La obra de John Ronald Reuel Tolkien, mejor conocido como J.R.R Tolkien, sigue siendo material de estudio y gran influencia para los escritores tanto de literatura clásica como de ficción, fantasía y cuentos en la actualidad. Ha dejado un legado importante en los estudios lingüísticos y la creación de nuevas lenguas, la construcción de la “Tierra Media” y su profundo estudio de la mitología antigua, las leyendas y los mitos nórdicos. Sin embargo, la importancia esencial de sus historias recae en la naturaleza de la humanidad con sus virtudes, defectos y resaltando la gran importancia de los valores, que ayudarán a que el bien supere al mal.
Tolkien, poeta, filólogo y profesor británico, se ganó el sobrenombre de “Padre de la Literatura Fantástica Moderna” debido a su importante aportación literaria que revivió el género con obras como El Silmarillion, El Hobbit y El Señor de los Anillos, la novela, que se publicó en tres partes a partir del 29 de julio de 1954.
A 60 años de la primer publicación de la trilogía, El señor de los anillos continúa tan popular como hace seis décadas.
Antes de escribir El Hobbit, Tolkien investigó dos años sobre la maldición de un anillo romano. En 1785, el anillo fue descubierto por un granjero a pocos kilómetros de distancia de Silchester; años más tarde, en un lugar conocido como La Colina del Enano, encontraron una tabla en la que un romano llamado Silvianus contaba al Dios Nodens que su anillo había sido robado, que conocía al responsable y le pedía hiciera justicia. La maldición inscrita señalaba: “Que aquel que lleva el nombre de Senicianus no tenga salud hasta que traiga de vuelta el anillo al templo de Nodens”. Y se cree que éste fue la inspiración para el Padre de la literatura fantática.
El Señor de los anillos es un libro lleno de ideas sobre una humanidad enajenada por el poder, simbolizada con el anillo. Un texto del que nacen personajes llenos de valores como amistad, honor, respeto por la naturaleza y valentía, valores que reflejan el inicio de una vida de lucha del hombre para destruir el mal.
Elfos, dragones y espíritus ya eran populares desde finales del siglo XIX, y no sólo en la literatura inglesa. Tolkien se inspiró en esas historias para crear su obra, pero los hobbits son una invención suya. Stuart Lee, experto en Tolkien de la Universidad de Oxford, asegura que estos seres no aparecen antes en ningún otro lugar y se cree que estos amantes de la bebida son un reflejo de la personalidad del autor: “A Tolkien le gustaba la comida sencilla, la ropa sencilla. Además, le gustaba fumar en pipa y beber. Y mucho, al igual que estos pequeños seres de pies fuertes y velludos”.
A sus 60 años de publicación, El señor de los anillos, sin pretenderlo, resulta un libro que muestra el camino que la humanidad podría tomar si no tiene un cambio de actitud. Pues el poder que tiene el anillo es capaz de destruirla. El anillo ejerce poder sobre: «Tres anillos para los reyes elfos bajo el cielo. Siete para los señores enanos en casas de piedra. Nueve para los hombres mortales condenados a morir. Uno para el «Señor oscuro», sobre el trono oscuro en la tierra de Mordor donde se extienden las Sombras. Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas en la tierra de Mordor donde se extienden las sombras».