno, el portador de la vejez
Saturno es el titán despiadado que derrocó a su padre Urano, y a la vez uno de los planetas más tardos y pesados. Ahora deambula entre las estrellas como un anciano cansado.
Desde tiempos mitológicos un aura misteriosa rodea a este gigante masivo. Deja que su poderosa voz de órgano penetre hasta lo más recóndito de tu ser.
Urano, el mago
Entre nubes de agua y metano surge el mago de los anillos, Urano. El dios griego del cielo, el motor de la bóveda celeste.
Lo que escuchamos se asemeja al sonido de un avión en pleno despegue y, tal vez con bastante imaginación, también a una consciencia oscilante o a un valle desierto que silba.
Cuando William Herschel lo observó, en el siglo XVIII, quedó maravillado, pues descubrió que Saturno no era el único planeta que poseía anillos. Es gracias a la sonda Voyager 2 que puedes deleitarte con su sonido.
Neptuno, el místico.
Un gigante azul se aproxima a tus oídos, entre tanto, observas cómo las olas y el viento chocan entre sí. Es el dios Neptuno, cabalgando sobre la marea, desbordando su poder en tu consciencia, ¿qué escuchas?
Espero que el coro de los dioses (griegos y romanos) haya sido suficiente para despertar tu curiosidad por el Universo. Recuerda que éste continúa en expansión y aún no estamos seguros si es que existen otros más, así que sigamos el consejo de Milan Kundera mientras nos dejamos llevar por los himnos planetarios: “Quien busque el infinito, que cierre los ojos”.