El bosque se hace cada vez más oscuro, de pronto llega a la ceremonia la maestre, aquella cuyas arrugas delatan su experiencia en los ritos mágicos. El aquelarre recibe a la reina quien cargada de gran poder saluda de frente a Lucifer. Cuando el resto de las wiccas llegan comienzan los cánticos que evocan directamente a Satanás. Éste posee a alguna de las brujas y través de ella manifiesta sus deseos mediante una ceremonia llamada Osculum Infame, en la cual, deben besar su ano y miembro viril para luego ser bautizadas realizando alguna acción en nombre del oscuro señor, por ejemplo, un sacrificio, un bacanal o una danza.
Se dice que en uno de los aquelarres más importantes de los años sesenta, hubo una bruja que cautivó con singular alegría al demonio. Le bailó toda la noche hasta que éste, extasiado por la sensualidad de la bella chica, le prometió darle lo que ella quisiera. La mujer, una delgada y rubia jovencita pidió ser la bruja más famosa, sexy y polémica de la historia… él se lo concedió y así dio inicio la vida artística de Stevie Nicks.
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La bruja, la cantante, la polémica
A finales de los sesenta, la bruja consentida de Satanás conoció a Lindsey Buckingham, un apuesto cantante que en el afán de llevarla a la cama la incorporó al grupo Fritz; sin embargo, el talento de la chica era mucho más grande que un simple acostón. Sorprendentemente, el demonio no tenía que realizar algún tipo de conjuro extra para que las personas la miraran con singular alegría. La chica poseía una afinidad musical natural, así como un aura peculiar, entre mística y bendita, que le permitió unirse al grupo Fleetwood Mac, mismo que la llevaría al éxito mundial inmediato. La mezcla de la apariencia de la chica que iba entre una hippie pagana y una bruja salida directamente del aquelarre, hicieron de Stevie un referente en la moda. De pronto, las telas volátiles en sus prendas, el cabello a capas, las plataformas enormes y las uñas afiladas se volvieron parte de las tendencias de los setenta. Pero hubo algún rumor que de pronto surgió y que decía que si ella vestía de esa manera era porque dentro de su hogar había todo un santuario wicca.
Entre pentagramas de sal, estatuas en honor a Baphomet, cuadros pintados a mano con la figura de Satanás y algunos frascos con “pócimas” hicieron que la popularidad de Nicks entre las mujeres de la época se hiciera cada vez más grande; ser bruja, dejó de ser motivo de miedo y angustia. Más que espantarse y persignarse ante su llegada a alguna entrevista, concierto o lugar, causaba admiración. Cada paso que daba era tan apabullante, que no había mujer que no sintiera como ese girl power penetraba en ellas de manera sorprenderte cuando atravesaba la puerta y sus plataformas sonaban contra el suelo. Stevie se convirtió en el referente de fortaleza, belleza y talento que el mundo esperaba.
Junto a otras mujeres como Debbie Harry, The Runaways, las hermanas Wilson de Heart, Pat Benatar o Suzi Quatro, marcó un capitulo en el rock n’ roll. Sin ella no existirían todas las cantantes que hoy conocemos, pero Stevie Nicks tenia algo que el resto no podía jactarse de poseer: misticismo y una fuerza sobrenatural que se sentía en cada espectáculo que daba. Nicks aparecía entre una nube de humo y luces de colores, dando la impresión de estar en medio de aquel lejano aquelarre que la bautizara como LA BRUJA. La diferencia es que se hacía acompañar de músicos que enmarcaban su poderosa voz y letras que atrapaban a cualquier persona que la viera actuar.
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El polvo mágico
Como era de esperarse, Stevie cayó presa de las drogas. Su vida giraba en torno a un ritual de sustancias ilícitas que la llevaron lentamente a la decadencia. Luego de haber conquistado en mundo con Fleetwood Mac, la cantante fue acusada de practicar brujería. Ella alimentaba el rumor mostrando algunos gestos propios de la creencia wicca, pero también lo hacía con sus comportamientos arriba del escenario. Se postraba frente al micrófono y bailaba como si estuviera a la mitad de un ritual. Sus ropas siempre eran negras y en alguna entrevista declaró que no podía usar otro color, puesto que la felicidad, para ella, estaba dentro de las penumbras y por supuesto, nunca ocultó creer en ciertas presencias oscuras.
De este modo, los rumores sobre su paganismo y la brujería que supuestamente practicaba se hacían cada vez más grandes. Sin embargo, a principios de los ochenta, cuando su carrera musical solista parecía ser aún más prolífica que la que se forjó con Fleetwood Mac, tuvo que negar todos los rumores a su alrededor. Así, aseguró no ser una bruja, su ropa negra dejó de serlo para usar prendas coloridas, licras y tacones rosados y su nariz, lejos de estarse quieta, se convirtió en un auténtico sorbete de cocaína.
«Gasté miles de dólares en hermosa ropa negra y tuve que dejar de usarla por mucho tiempo porque mucha gente se asustó. Eso es realmente injusto para mí. Yo pienso en la gente, pero saca sus propias conclusiones acerca de lo que soy o en lo que creo».
Cuenta la leyenda que Stevie, enojada por haberse destruido del tabique nasal luego del abuso de este “polvo mágico”, decidió busca más orificios en su cuerpo para poder ingerir cocaína sin parar. Su asistente personal absorbía unas líneas y luego las soplaba en el ano de la bruja; sin embargo, después, procedió a realizarse enemas de coca, los cuales le daban mucho mejores resultados que cualquier otro método. Entonces, luego de diez años de constantes abusos, brujería mal empleada, (ya que para entonces, simplemente sostenía el rumor en declaraciones poco coherentes) y con muchos kilos de más, que Nicks tocó fondo.
Hay quien asegura que Satanás se sintió tan decepcionado de su hija predilecta que optó por dejarla abandonada a su suerte y como castigo, la hizo caer tan profundamente que durante los noventa quedó en el olvido. Nadie recordaba a aquella mujer de rasgos finos y ropas negras que nació luego de un ritual wicca. Una mujer que llevó el paganismo a los escenarios mucho antes de que las cabezas de vaca fueran una tendencia dentro del black metal o que las cruces fueran tan populares en los conciertos de Ozzy Osbourne. Ella ya era una leyenda, aunque lentamente moría. No obstante, a toda estrella apagada le llega su momento de redención y el de Stevie llegó con el nuevo milenio.
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La influencia de la bruja
Que aviente la primera piedra aquella cantante que no haya sido cautivada por el estilo de Stevie Nicks. Desde el country de Sheryl Crow hasta la excentricidad de Florence Welch pasando por la oscuridad de Tarja Turunen, todas ellas fieles seguidoras de Nicks, se declararon influenciadas por la bruja al grado de ser su estandarte principal. De éste modo, Nicks volvió a creer en ella poco a poco.
Quizá el poder místico de la brujería había quedado en el olvido para la mujer, ya que no recordaba lo que era realmente ser una bruja: un una mujer fuerte, capaz de llevar su talento al límite, conocer cosas nuevas, influenciarse por lo que ve y llevar su legado más allá de lo visible. Este mensaje lo entendió cuando fue invitada a participar en American Horror Story: Coven como parte de un capítulo en el que ironiza el hecho de ser bruja. Ella aparece como la más grande hechicera de la serie, polemizando nuevamente sobre su condición como bruja. Con ello, Stevie demuestra que no sólo es una cantante polémica, víctima de las drogas (pelea que ganó), influencia de decenas de cantantes y una bruja magnífica. Una mujer aguerrida que no oculta lo que es. Sí, le gusta el color negro y hacer rituales, pero eso no la hace una mala persona, sino una figura interesante, digna de reconocimiento y porqué no, merecedora de una ceremonia wicca para celebrar su vida y obra.
« She rules her life like a fine skylark and when the sky is starless»
—”Rhiannon”
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¿Quieres se runa bruja? Lee estos libros y conviértete en la mejor de todas, no sin antes ver estas pinturas que demuestran porqué ser una bruja es tan maravilloso.
En portada: efeeme.com
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