“En cierto modo, la vida es como el jazz… es mejor cuando improvisas”.
George Gershwin
La música tiene el don maravilloso de transportarnos a otros sitios, nos lleva de la mano, y con cada uno de los sentidos, a través de las notas que hombres y mujeres sensibles al sonido, nos regalan a través de sus manos, pies y boca mediante su mente y espíritu.
La hay de todo tipo, la música no conoce religión, pigmentos de piel ni algún tipo de preferencia; es inocente, bondadosa y valiente, siempre manteniendo su lado fuerte, directo y transgresor. La música es sin duda una de las maneras más efectivas de sublimar los instintos más profundos.
Espacio infinito, contraste de oscuridad con toques de fuego, seres que no se conocen entre sí y fiesta de lunas. No es fácil hacer música para el cosmos; sin embargo, una canción de Sistema Sonar es una microgalaxia para los oídos y la vista.
Esta banda que oscila entre el funk, el jazz psicodélico y el rock instrumental es una propuesta musical que está ganando presencia en los escenarios nacionales gracias a su originalidad y toque cósmico.
Cada nota tiene un significado que va más allá del sonido; la sensibilidad artística de sus integrantes logra que en cada melodía se mezclen el cuerpo, el ritmo cardiaco y el movimiento.
En la pubertad ya estrenaban tarimas de eventos en Xalapa, Veracruz. Aún no podían entrar a bares y ya se clasificaban como una de las mejores bandas de la ciudad. Juan y su bajo estudiaron la carrera de jazz; el guitarrista, Odguer, fue autodidacta y la computadora del ritmo, el baterista Matías, se convirtió, también, en diseñador industrial. Ese conjunto que inició como Funk you evolucionó a Sistema Sonar, el mismo combo pero sin el vocalista “y está mejor así”, según el productor Rodrigo Galindo.
En el resultado de la evolución de la banda no hay voz: la atención del micrófono está en el movimiento de las manos sobre una batería, en una guitarra, en el bajo y dentro de las canciones de su primer producción discográfica “Sol”, en la que en ocasiones irrumpen algunas caricias al violín por parte de Valeria Roa, un baile de teclas de Alberto Miranda o unas notas que arrancan pliegues de sensualidad con un sax tenor de Adalberto Pérez.
Sistema Sonar es un ejemplo de que la creación no es exclusiva de una expresión, sino que hay que empaparse de otras para tener resultados diferentes; los miembros de la banda se introdujeron de manera profunda en la creación del arte para su álbum: con la bocina hacia arriba, plato con aceites, pigmentos y lácteos fueron colocados sobre ella, logrando que las vibraciones de cada canción crearan su propia imagen.
La química que tienen después de 10 años tocando juntos les deja espacio para la experimentación. El trío se escapa del ritmo convencional de cuatro cuartos y exploran en sietes los límites de sus instrumentos. ¿Resultado? Una combinación de rock instrumental, funk y jazz psicodélico. “Sol” tiene canciones ligadas entre ellas si lo escuchas en orden, melodías que te llevan a un viaje lejos de aquí.
Escucha su música en las diferentes plataformas digitales dando click aquí, o en este enlace.
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Las fotografías que aparecen en el texto pertenecen a Anne Beentjes.